21.02.2020

Y, ¿quién es Bill Viola?

Bill Viola (Nueva York, 1951) es uno de los grandes artistas vivos y un nombre fundamental del videoarte. Su amplia obra indaga en la dimensión espiritual del ser humano. 

Con motivo de la expoción ‘Bill Viola. Espejos de lo invisible’ en Espacio Fundación Telefónica, que ofrece un amplio recorrido por la trayectoria del artista, enunciamos unas pequeñas claves que nos dan cuenta de la magnitud del artista y su trabajo. 

 

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«Mi obra habita en la cabeza de cada espectador», Bill Viola

1. Maestro de la imagen en movimiento. Precursor de la videocreación y figura clave en esta disciplina (con el permiso de su maestro, el surcoreano Nam June Paik). Bill Viola comenzó a experimentar con vídeos/películas, con el uso de la imagen proyectada y con un modo de representación pictórico-digital desde la década de 1970. Ha creado instalaciones, entornos sonoros, proyecciones de vídeo y obras para conciertos, óperas y espacios sagrados (sí) durante más de cuarenta años. Interesado en el misticismo, la poesía y las filosofías –de Oriente y de Occidente– Viola ha aprovechado todas las posibilidades técnicas del vídeo para indagar acerca de la condición humana, el nacimiento y la muerte, o los procesos de cambio, renacimiento y transfiguración, sus temas recurrentes.

2. En búsqueda de la espiritualidad. Inspirado en pinturas y frescos, muchas de sus obras en vídeo emulan cuadros clásicos de temática religiosa-espiritual tanto por su composición, como por el uso del color y la luz. La búsqueda y representación de la espiritualidad en las instalaciones de Bill Viola bebe directamente del clasicismo renacentista y del arraigo de la tradición judeocristiana que tanto ha marcado la historia del arte europeo desde la Edad Media. Y sigue haciéndolo en nuestros días.

3. El Renacimiento (electrónico). Bill Viola ha reconocido alguna vez que su primer encuentro con el Renacimiento florentino, durante un viaje a Italia, se produjo en los setenta, en sus años de formación, y que una residencia en el Getty Center de Los Ángeles, ya en 1998, acrecentó su pasión con el arte de este periodo. Y es que el autor es un entusiasta renacentista y gran defensor de las ideas humanistas. Interesado por ese movimiento cultural clave en la historia de la pintura, y deslumbrado por el expresivo uso del cuerpo por parte de los maestros renacentistas para expresar y transmitir estados emocionales y espirituales, aborda muchos de sus trabajos como verdaderos cuadros renacentistas en movimiento.

4. El elemento líquido. De niño estuvo a punto de hundirse para siempre en las aguas de un lago. Pero fue rescatado. Esa experiencia, curiosamente, no dejó una marca dramática en su memoria, de hecho, el agua se convirtió en un tema recurrente en toda la obra de Viola. Y es que el agua es una metáfora de muchas de nuestras experiencias vitales. En la obra de Bill Viola representan desde la vida (líquido amniótico), la transformación (purificación), la ilusión (refracción y reflexión), la muerte (por ahogo), o ese lugar de tránsito de entre la vida y la muerte.

5. Y de regalo, el tiempo. La cuestión de la temporalidad es fundamental en la obra de Bill Viola: él nos seduce con el lento fluir de la vida a través de sus obras. Viola ofrece así el regalo del tiempo a los visitantes: las personas se ralentizan, aminoran su ritmo, se paran  y buscan su propio tiempo y espacio para repensar ante cada instalación. Esa lentitud es una forma de disidencia que contradice la lógica de nuestro tiempo. Sus obras se degustan en silencio, muy despacio, con el tiempo de nuestra parte.

6. Tristán e Isolda. En 2004 Bill Viola presenta un vídeo de cuatro horas de duración para la superproducción de Peter Sellars de la ópera de Wagner Tristán e Isolda. Un hito para el videoartista y un hito también en la puesta en escena de este clásico del amor imposible. Se ha representado en numerosas ocasiones: en España, el debut operístico de Viola tuvo lugar en el Teatro Real. 

7. En la Bienal de Venecia. La obra ‘Ocean without a shore’ donde los muertos regresan al mundo de los vivos representó a EE.UU. en la gran cita del arte contemporáneo en Venecia en 2007. En una habitación oscura, los tres altares sobre los que se colocan las pantallas se convierten en portales para el paso de los muertos hacia y desde nuestro mundo. Otra vez, la vida y la muerte.

8. Genio creativo. A lo largo de su carrera, Viola ha recibido numerosos premios y distinciones, como el premio de la Fundación MacArthur al “genio creativo” (1989), el XXI Premio Internacional Cataluña (2009) y el Praemium Imperiale, otorgado por la Asociación de Arte de Japón (2011). Su acertado y profundo conocimiento del ser humano, su aproximación a las escenas sencillas, sin ostentación estética y su dominio de la técnica del vídeo le convierten en un creador único.

La muestra ‘Bill Viola. Espejos de lo invisible’ –comisariada por la directora del Bill Viola Studio, Kira Perov, puede verse en la planta 4 del Espacio Fundación Telefónica hasta el 10 de enero de 2021– ofrece un amplio recorrido por la trayectoria del artista, que ha evolucionado paralelamente al desarrollo de la tecnología del vídeo a lo largo de los últimos cuarenta años, y recoge una selección de más de veinte obras significativas. La exposición abarca así piezas de los setenta como ‘The Reflecting Pool’ (1977-1979), en las que Viola explora, usando su propio cuerpo, las posibilidades que puede ofrecer la imagen electrónica, hasta la actualidad con cuatro obras de la serie ‘Mártires’ (2014) donde incorpora la tecnología más puntera realizando producciones muy complejas con actores y sofisticados efectos de cámara. El uso de técnicas como el slow motion o cámara lenta y el montaje en bucle permiten al espectador ver en detalle la acción y la expresión de las emociones en las caras de sus actores, revelando así su mundo interior.

[*Crédito: ‘Incrementation’ © Bill Viola Studio]

Por Adriana Herreros