Y tú, ¿qué libro estás leyendo? Lee, comparte y recomienda autoras.
Sin duda, algunos de los mejores libros de los últimos meses han sido escritos por mujeres. Y a los premios acumulados, nos remitimos. ‘Nuestra parte de noche‘, de la argentina Mariana Enríquez ha recibido el Premio de la Crítica 2019 en la categoría de Narrativa. Pero es que ya contaba con el Premio Herralde de Novela 2019, el Premio Kelvin 505 a la mejor novela original en castellano (Festival Celsius 232 de Avilés) y el Premio Celsius a la mejor novela de fantasía, terror o ciencia ficción en español (Semana Negra de Gijón). La literatura de género ahora es mainstream y una escritora, la reina.
La escritora mejicana Valeria Luiselli y su ‘Desierto sonoro’ es otro de los libros de esta época extraña. Un nuevo clásico que rompe moldes merecedor del Premio Rathbones Folio, la primera mujer en ganar el premio desde su creación, en 2013. Y finalista del Premio Booker 2019, un logro enorme. Y es el año también de la flamante Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020, Anne Carson –leed su deliciosa obra ‘La belleza del marido’– y de la poeta Louise Glück, que acaba de recibir el premio Nobel de Literatura 2020, como autora de más de una decena de poemarios ampliamente reconocidos por la crítica.
Nos unimos a la iniciativa #LeoAutorasOct, que surgió en 2016 de entre un grupo de habituales a las redes sociales, para poner de manifiesto que leemos autoras, disfrutamos y aprendemos con las obras de las escritoras, y que cada vez más, los libros escritos por mujeres ocupan un mayor espacio en nuestras estanterías y maletas. Ahí van nuestras nuestras lecturas más recientes.
‘Los años oscuros’, Eva Gallud
“La luz define, moldea, atraviesa. La luz es mirada pura. Solo la luz nos ve como realmente somos. Toda mirada es un acto de enjuiciamiento”, dice la poeta y traductora Eva Gallud en ‘Los años oscuros’, su primera novela, publicada este otoño por la editorial Dieciséis. Es muy difícil brillar con una ópera prima, pero esta novela sorprende por la delicadeza con la que está escrita y la fuerza del mensaje que transmite.
Con esta historia intimista, llena de preguntas que establecen un diálogo con el lector, Eva Gallud nos habla del paso del tiempo, del momento drástico en que una vida cambia cuando es tocada por la enfermedad, de la figura de un padre ausente y el intento de una hija por hallar algo de luz rascando en el laberinto de espejos de la memoria cuando todo parece haber sido devorado por las tinieblas. Pero, sobre todo, a lo largo de las páginas de esta novela encontramos una poderosa reflexión sobre la sociedad en que vivimos y las ataduras a las que nos somete. Partiendo de un tema familiar y sencillo, nos adentramos en una novela que nos habla de las diferentes formas del miedo y de cómo la incertidumbre es en ocasiones la compañera de viaje de este siglo. Un libro que no debería pasar desapercibido especialmente en un año de pandemia en el que muchos, de algún modo, buscamos respuestas a grandes incertidumbres. Esther Ginés
‘Apegos Feroces’, Vivian Gornick
Esta señora feminista de 85 años, toda una referente en EEUU, escribió ‘Apegos Feroces’ en 1996… Pero hasta 2017 no la pudimos leer en español (por cortesía de la editorial Sexto Piso).
Su manera de explicar su propia historia y su lugar en el mundo te atrapa y te envuelve, y te coloca frente a grandes cuestiones que van más allá de las relaciones entre madres e hijas o el esplendor de la ciudad de Nueva York: la memoria, el relato colectivo, la cultura del amor, la Historia, la madurez o la incomunicación… todo ello a través de una fantástica crítica social y cultural.
Lo que podríamos llamar “segunda parte”, ‘La mujer singular y la ciudad’, fue escrita 20 años después: una lectura estimulante a la par que serena que se centra más en la dualidad “independencia/soledad” (el juego de palabras con “odd” es bien interesante) y mantiene las mismas pulsiones que su predecesora. Por último, no quiero irme sin recomendar también su último libro: ‘Mirarse de frente’ (2019) cuyo título resume, en definitiva, de lo que va todo esto. Sara Cabanes
‘En la noche de los cuerpos’, Esther Ginés
En el #DíaDeLasEscritoras, me siento agradecida por esas voces en femenino que me acompañan a través de historias y situaciones que no conozco, a veces por no haber tenido la oportunidad y otras por no haber tenido el valor. Y me invitan a pensarme a mí misma en ellas, a empatizar. Juntas. Así me sentí leyendo ‘En la noche de los cuerpos’, de Esther Ginés.
Un artista obsesionado con trascender, con su musa, con un ideal que lo es todo, y que con todo arrasa. Los límites de la obsesión -¿existen?-, los riesgos de la toxicidad, el cautiverio de las propias decisiones. La adicción del amor, de la entrega. ‘En la noche de los cuerpos’ navega en esas aguas oscuras, quietas pero difíciles, profundas. Una narración que quise saborear hasta el final, que terminé con un suspiro y con la sensación de haber puesto el corazón en una historia muy personal. Porque qué difícil es ponerse en el lugar del que ha perdido el control. Y qué bonito hacerlo con esta historia.
Un detalle especial del volumen editado por adeshoras: la pintura que ilustra la portada es un lienzo creado por la artista figurativa expresionista Soledad Velasco expresamente para esta novela. Una escritora y una pintora, unidas en una historia que es una mirada al papel de la mujer en la creación artística. Blanca Del Guayo
‘El silencio de la ciudad blanca’, Eva García Sáenz de Urturi
Con la publicación en 2016 de ‘El silencio de la ciudad blanca (Planeta)’, la escritora Eva García Sáenz de Urturi dio un giro en su narrativa presentando su primera novela negra. Una obra literaria diferente a las que nos tenía acostumbrados desde que comenzó su trayectoria en 2012, pero quizá la más cercana a su esencia por el papel destacado que cobra Vitoria, su ciudad natal, y todo el material histórico y arqueológico con el que nutre la trama de la novela.
‘El silencio de la ciudad blanca’, que da comienzo a una trilogía de ficción policíaca, cuenta la historia de un asesino serial que atemorizó a toda una ciudad a mediados de los 90 y que, veinte años después, vuelve a retomar sus crímenes. Junto a Unai López de Ayala, un carismático inspector de policía especializado en perfiles criminales, recorreremos las calles de una Vitoria cargada de mitología y leyendas que se convertirán en pistas claves para atrapar al asesino múltiple. La escritora rinde así su particular homenaje al folclore vasco, un pasado envuelto en suspense que no deja pasar el lado más oscuro de las tradiciones. A menudo con ‘flashbacks’, la autora introduce episodios del pasado con una mirada crítica a la cultura patriarcal y a las relaciones de poder, dominación y privilegios tejidas entre hombres y mujeres durante la España más conservadora. Celia Sánchez
‘Los pazos de Ulloa’, de Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán, siendo coetánea de mi paisano Benito Pérez Galdós, nunca gozó de un reconocimiento similar al que sí disfrutó el escritor canario. Fue una persona todoterreno con el interés y la pericia suficiente para adentrarse en todos los ámbitos de la palabra escrita, desde la novela, el ensayo, la poesía y la crónica de viajes y, por supuesto, el periodismo. De hecho, representó en España la corriente literaria del Naturalismo. Además, fue precursora en la defensa de los derechos de las mujeres, actividad a la que dedicó gran parte de su vida.
Pardo Bazán retrata en ‘Los pazos de Ulloa’ una Galicia rural roída por el caciquismo, el atraso y la miseria donde absolutamente todo está abocado a suceder de la peor manera posible. Pero también describe sus bellos paisajes, sus costumbres únicas y sus ritos ancestrales. El “alma” gallega a través de una prosa preciosista que no pocas veces ha sido criticada, pero que, sin duda, enriquece a nuestro idioma. Una delicia y un regalo para todos los lectores. También un regalo al alma y a la nostalgia el sabor dulce que regalan los textos que muestran un apabullante y amplio dominio del lenguaje. Esto origina, al mismo tiempo, el recuerdo de lo fácil que es sentirse indiferente con muchas creaciones de nuestra época. ¡Qué ganas de revisitar esta obra!
En definitiva, un libro que debería figurar en cualquier biblioteca básica de imprescindibles. Eduardo Santana
‘Middlemarch: Un estudio de la vida en provincias’, Mary Anne Evans (George Eliot)
Este otoño prematuro y extraño me encuentro inmersa en uno de esos hitos de la historia de la literatura universal a los que se llega tarde. Y tanto. Imaginad tres tramas interralacionadísimas y larguísimas. Y tres parejas sujetas a los frágiles hilos de la prueba y el error, a los quebradizos designios del amor y al refutadísimo origen del saber, en una época de cambios y reacción.
Ay, estoy ultra enganchada a ‘Middlemarch’, la quintaesencia de la novela victoriana. Pero sin mucho té ni muchas pastas. Una obra que describe de forma pormenorizada (¡son unas 1.000 páginas!) la vida y la moral en provincias, en la región inglesa de las Midlands y durante los años 1830-1832.
Ya sabéis, existe una amplia tradición de narrativa inglesa escrita por mujeres. Pero también una amplia tradición de mujeres firmando sus escritos amparadas bajo algún nombre masculino. Y, bueno, tal es el caso que nos ocupa: Mary Anne Evans escribió su obra con el seudónimo de George Eliot. Así eran y estaban las cosas. Cero apocada o moralista, Evans aborda en estas páginas los asuntos políticos, sociales y del corazón de la época con humor, afilada ironía y desde una perspectiva muy avanzada, feminista. Poeta, analista social, fue subdirectora de la Westminster review e incluso se dedicó al trabajo de traducción, realizando, entre otras, las traducciones de la ‘Ética de Spinoza’ y ‘La esencia del cristianismo’ de Feuerbach. Bastante impresionante todo esto.
Bueno, y es de agradecer la maravillosa nueva edición de Alba que recoge los ocho volúmenes de la magna obra en un bello ejemplar en tapa dura.
Si lo tuyo es el idealismo derrotado y la resignación lúcida, este es tu libro. Especial nuevos confinamientos. Recomendadísimo. Adriana Herreros
‘Desierto Sonoro’, Valeria Luiselli
Desierto Sonoro ( Sexto Piso) es el mejor libro de Valeria Luiselli, aunque esto no es del todo cierto.
Desierto Sonoro es una road movie literaria, emocionante, emocional y familiar que mejora y recorre (¿voluntariamente?) todos los registros que ha desarrollado Luiselli hasta la fecha, así que no te preocupes si no has leído nada de ella porque ahora puedes recuperar el terreno perdido leyéndolo todo a la vez. Te propongo que, por ejemplo, empecemos combinando la primera parte de Desierto Sonoro con la lectura de Los Ingrávidos.
Los Ingrávidos es, quizá, el mejor libro de Valeria Luiselli, aunque esto no es del todo cierto.
Leer es un verbo tan importante que en castellano no tiene ni un solo sinónimo certero.
Desierto Sonoro habla de la (insoslayable) soledad personal y de la búsqueda constante de la (imposible) convivencia en pareja a medio-largo plazo, pero también de la (imprescindible) lucha por una organización social en pos de un mundo más justo y mejor pues tal vez encontremos ahí, y sólo ahí, en el grupo, en la comunidad, en el futuro compartido por más de dos, el único ámbito en que podemos sentirnos menos solos, más útiles, y, de paso, darle un sentido a todo este quilombo.
Estoy sola y siempre lo estaré – pienso pienso pienso- te busco, te busco, aunque sé que estamos condenados al fracaso – El mundo puede y debe ser más justo – pienso pienso pienso – Estoy sola y siempre lo estaré.
¿De eso hablan los libros de Luiselli hasta ahora? Puede que sí, y me temo que (afortunadamente) de eso tratarán en el futuro. De todas formas, ella lo dice todo, siempre, mucho mejor, que para algo es una gran escritora. Por ejemplo, yéndonos a la página 55 de Desierto Sonoro, vemos que sólo necesita tres palabras para resumir todo lo anterior: Juntos viajamos solos.
Uno de los valores ocultos de Desierto Sonoro es que el adverbio sólo va siempre con tilde cuando tiene que ir con tilde. ¡Muy bien ahí los editores! ¡Más diacrítica y menos crítica!
La segunda parte del libro puedes leerla al mismo tiempo que Papeles falsos.
Papeles falsos es, tal vez, el mejor libro de Luiselli. Un conjunto de textos con trazas de ensayo que se puede leer como novela, como selección de relatos, como libreta de reflexiones, como lista de la compra, como libro de viajes, como diario íntimo.
En la página 78 de Desierto Sonoro Valeria escribe: Mis diarios son las cosas que subrayo en los libros. ¿No es ese, acaso, el mejor diario que se pueda escribir?
En el mismo sentido, tres páginas después, apunta que ojalá pudiera subrayar simplemente las cosas con el pensamiento, pero eso ya no sería un diario, eso sería casi como intentar construir el famoso mapa a tamaño natural del que hablaba Borges, y a Borges no hay que intentar imitarlo nunca, aunque esto, como tantas otras cosas, Valeria Luiselli lo sabe bien.
El día de la presentación de Desierto Sonoro en el Espacio Fundación Telefónica, a Luiselli la arropan Inés Martín Rodrigo (imprescindible, hoy más que nunca, su libro “Una habitación compartida”, prologado por Enrique Vila-Matas) y también el propio Vila-Matas, admirador y admirado mito de y por Valeria que, precisamente, aparece mentado en la página 50 de Desierto Sonoro (en la 92 salen Ilf y Petrov y en la 149 mi abuelo Bohumil Hrabal. ¿Qué más se puede pedir? ¿Que el libro venga con una lista de reproducción plagada de grandes canciones? Pues también lo tenemos: David Bowie, Elvis Presley, Janis Joplin, Odetta, Johnny Cash, Willie Nelson, Los Clash, Los Rolling, Laurie Anderson, Philip Glass, Talking Heads…) Un magnífico archivo sonoro, como esos que nos creamos cada uno (y que no sólo tienen canciones sino también voces, palabras, ruidos, vientos, ausencias, olores, dolores, dientes, silencios) para intentar dar sentido a las largas travesías por nuestros secos desiertos interiores.
La tercera parte de Desierto Sonoro puede muy bien leerse al mismo tiempo que La historia de mis dientes, tal vez el mejor libro de Valeria Luiselli. El más libre, el más loco, juguetón y provocador de la niña Valeria (lo de niña Valeria está puesto en clave de halago, por supuesto, pues pocos escritores, pocas personas, transitan de una forma tan natural entre la infancia y la madurez y vuelta a empezar; me explicaré).
Los adultos posan para la eternidad, los niños para el instante, (pág. 88), y Valeria Luiselli a veces escribe para la eternidad y otras lo hace para el instante. A veces mantiene intacta la inocencia y la curiosidad de un niño y otras muestra la solvencia y la experiencia de ese literato que se las sabe todas. Y, lo más difícil, muchas veces Luiselli hace las dos cosas a la vez, camina sobre el muro, negándose a elegir.
Incluso, físicamente, puede tener al mismo tiempo la mirada adulta y la sonrisa infantil (o al revés), y mientras los demás se complican Valeria Luiselli camina, posa, piensa o habla (¿caminar+posar+pensar+hablar=escribir?) Ay, las matemáticas. Página 199:
El miedo, durante el día, bajo la luz del sol, es algo concreto y les pertenece a los adultos (…)
De noche, el miedo les pertenece a los niños. Es más difícil localizar su origen, ponerle un nombre.
La cuarta parte de Desierto Sonoro puedes -debes- leerla al mismo tiempo que Los niños perdidos.
Los niños perdidos es, probablemente, el mejor libro de Valeria Luiselli, al menos el más necesario. ¿Es necesario un libro? Algunos sí. Este sí. ¿Y Desierto Sonoro? También ¡Estamos que lo tiramos! ¿Cómo no va a ser necesario un texto que gravita en el centro de un triángulo imperfecto conformado por En el camino de Kerouac, El corazón es un cazador solitario de Carlson McCullers y El Señor de las Moscas de William Golding? Y no me invento nada, lee sino las líneas impares que rondan la página 100 de Desierto Sonoro y lo verás. Ahí lo pone. Bien clarito.
Desierto Sonoro pudo llamarse Sueña Caballos. En realidad, este libro se llama Sueña Caballos, o se llamará así en el futuro. Cuando sea. No importa. No tenemos prisa.
¿Se refiere Nathalie Léger a Luiselli cuando habla de La historia de una mujer que ha perdido algo importante y no sabe bien qué?
Desierto Sonoro es casi con seguridad el mejor libro de Valeria Luiselli, aunque esto no es del todo cierto, porque el mejor libro de Valeria Luiselli todavía está por llegar, y es que ella va a seguir buscando, seguro, aunque sepa, aunque sepamos, que estamos condenados al fracaso.
De todas formas, el fracaso será menor si en el próximo libro el adverbio sólo va de nuevo con tilde cuando tiene que ir con tilde. ¡Más diacrítica y menos crítica! ¡Estamos vivos, tenemos libros! ¡Tres son multitud, y eso es exactamente lo que queremos!
Ay, las matemáticas. Andrés Perruca