*Cinco minutos es el tiempo medio que se tarde en leer esta entrevista.
Pegamento, tijeras, lápices y cartulinas de colores. Esas son las principales armas para crear un fanzine, una publicación autoeditada que ha servido como canal de expresión de diferentes movimientos contraculturales desde principios del siglo XX. Entre ellos, por supuesto, también los feminismos. Justo es por eso que en esta semana -en la que Espacio Fundación Telefónica ha centrado su programación en las mujeres- queremos adentrarnos en esta unión: feminismo y fanzine.
Andrea Galaxina -en realiad Andrea Díaz Cabezas- es licenciada en Historia del Arte y está especializada en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual. En 2009 creó la microeditorial Bombas para Desayunar con la que lleva publicados 59 títulos y hoy sigue con ella además de realizar el podcast musical Tirando Bombitas. En 2017 publicó el libro ¡Puedo decir lo que quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera!, en el que hace un repaso a la genealogía del fanzine hecho por mujeres en España. Por si fuera poco, también lleva el departamento de fanzines de la Biblioteca de Mujeres.

Allá por 2007 empezaste a hacer fanzines, ¿recuerdas cómo surgió y por qué?
En 2007 yo estaba en la universidad y desde que conocí los fanzines había querido hacer alguno, pero nunca me había atrevido a dar el paso. En ese momento, junto con un amigo, hablamos de la posibilidad de hacer uno juntos donde poder escribir sobre las cosas que nos gustaban. Así surgió Patita de Fauno, que era un folio doblado que repartíamos por la facultad de manera anónima y gratuita. En él hablábamos de música, pelis, cómics… Hacíamos historietas, haikus, ¡y hasta tenía una sección de animales raros! La verdad es que aprovechábamos a tope el espacio de un A4, y aunque no éramos muy prolíficos —en tres años sólo sacamos tres números—, me sirvió para quitarme ese miedo a empezar a hacer. A partir de ese momento no paré.
«Aunque ha habido un montón de chicas en muchas escenas haciendo fanzines, siempre han estado de algún modo ensombrecidas»
De hecho, 12 años después sigues lanzándolos, ¿enganchan? ¿Qué tiene este formato que no tengan otros?
No diría que enganchen, pero sí es verdad que cuando necesitas decir cosas o canalizar lo que piensas y lo que haces de forma plástica o creativa, el fanzine es un formato muy adecuado. Es barato, superaccesible y no necesitas saber hacer nada en particular para hacerlo. Además no ocupa mucho espacio, es muy manejable y la cantidad de posibilidades para experimentar que ofrece son infinitas.
¿También en el mundo del fanzine las mujeres han pasado desapercibidas?
Sin duda. Aunque ha habido un montón de chicas en muchas escenas haciendo fanzines, siempre han estado de algún modo ensombrecidas. Por ejemplo, en la poca bibliografía que existe sobre prensa, comic underground o fanzine en español, el porcentaje de fanzineras que se cita es ridículo, por no decir que no se cita a ninguna. En los eventos fanzineros su presencia era anecdótica, etc. Y como digo siempre, el mundo del fanzine es también muy ‘machirulo’. Por suerte, esto está cambiando un montón.
¿Por qué es tan importante la labor de la Biblioteca de Mujeres en este caso?
La importancia de labor de la Biblioteca de Mujeres es inconmensurable y todos los días me tiro de los pelos porque no sean conscientes de esto las personas que dirigen el cotarro. No solo porque el trabajo de búsqueda y recopilación ha sido y es inmenso, ni porque este trabajo se hace desde el completo conocimiento en la selección de fondos, ni porque haya surgido del esfuerzo y pasión incansable de una mujer —Marisa Mediavilla— apoyada por muchas otras. Sino porque la labor de recuperación y conservación de la memoria (del trabajo de miles de mujeres que a lo largo de la historia han sido olvidadas, silenciadas o directamente ignoradas) es necesario para poder crecer como sociedad consciente y responsable. El hecho de que la Biblioteca de Mujeres exista es una de las mayores y mejores suertes que existen en este país y me cuesta muchísimo entender el por qué del maltrato al que se le está sometiendo. Ojalá más gente sea consciente de esto, conozca la Biblioteca y haga fuerza para que de una vez por todas encuentre un lugar en el que estar y crecer con garantías.
«El fanzine ha servido [para muchas mujeres] como espacio de socialización y de construcción de identidades, para reafirmarse, empoderarse y para poder hablar de cuestiones difíciles.»
¿Cómo ha contribuido el fanzine a la causa feminista?
El fanzine fue muy importante en los inicios de la tercera ola. Algunos de los movimientos que empiezan este nuevo momento del feminismo, como el riot grrrl, utilizaron el fanzine como medio para difundir sus idearios y para conectar chicas a lo largo y ancho del planeta. Ha servido, para muchas, como espacio de socialización y de construcción de identidades, para reafirmarse, empoderarse y para poder hablar de cuestiones de las que era muy difícil hablar en otros lugares. Los fanzines han sido y son una herramienta pero también, en muchas ocasiones, la materialización del activismo cultural feminista.
¿Cómo ha sido la presencia de mujeres en el mundo del fanzine español?
Como decía antes, las mujeres fanzineras en España siempre han estado en un tercer plano a pesar de que algunos fanzines increíbles han estado promovidos por chicas. Se me ocurre, por ejemplo, ‘Mondo Brutto’, que es una de las publicaciones subterráneas más importantes de por aquí y que entre sus fundadores está Grace Morales; o el imprescindible Indigestión de fanzines de Elena Cabrera, que era un directorio donde había información práctica sobre (casi) todos los fanzines que se publicaban en España a principios de los 90. Después ha habido fanzines increíbles hechos por chicas como por ejemplo Miau!, de las hermanas Damunt, Mati Balseiro y Maripaz Velázquez; Fempunk, Amora… Sin embargo, ahora y desde hace unos pocos años está habiendo un cambio importante en la escena del fanzine y la presencia de mujeres es cada vez más y más grande y su papel está siendo capital en la configuración de esta escena.