Ciclo Mi momento espAcial
29.06.2020

Mi momento espAcial: José Manuel Sánchez Ron

¿Cuál es el momento más espAcial que has vivido con nosotros? Con motivo de nuestro octavo aniversario, hemos lanzado esta pregunta a algunos de los amigos y amigas que nos han acompañado a lo largo de estos años. Y nos han regalado sus respuestas. Nace así #MiMomentoEspacial.

El de José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la ciencia y miembro de la Real Academia Española, no es solo un recuerdo inolvidable vivido en nuestro Espacio, sino también una reflexión en torno a una cuestión central en nuestra actividad y nuestra razón de ser: la historia de las telecomunicaciones.

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Avanzamos por la vida casi a trompicones, aunque el recuerdo los vaya nivelándolos disfrazándolos de “normalidad”. Pero nunca esa supuesta “normalidad” es lo suficientemente poderosa como para difuminar, borrar incluso, algunos momentos de nuestras vidas. De esos momentos, familiares aparte, yo atesoro un buen número.

Uno de ellos tiene que ver con la Fundación Telefónica. En concreto con la publicación de un libro que, a instancias de la Fundación, escribí:Pequeña historia de las telecomunicaciones’ (Fundación Telefónica-Lunwerg, 2012), al que acompañaron dibujos de Jacobo Fernández. Se trataba de desentrañar la historia de algo tan fundamental para nuestra especie como los medios a través de los cuales nos hemos comunicado, y lo hacemos ahora. Y hacerlo sin faltar al rigor histórico, pero al mismo tiempo de una manera accesible para cualquiera, independiente de la educación que hubiera recibido.

En alguno de mis libros anteriores -por ejemplo, en ‘El poder de la ciencia’- me había ocupado de episodios determinados de esa historia, en particular del desarrollo de la telegrafía (primero con hilos -terrestre y luego submarina-, y más tarde inalámbrica, esto es, la radio), un episodio íntimamente asociado a la historia del electromagnetismo decimonónico, que cambió radicalmente la historia de la humanidad (nunca dejo de explicar a mis alumnos de ‘Historia de la ciencia’ lo que significó el establecimiento en 1866 del primer cable submarino de telegrafía que unió Europa y Norteamérica). Pero nunca me había detenido en estudiar la historia completa de las comunicaciones, que de hecho es tanto como decir la de la historia de la humanidad. Así, en el primer capítulo traté nada más y nada menos que de ‘El habla, los lenguajes y la escritura’. Y así hasta el último, ‘Telecomunicaciones y globalización’.

Es difícil expresar, aunque fácil de comprender, las sensaciones que surgen al enfrentarse y ser consciente de, por un lado, las facultades físicas de los humanos que nos permiten articular sonidos formando fonemas y sintagmas, constituyendo lenguajes, y por otro nuestra capacidad de pensamiento simbólico con la que, asociada a las facultades anteriores, construimos mundos cognitivos y explicativos que transmitimos de generación en generación. Desde este punto de vista se puede comprender lo que decía: que la historia de las comunicaciones – que a partir de un cierto momento encontró un aliado en la tecnología, las telecomunicaciones – se confunde en buena medida con la propia historia de la humanidad.

El libro tuvo otra secuela, esta para mí mucho más novedosa y, en este sentido, atractiva: la composición – en la que participé como asesor, casi se podría decir como “uno de los guionistas” – de un cuento digital, diseñado para niños de entre 6 y 12 años: ‘Descubriendo las telecomunicaciones con Mobi y Fono’, que todavía se puede descargar gratuitamente en la página de la Fundación Telefónica. Se trataba de aprender jugando y resolviendo problemas. Mobi era un jovencísimo teléfono del siglo XXI, y Fono su abuelo, que creció en medio de esos teléfonos ahora objetos de museo con discos agujereados para marcar los números. No solo disfruté contribuyendo a pensar en algunos de los juegos y preguntas que Mobi y Fono plantean en el cuento, sino más incluso con el contacto que tuve con los encargados de hacer realidad la idea, alumnos del Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital (U-TAD), un centro dedicado a la formación de profesionales ingeniería, negocios, arte y diseño digital.

Para mí, esa experiencia constituyó un soplo de aire nuevo. No todo el mundo actual se reduce a lo digital, pero vivir al margen de él es imposible, a menos, claro, que se acepte o pretenda vivir fuera del mundo. Del de hoy y del, mucho más, de mañana. El mundo, los mundos, propios de la empresa de la que forma parte la Fundación Telefónica.

Por José Manuel Sánchez Ron