«La estación radiodifusora EAJ-1 de emisiones Radio Barcelona».
Con estas palabras de la empleada radiofónica María Sabater comenzaba la andadura de la radio en España. Era el 14 de noviembre de 1924. Tal fue el interés que despertó esta primera emisión que un mes después en la ciudad ya había más de 80.000 receptores.
El invento, difícilmente atribuible a una sola persona, hacía dos años que había llegado a muchos hogares europeos. Primero fue París, desde la emisora Poste de la Tour Eiffel, que se valía de la famosa torre metálica como antena transmisora; y poco después Londres, cuando en noviembre de 1922 nacía la BBC en el estudio Guglielmo Marconi.
El crecimiento de este nuevo medio de comunicación, creado para informar y entretener, fue imparable. Y es que hasta finales de los años 40, cuando una vez finalizada la II Guerra Mundial la televisión comenzó a popularizarse entre la clase media, las retransmisiones radiofónicas fueron protagonistas indiscutibles de las veladas familiares.
John Cheever, el gran escritor norteamericano del que ya hemos hablado en La Corrala, dedicó uno de sus cuentos a estos aparatos. La radio monstruosa (aquí tenéis el texto traducido al español y aquí el original en inglés), un relato de 1947, narra la historia de los Westcott, un matrimonio burgués que se ve obligado a cambiar un «aparato anticuado, sensible, imprevisible e imposible de reparar» por un nuevo receptor. Por entonces las radios, grandes cajas de madera llenas de detalles, aún eran objetos de lujo (la de los Westcott costaba 400 dólares) y, por tanto, los muebles estrella de los cuartos de estar de la época.
Unos años después, en 1955, el cineasta español José Luis Sáenz de Heredia dedicaba una de sus películas a este invento, en especial a la figura de los radioyentes. Historias de la Radio recoge tres episodios protagonizados por grandes actores de la época que se enlazan a través de la relación entre Gabriel, el locutor del programa interpretado por Francisco Rabal, y Carmen, su prometida. Y es que, como también atestigua la siguiente fotografía, tomada por el gallego Virxilio Vieitez en 1960, durante muchos años la radio siguió despertando pasiones en España. En ella vemos a Dorotea de Cará, una mujer a la que su hijo, emigrado a Venezuela, le había enviado dinero para que se comprase una radio que le hiciera compañía.
En la actualidad, a pesar del amplio abanico de formas de entretenimiento que tenemos disponible en nuestros hogares, la radio sigue gozando de buena salud. Este sábado 13 de febrero se celebra el Día Mundial de la Radio 2016 y en esta ocasión está dedicado a uno de los servicios más valiosos que sigue prestando este medio de comunicación: la ayuda que ofrece en «tiempos de desastres y emergencias».