
Comisariada por Miguel A. Delgado y María Santoyo, la muestra analiza los antecedentes reales detrás de la literatura y explora las derivas iconográficas de los monstruos y las creaciones de los científicos locos en la cultura popular, pulp y underground desde los años 60. Para explorar todas estas ramificaciones, la exposición cuenta con piezas originales de la Filmoteca Española, los Museos Complutenses y varias colecciones privadas inéditas que podrán verse en la segunda planta del Espacio Fundación Telefónica desde el 16 de junio hasta finales de octubre.
Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau repasa a fondo seis libros repartidos en tres bloques: el monstruo (Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley y La isla del doctor Moreau de H.G. Wells), el doble (El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson y El hombre invisible de H.G. Wells) y el autómata (El hombre de la arena de E.T.A. Hoffmann y La Eva futura de Auguste Villiers de L’Isle-Adam). Con estos libros, obtenemos una panorámica de los grandes temas del siglo XIX.
El monstruo
De aquella noche en Villa Diodati surgieron muchas historias terroríficas, pero ninguna ha dejado la huella de Frankenstein. La novela pionera de Shelley planteaba la analogía entre científico y creador divino, combinando el terror gótico con planteamientos propios de la ciencia ficción moderna. Con Frankenstein nació una figura esencial en la literatura y la cultura popular: la del científico loco, el doctor chiflado, el mad doctor.
A comienzos del siglo XIX, la química y la electricidad eran dos ciencias en pleno desarrollo que parecían capaces de ofrecer respuesta a una pregunta milenaria: ¿cuál es la naturaleza de la vida? Mary Shelley no era ajena a estas corrientes de pensamiento. Su obra se inspiró tanto en el mito de Prometeo, en El paraíso perdido de Milton, en los experimentos de Luigi Galvani con la electricidad en los músculos y en las especulaciones de Erasmus Darwin sobre la reanimación de microorganismos muertos.
Sin embargo, la novela tiene un trasfondo es profundamente moralista, ya que la osadía prometeica de Victor Frankenstein le acarrea terribles consecuencias. La creación de seres artificiales es una invención tan prodigiosa para unos como ofensiva para otros. Un debate de hondas raíces mitológicas y literarias que continúa presente en los laboratorios biogenéticos.