Exposición Nosotros, Robots
20.11.2018

Los robots que nos enamoraron

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Con la excusa de la exposición Nosotros, Robots – hasta el 3 de febrero en la 3ª planta- parte del equipo de Espacio Fundación Telefónica hemos querido hacer un homenaje a los robots más entrañables, carismáticos u originales de nuestras vidas. Para que disfrutes tanto como nosotros recordándolos, además los hemos ilustrado y animado de una manera especial. Te invitamos a dejar un comentario hablándonos de ese robot inolvidable para ti.

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Astro Boy

“No había oído hablar jamás del manga ni del anime, y es que la cultura japonesa no había llegado todavía a provincias, cuando me regalaron una bonita taza de desayuno con un dibujo molón: un niño-robot de cara redonda y sonriente. Entonces, investigué un poco. Astro Boy (‘Tetsuwan Atom’, en su lengua original;  literalmente ‘Átomo, el brazo poderoso’) es obra del legendario historietista, animador japonés y dios del manga Osamu Tezuka. Una serie con mucho arraigo en el país nipón, que el dibujante publicó de 1952 a 1968. La historia recuerda un poco al cuento de Pinocho: el Dr. Tenma creó a Astro para reemplazar a su hijo Tobio (Atom en japonés), fallecido en un accidente automovilístico. El científico da vida así a este androide con apariencia y sentimientos humanos. Y de las páginas de un tebeo, a una serie de animación, a varias pelis con varios remakes y al olimpo de la cultura popular. Cuando vuelva a Japón, tengo que visitar el museo Tezuka, en Takarazuka, para comprarme una taza nueva de Astro Boy”. [Adriana Herreros]

Tamagotchi

“Siempre conocías a un amigo de un amigo que tenía a un Tamagotchi de varios años de edad. Lo veías nacer, crecer y fallecer, aunque dependiendo de la pericia de cada uno su esperanza de vida se alargaba más o menos. Tenías que alimentarlo, asearlo, jugar con él y regañarlo si se comportaba mal. Fue el juguete más famoso de los 90. ¿Quién no tuvo uno? Pasó a la historia como el primer ejemplo del desarrollo de un vínculo emocional con una máquina. Con un funcionamiento simple y una pantalla pixelada enganchó a los pequeños, pero también a los padres.
Se han vendido más de 82 millones de Tamagotchis en todo el mundo. Ahora, sus fans estamos de suerte ya que Bandai ha vuelto a comercializarlos este 2018. La esencia permanece, aunque esta famosa mascota virtual también se adapta a la evolución tecnológica y ya podemos disfrutarla a través del teléfono móvil y mediante la realidad aumentada. ¿Te ves preparado para cuidarla de nuevo?”
[Ignacio Cayetano]

Doraemon

 “Nunca pensé en Doraemon como un robot. Los que veía de pequeña solían ser blancos o grises, con formas más cuadradas o rectangulares, voz de máquina… Y Doraemon era un gatito como de peluche, con una voz similar a la de las personas. Pero la realidad es que sí, es un gato robot. Lo crearon en el siglo XXII y lo enviaron al pasado para ayudar a Nobita, un niño vago y un poco torpe. Lo que más me llamaba la atención de Doraemon era ese bolsillo del que salían millones de inventos chulísimos, que hacían la vida más fácil y divertida (aunque a veces fallaban o el gato robot se equivocaba de invento). La parte positiva de Doraemon es que ya nos adelantaba que la tecnología nos iba a facilitar mucho el día a día (también que existían robots buenos, que hace unos años la mayoría eran un poquito agresivos…)” [Leyre Paredes]

Roy Batty

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tanhäuser… Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es tiempo de morir”. ¿Quién no empatizó con Roy Batty nada más pronunciar uno de los monólogos más brillantes en la historia del cine?
Las palabras de este replicante -un ser orgánico creado mediante ingeniería genética- han resonado e influenciado en la literatura y ciencia ficción de los últimos treinta años. Su travesía a lo largo de Blade Runner no es más que una alegoría a la vida. Batty se cuestiona la finalidad de su propia creación. No es precisamente el deseo de vivir, sino el temor a la muerte, como cualquier ser humano. La evolución de sus emociones, de naturaleza impropia para un humanoide, alcanzan el culmen en el enfrentamiento final con Rick Deckard, en una reflexión que recuerda lo efímero de nuestros recuerdos, los cuales beben de los sentimientos y mueren con el fin de nuestra existencia.” [Javier Gago]

BB-8 

«BB-8 me recuerda un poco a mi gato Bemol. También es blanco y naranja y como él se pega unas carreras increíbles. El famoso droide es el fiel escudero de Rey -la protagonista de Star Wars VII: El despertar de la fuerza– y, como yo, Rey también se lo encontró en un momento en que estaba en problemas y decidió cuidarlo.
Tierno y súper listo, gracias a él me he reconciliado -o mucho más que eso- con las capacidades de los robots, que más allá de ofrecernos soluciones a problemas, a veces pueden hacernos experimentar nuevas emociones. De hecho, ya muchos sirven de ayuda en numerosas terapias. No me importaría adoptar a BB-8, y más si viene con un cajón con herramientas para todo.»
[Ylenia Álvarez]

 Marvin

“Marvin, el androide paranoide, es un entrañable personaje de la Guía del Autoestopista Galáctico de Douglas Adams. Marvin tiene una gran personalidad, pero está profundamente deprimido. Es un robot superinteligente, capaz de operar matemáticas muy complejas y manejar cualquier posible aparato tecnológico. Resolver el mayor problema astronómico es una trivialidad para él. Para su desgracia, en pocas ocasiones tiene la oportunidad de demostrarlo. Su vida se limita a realizar tareas menores como abrir puertas, recoger papeles o acompañar a invitados. Como consecuencia, Marvin odia a todo el mundo y se queja constantemente de lo inútil de la existencia.
Marvin es una inteligencia artificial consciente del ridículo lugar que ocupa en el universo, y ese conocimiento le produce una profunda infelicidad, despertando nuestra compasión y otorgándole un carácter más humano que el de las personas que le rodean. ¿Cómo no querer al pobre Marvin?” [Miguel Iturbe]

Andrew

“En la película El Hombre Bicentenario’, Robin Williams consigue dar vida literalmente a este robot tan entrañable. Andrew es un robot NDR y está destinado a estar al servicio de la familia Martin, sin embargo, poco a poco desarrolla talentos creativos de lo más variado. Por cosas como esas es un robot defectuoso, ya que no se limita a cumplir órdenes -como los otros de su especie- y piensa por sí mismo. Además, Andrew quiere por encima de todo parecerse a los humanos. Quiere sonreír, quiere llorar, quiere sorprenderse, pero no puede debido a la “anatomía de su cuerpo”. Todos sus circuitos internos le hacen “sentir” que no puede expresar sus sentimientos, y justo eso es lo que le hace más humano.
Es un robot muy querido por los fans de este género cinematográfico. El hecho de parecerse a un humano inocente, sin maldad, que solo aprende buenas maneras y acciones, hace que todos quisiéramos tenerle entre nuestros familiares o amigos”. [Ángel Ruiz]

Baymax

«La película Big Hero 9 es la adaptación de un cómic Marvel de finales de los años 90, un cruce entre manga y tebeo convencional que contaba con una buena legión de fans.

Disney se tomó algunas libertades al llevarlo a la gran pantalla, dulcificó los personajes pero sin perder su esencia. Sin duda, la gran sorpresa de la película es Baymax, un robot programado como asistente médico que se convierte en compañero incondicional del protagonista Hiro.

Baymax es un robot hinchable, cómico sin pretenderlo, totalmente fiel a sus líneas de código. Su aspecto lo hace entrañable, es como esa tirita que te pone tu madre aunque no la necesites y que aún así te hace sentir mejor. Capaz de entregar su vida por Hiro y por toda la humanidad. Nadie puede resistirse al robot más achuchable de la historia». [Javier Tascón]

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Ilustración y animación: Javier Tascón