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Exposición 1, 2, 3… ¡Grabando! Una historia del registro musical
La historia del registro musical y su reproducción a través de los tiempos. Un viaje fascinante que se inicia en los albores del registro sonoro con piezas como el fonoautógrafo de Scott de Martinville o el fonógrafo de Thomas A. Edison.
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Oct 2016
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Ene 2017
Visitas comentadas: Jueves a las 12:00h. y a las 18:00h. Viernes a las 18:00h. Domingo a las 12:00h. Visitas concertadas y con guía propio con reserva: +info
La historia del registro musical y su reproducción a través de los tiempos. Un viaje fascinante que se inicia en los albores del registro sonoro con piezas como el fonoautógrafo de Scott de Martinville o el fonógrafo de Thomas A. Edison.
Este proyecto trata del encuentro feliz de la música con la tecnología a mediados del siglo XIX, de los grandes avances técnicos en el registro y reproducción musical que se han sucedido desde entonces y de cómo estos cambiaron la manera de crear, de escuchar, de sentir y de compartir la música.
Una historia que nos habla de la curiosidad humana y su pertinaz búsqueda del modo en que poder capturar las hermosas melodías de un arte cuyo disfrute era en esencia efímero.
Un emotivo relato, comisariado por Cristina Zúñiga, del equipo de arte de Fundación Telefónica, que se inicia en los albores del registro sonoro con piezas como el fonoautógrafo de Scott de Martinville o el fonógrafo de Thomas A. Edison, camina en paralelo a hitos tan paradigmáticos como el magnetófono, la casete compacta o el discman, y culmina en los más recientes dispositivos de reproducción musical como los reproductores mp3.
La exposición está organizada en torno a tres grandes áreas de acuerdo a la evolución cronológica de los dispositivos y los soportes. El primer apartado, Orígenes, abarcaría los años comprendidos entre 1857 y las primeras décadas del siglo XX; a continuación, Revolución sonora, de los años treinta a los noventa del pasado siglo y, por último, Suena en digital, del 2000 hasta nuestros días. La muestra se completará con una serie de recursos relacionados, tales como patentes, diagramas técnicos, fotografías, audios, carteles y audiovisuales, entre otros.
Este constante progreso tecnológico, como se verá en la exposición, tendrá su impacto inmediato en la cultura y en la sociedad, dando lugar a cambios significativos tanto en la creación, producción y consumo musical como en la propia industria.
La muestra ‘1, 2, 3… ¡Grabando!’ podrá visitarse del 21 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017, en la 4ª planta del Espacio Fundación Telefónica.
| ¿Para qué grabar el sonido? | Mickey Mouse y la historia del sonido en el cine |
Orígenes, del 1857 hasta las primeras décadas del siglo XX
La historia del registro sonoro comienza en 1857 cuando el tipógrafo e inventor parisino Édouard-Léon Scott de Martinville (1817-79) construye un aparato, al que llama fonoautógrafo, que permite registrar las ondas sonoras sobre papel ahumado. Surge así el primer registro de un sonido acústico sobre un soporte. Aunque ideado como herramienta visual para el estudio y análisis del sonido, Martinville imaginó usos diversos, consciente de la importancia de su invento como garante del talento de “aquellos grandes artistas que mueren sin dejar tras de sí el más breve rastro de su genio”.
Sin embargo, el fonoautógrafo no reproducía el sonido grabado, adelanto que se producirá con la aparición, en noviembre de 1877, del siguiente hito tecnológico, el fonógrafo de Thomas Alba Edison (1847-1931), uno de los avances más importantes que transformará por completo la forma de crear y de experimentar la música, sin ser este el propósito inicial de su creador. El fonógrafo fue concebido para el dictado, entre otras funciones –libros sonoros para ciegos, entrenamiento para una buena elocución o “grabaciones de familia”, registro de recuerdos, máximas, consejos y de las últimas palabras de los miembros de la familia– además de para la reproducción de música.
Emile Berliner (1851-1929), ingeniero de origen alemán, iba a dar el paso definitivo hacia una nueva era del sonido al patentar en 1887 el gramófono, un dispositivo de registro sonoro sobre un disco plano. Los primeros aparatos de Berliner solo podían desempeñar una función, por lo que el registro y la reproducción de lo grabado necesitaban de dos dispositivos diferentes, lo que no evitó su popularidad, su demanda y expansión internacional. Además, los discos eran más resistentes que los cilindros, más fáciles de almacenar y transportar. El espacio central del disco podía contener los créditos con la información de la pieza y de la compañía, algo que no sucedía con los cilindros.
Estos avances tecnológicos trajeron consigo cambios significativos en la composición, interpretación y producción musical, y en su consumo por parte del público. Con el primer registro sonoro, y la posibilidad de su reproducción, el hecho musical dejó de ser uno e irrepetible. Ya no hacía falta acudir a la ópera o a las salas de concierto. Ahora se podía disfrutar de la música en cualquier lugar, pudiendo escuchar las piezas tantas veces como se quisiera. La experiencia musical se diversificó, ya no era solo un acto colectivo en un espacio público, podía ser también individual en un espacio privado, en los hogares.
Revolución sonora
No sería hasta 1925 que la grabación y reproducción del sonido se convertirían en un proceso eléctrico, dando así por terminada la llamada era acústica. La implementación eléctrica de los gramófonos y las mejoras en los micrófonos supusieron una transformación del viejo mundo musical en todos los niveles.
Desde el punto de vista del mercado y el consumo, la aportación de Berliner y sus discos planos fue fundamental. El ingeniero de origen alemán no fue solo un inventor de enorme talento, tenía también una formidable visión comercial, como lo demuestra su iniciativa de reproducción masiva de discos a partir de una matriz, lo que le permitió sentar las bases del modelo de negocio de la reproducción musical (las casas discográficas). Propició un nuevo tipo de entretenimiento, la música en casa, que proporcionaría a su vez ingresos millonarios a la creciente industria discográfica.
Los adelantos técnicos se van sucediendo tanto en el formato –el disco– como en el reproductor –el tocadiscos o tornamesa-: el disco evoluciona desde los primitivos recubiertos de cera de Berliner, pasando por la pizarra, el caucho, la vulcanita, el celuloide o la laca Shellac hasta llegar al vinilo. Una de las innovaciones principales fue el microsurco -el surco es tres veces menor, caben más por milímetro y la calidad sonora es mayor- cuyo perfeccionamiento propició la aparición del elepé o disco de larga duración (Long Play en inglés), de 33rpm, lanzado al mercado por Columbia Records en 1948. El tocadiscos, tal y como lo conocemos, aparece en 1925 y se diferencia del gramófono en que es enteramente eléctrico, tanto para girar el plato como como para captar el sonido.
Oberlin Smith (1840-1926), ingeniero estadounidense, concibe y publica una idea para el diseño de un dispositivo, el telegráfono, de registro magnético. Al no patentar su idea, Smith deja la puerta abierta para que otros científicos e ingenieros investiguen en torno a la captura magnética del sonido. Diez años más tarde, Valdemar Poulsen (1869-1942), ingeniero en telecomunicaciones danés, inventa el primer sistema magnético de grabación sobre alambre.
El paso del alambre a la cinta magnética lo dará el ingeniero alemán Fritz Pfleumer (1881-1945), quien en 1928 reviste cinta de papel con óxido de hierro para crear una “cinta de grabación” y concibe la primera grabadora de cinta, a la que llamó “soundingpaper” o “Sound Paper Machine”. En 1934 la empresa alemana AEG (Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft), crea el magnetofón y un año después presentaron en una feria radiofónica en Berlín el modelo K1, el antepasado del reproductor moderno.
En 1963 la empresa danesa Phillips lanza al mercado el primer casete compacto, que patenta libre de derechos para popularizar su uso y convertirse, como lo haría, en el formato estándar a nivel internacional.
El propósito de lograr un aparato sencillo, de tamaño reducido, de poco peso y de escaso consumo se materializará en 1979 con el lanzamiento del Sony TPS-L2, el primer modelo de reproductor estéreo con auriculares o, quizás más conocido por el nombre comercial, esto es, el Walkman de Sony. El Walkman cambió de manera definitiva la forma en que la gente escuchaba la música. El disco compacto, desarrollado conjuntamente por Philips y Sony en 1982, añadió el plus de la alta tecnología aplicada al sonido. El primer reproductor de discos compactos, llamado Discman, fue el D-50 de Sony.
Al disco compacto le sucederá una década de avances en sistemas de discos ópticos digitales de reproducción y almacenaje de datos, música y vídeo: CD-ROM, CD-R, CD-RW, DVD y, recientemente, Blu-ray.
Suena en digital
Al tiempo que el disco compacto y su reproductor gozaban de un gran éxito, un grupo de científicos alemanes, dirigido por Karlheinz Brandenburg (1954), director de tecnologías de medios electrónicos del Instituto Fraunhofer IIS, trabajaba ya desde 1987 en un método para transmitir audios en un formato digital comprimido. Las señales de audio, no comprimidas, de un CD consumen gran cantidad de datos y por tanto no eran adecuadas para el almacenaje y la transmisión. Brandeburg y su equipo desarrollaron una serie de patentes siendo aprobada la tecnología algorítmica en 1992 por el Motion Picture Experts Group (MPEG). Nacía así el tercer nivel de compresión del MPEG1, el MPEG-1 Audio Layer 3 o MP3. En julio de 1995 Brandenburg usó por primera vez la extensión .mp3 en su ordenador.
El primer dispositivo de reproducción mp3 fue el MPMan F10, creado por la empresa coreana Saehan Information Systems y comercializado en 1998.
Pero la verdadera revolución llegaría de la mano de Internet. La creación de un software de intercambio de archivos, el llamado P2P (peer-to-peer), el auge de plataformas como Napster primero (finales de 1999) y MySpace, iTunes, Kazaa, Spotify o Deezer después, así como de aplicaciones y softwares de creación musical –Garage Band, Cubase, Logic, Protools…- abrirán las puertas a fans, melómanos, consumidores e incluso a los propios músicos, a un mundo nuevo, desconocido en sus inicios pero alentador.
El desarrollo tecnológico de los ordenadores, tabletas y smartphnes, el coste asequible de ciertos modelos y su alta popularidad entre los consumidores facilitan una mayor permeabilidad de la música, llegando casi a cada rincón del planeta, y una manera de compartirla sin precedentes.
Este es, de momento, el panorama y, al igual que hace 150 años, no sabemos qué vendrá después, cómo se compondrá la música, cómo se escuchará, o cómo se compartirá. Puede que, incluso, los vinilos y las casetes, que viven en nuestro tiempo una segunda juventud, vuelvan para quedarse, reivindicando el lugar que la nostalgia por el sonido analógico perdido y la satisfacción de poseer piezas de gran valor sentimental reclaman para ambos. Veremos.
Programa de talleres
La exposición‘1, 2, 3… ¡Grabando!’ va acompañada de un programa de talleres elaborado por nuestro equipo educativo. Hay talleres para todas las edades y la inscripción es gratuita.
Actividades paralelas
Durante los meses de la exposición, nuestro auditorio alojará varias charlas y actividades relacionadas con la muestra. Permanece atento a esta web y a nuestras redes sociales para estar al tanto de todo.
20
Oct 2016
Un día antes de la apertura al público de la exposición, a partir de las 19:00, celebramos charla inaugural con la comisaria Cristina Zúñiga, del equipo de exposiciones de Fundación Telefónica; Laura Fernández, responsable de colecciones y exposiciones de Fundación Telefónica; el periodista musical Diego A. Manrique y el productor musical Paco Trinidad. Tras esta charla, se pudo visitar libremente la muestra.