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29.12.2015

Cuatro curiosidades de ‘Julio Verne. Los límites de la imaginación’

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Seleccionamos varias historias que te permitirán adentrarte en el fascinante universo verniano y disfrutar al máximo de tu visita a la exposición

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1 • Una primicia en castellano

MobilisNada más entrar en la exposición, bajo las obras completas del autor, encontramos una primera edición mundial de 20.000 Leguas de Viaje Submarino.

En marzo de 1869, Pierre-Jules Hetzel, el editor de Verne, decidió publicar la novela por capítulos en su Magasin d’Éducation et de Récréation. Algunos meses después y gracias a un acuerdo con Hetzel, la imprenta Tomás Rey y Compañía comenzó a publicar también por entregas la novela en España. Era 1869, un año antes de que comenzara la Guerra Franco-prusiana, y en pleno clima prebélico Hetzel se encontró con que cada vez le costaba más conseguir los materiales necesarios para imprimir. Ambas ediciones terminaron de publicarse a la vez, pero sólo Tomás Rey pudo ofrecer a sus lectores la posibilidad de comprar todos los folletines juntos, en formato libro, e ilustrados con grabados. Podrás ver uno de estos valiosos ejemplares en el ámbito llamado Gabinete Verne.

2 • Orson Welles y La vuelta al mundo en 80 días

Welles

En 1946 hacía cinco años que Orson Welles había estrenado Ciudadano Kane. Esta película, su ópera prima, le había valido la entrada en Hollywood por la puerta grande. Durante ese tiempo, además de trabajar como actor en varias producciones, había dirigido El cuarto mandamiento y El Extraño, otras dos obras maestras. Fue nada más terminar de rodar esta última cuando se decidió embarcar en un nuevo proyecto: llevar La Vuelta al Mundo en 80 Días, uno de sus libros preferidos de juventud, al teatro.

El espectáculo, llamado Around the world, era una adaptación musical de la novela a cargo del compositor Cole Porter y el propio Welles, autor del libreto. Esta “extravagancia musical”, como la llamaban sus creadores, se estrenó en Broadway en mayo de 1946. Con un elenco de 70 actores y más de 50 técnicos, un elefante y un circo en escena, cada función resultaba costosísima. Después de 75 representaciones se vieron obligados a interrumpir el espectáculo.

Tras el fracaso de la empresa, Welles debía mucho dinero a Harry Cohn, uno de los productores de la obra. Cohn, que era el presidente de Columbia Pictures entonces, le ofreció zanjar la deuda a cambio de actuar y dirigir gratis su siguiente película. Por suerte, al menos para todos los aficionados al cine, Welles aceptó el trato y juntos hicieron La dama de Shanghai.

3 • El delicado recuerdo de un hito científico

Mobilis in mobilis PARTITURA DE JOSE LUBET Y ALBENIZBajo el lema del Nautilus, Mobilis in Mobili, la exposición reúne la obra de varios personajes influenciados por las novelas que Verne ambientó en el medio marino.

Una de las vitrinas está dedicada en su totalidad al científico y militar español Isaac Peral, admirador del escritor. Peral, inventor del primer submarino torpedero propulsado con energía eléctrica, gozó durante un tiempo de gran fama entre sus contemporáneos. Dedicados a su persona, en ‘Julio Verne. Los límites de la imaginación’ se exponen objetos de lo más dispares: un ejemplo de literatura de cordel y cajas de cerillas que narran episodios de su vida, una fotografía autografiada, la partitura de un pasacalle dedicado al submarino… Pero, sin duda, la pieza más llamativa es el abanico conmemorativo del 8 de septiembre de 1888, el día de la botadura de la nave.

Con el retrato de Peral en el extremo izquierdo, el submarino en el centro, y a la derecha, el peñón de Gibraltar, enclave que algunos militares confiaban en recuperar ayudados por esta nueva arma, este fue el regalo que se entregó a las damas que presenciaron el acontecimiento aquel día caluroso de finales de verano.

4 • El gran timo de la Luna

Luna2Era 1835 cuando Edgar Allan Poe publicó La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall, un relato en el que el protagonista, harto de su vida, decide huir al lugar más lejano posible. Inspirado por la lectura de un libro, Hans construye un globo y pone rumbo a la Luna.

Ese mismo año Richard Adams Locke, un periodista de The New York Sun, publicó seis artículos en los que revelaba al mundo los descubrimientos que John Herschel, un astrónomo muy conocido en la época, había hecho sobre la existencia de vida selenita. Bajo el seudónimo Dr. Andrew Grant, Locke afirmaba que el científico, que en ese momento se encontraba trabajando en Sudáfrica y, por tanto, permanecía ajeno a las publicaciones, había avistado castores inteligentes, unicornios y algo parecido a seres humanos alados viviendo en la Luna.

Al año siguiente, en 1856, Leopoldo Galluzzo y Gaetano Dura realizaron La cara oculta, una serie de litografías inspiradas en ese timo de Locke. En estas obras, presentes en la exposición, aparecen algunos de estos extraños habitantes que, estamos seguras, harán las delicias de todos aquellos que os animéis a visitar ‘Julio Verne. Los límites de la imaginación’.