De Intangibles
‘Intangibles’ no busca hacer arte a partir de obras del pasado. Su filosofía consiste más bien en, a partir de la nueva realidad tecnológica, ofrecer una vivencia ampliada de algunas de las obras más destacadas de la Colección Telefónica.
En #EspacioIntangibles no hay paredes blancas con cuadros rotulados. Ni vitrinas de cristal intocables. Se trata de un concepto radicalmente distinto que invita al visitante a entrar, tocar, moverse dentro de la pieza. “Una forma de acercarse a obras del pasado con las herramientas del presente”, en palabras de Mónica Bello.
Por eso, Daniel Canogar recomienda al público que no espere recibir lecciones de arte. “Esta exposición les invita a renegociar su relación con la obra de arte y a entender cómo la tecnología está cambiando nuestra forma de crear y ver arte”. El objetivo no es la apreciación detallada de la obra, sino la conexión con el visitante.
Esta exposición no tiene nada que ver con la experiencia tradicional de ver físicamente una obra de arte que, como explica la arquitecta de exposiciones Marta Redondo, “es incomparable”, y una forma única de conocer una obra. “En ‘Intangibles’, lo importante es lo que queremos contar, y la tecnología ayuda a que el relato expositivo sea más rico y accesible a determinados públicos”, explica. Esta vocación divulgativa y democratizadora del arte busca que, en la era de la información y el conocimiento, las obras del pasado no se alejen de las nuevas – y no tan nuevas- generaciones. Darles una nueva vida.
«El objetivo de ‘Intangibles’ es dar un paso más en la exploración de las motivaciones del artista» – María Santoyo.
“Me gustaría que ‘Intangibles’ fuera una experiencia visual y vivencial, que lograra chocarme lo suficiente como para querer saber mucho más de cada uno de los artistas”. Estas palabras de Peio H. Riaño plasman a la perfección el espíritu del proyecto. Esa es precisamente su intención: abrir la puerta al usuario a una experiencia de conocimiento, a querer saber más. A explorar las ideas y motivaciones del artista, y dar continuidad a esas experimentaciones a través de la tecnología. Y, de este modo, percibir el arte no como algo ajeno, sino como una reflexión que sigue siendo actual y aborda temas que tienen que ver con ellos o ellas.
Cuando escuchó hablar del proyecto, la comisaria de exposiciones María Santoyo esperaba encontrar en ‘Intangibles’ es “una experiencia enriquecedora que, a través de la tecnología, me condujese a un conocimiento más amplio de la obra de arte en cuestión”. La clave es el nuevo abanico de posibilidades que abre la tecnología, y así lo ve también la periodista Mar Abad. Del proyecto, ella aspira a “aprender hacia dónde vamos desde el punto de vista tecnológico pero, sobre todo, humanístico. Me gustaría aprender de manera fácil y entretenida sobre lo que se asocia a la Fundación Telefónica: cultura, tecnología y futuro”.
Por supuesto, el objetivo es ambicioso y los medios pioneros. Por eso, #EspacioIntangibles se enfrenta a diferentes retos, como bien señalan estos expertos. “Para mí, el mayor riesgo del proyecto es que esté muy sometido a la integridad de la obra original”, señala Daniel Canogar, “y que eso impida experimentar de una forma radical”. María Santoya, por su parte, señala el peligro de caer en el efectismo, “en una experiencia lúdica e inmediata que no genere un poso de conocimiento”. Para Marta Redondo, el mayor desafío reside en el público, en «que se sienta cómodo en este espacio y que se cumplan los objetivos del relato que queremos transimitir».
En otras palabras, ‘Intangibles’ no es una exposición de arte al uso. Tampoco un espectáculo meramente lúdico. Es una puerta abierta, una invitación a vivir una experiencia significativa, compartida e interactiva en relación a las obras de algunos de los artistas más conocidos el arte contemporáneo.
¿Te atreves?
Visita ‘Intangibles. Una exposición digital de la Colección Telefónica’, disponible en la tercera planta de Espacio Fundación Telefónica hasta el 23 de febrero. Por tu cuenta, o en una de nuestras visitas comentadas.
Por Blanca Del Guayo