Estos días, en Espacio Fundación Telefónica, somos cómplices del compositor Béla Bartók, del director Pablo Heras-Casado y del pianista Javier Perianes. Los dos músicos españoles presentan un disco con obras del gran genio húngaro y con esa excusa hablamos con ellos, que desgranan con generosidad su visión del maestro, así como del momento musical actual y de sus grandes retos.
Hablar del Concierto para orquesta de Béla Bartók es hablar de complejidad, misterio, tragedia y amor por la vida al mismo tiempo. El compositor lo escribió, junto con el Concierto para piano nº 3, en un momento durísimo en el que, aquejado por una grave leucemia y recién llegado a EEUU a causa del exilio, estaba atravesando una situación financiera complicada. Por desgracia, moriría poco después.
Hoy ambas obras han conseguido demostrar -aún más- el enorme talento del compositor húngaro, y principalmente por ese motivo, el director de orquesta Pablo Heras-Casado (Granada, 1977), el pianista Javier Perianes (Nerva, Huelva, 1978) y la Filarmónica de Múnich se han reunido en su honor. Juntos acaban de publicar un disco con el sello Harmonia mundi que presentan el día 14 de febrero en Espacio Fundación Telefónica. Lo celebran también con una gira española que, del 12 al 17 de febrero, les llevará por Barcelona, Madrid y diferentes puntos de las Islas Canarias.
Música como celebración
A Pablo Heras-Casado le fascina el equilibrio que tiene la música de Bartók. Sofisticada e intelectual en cuanto a la forma y a la estructura, es “a la vez arcaica” y “muy sencilla”. “Tiene una mezcla de sofistificación y complejidad grande, pero también conlleva una sensación muy terrenal, muy primaria, que engancha mucho con el mundo de la danza”.
Para él, estas obras son el mito del ‘canto del cisne’. Se refiere con este símil a esos últimos momentos de la vida de una persona en los que, a pesar de ser su último aliento, es capaz de crear algo positivo y bello. “Esta música se compuso en momentos tan dramáticos que es un mensaje a la posteridad, una celebración del arte como algo que nos salva”, relata el director.
Obras llenas de luz
Entre concierto y concierto, Javier Perianes también encuentra un hueco para hablarnos del gran Béla Bartók. “Fue sin duda un revolucionario, un transgresor y uno de los compositores más relevantes del siglo XX”. Recuerda que “la asimilación de elementos folclóricos húngaros, su potencia rítmica y su enorme capacidad como orquestador son algunas de sus innumerables señas de identidad”.
Nos cuenta también el pianista que en el Concierto para Piano No. 3 encontramos un Bartók radicalmente diferente al de sus dos primeros conciertos para piano y orquesta. En él hace “un tratamiento realmente clásico de la forma” y tiene “un tono general más poético y menos escarpado rítmicamente que sus predecesores”. Por otra parte, la describe como “ una obra luminosa, con un segundo movimiento de un recogimiento e intimidad sobrecogedores y con un movimiento final pleno de optimismo y energía”.
Sobre el Concierto para Orquesta, al que Bartók denominó así en lugar de sinfonía por la forma en que trata cada sección de instrumentos, el gran maestro granadino dice que es una de las obras cumbres de la historia de la música. Para él es “una celebración de todas las posibilidades técnicas y compositivas” de las que es capaz cada instrumento, cada familia, la orquesta como tal. “Es una obra en la que la orquesta es el instrumento solista y tiene unos movimientos muy contrastantes, muy marcados”. Además, en ella se despliegan de “manera ejemplar” todas las posibilidades técnicas expresivas de la que es capaz la música y la época. “Todo, sin dejar de ser una obra muy comprometida con la estética y que conecta mucho con el público”, puntualiza.
El gran momento de los españoles
Hoy, tanto Pablo Heras-Casado como Javier Perianes pertenecen a una generación de músicos españoles que triunfa en el mundo entero. El primero es el principal director invitado del Teatro Real, también director del prestigioso Festival de Granada y de la Orchestra of St. Luke, entre otros grandes reconocimientos en su haber. El segundo, discípulo de Daniel Barenboim, fue galardonado con el Premio Nacional de Música en 2012 y ha acompañado a las orquestas más prestigiosas del mundo.
“Es un momento muy bonito porque en los últimos 30 años se han dado las condiciones para que podamos formarnos, aprender y desarrollar las ganas y el talento”, cuenta Heras-Casado. “Así, de una forma natural -y aunque no haya sido fácil- se han dado casos como el de Javier, el mío, y el de muchos otros. Hoy no me extraña en absoluto que entre las filas de una orquesta internacional haya un español en cualquier posición”.
Compromiso
El hecho de que el disco se presente en el auditorio de Espacio Fundación Telefónica hace que seamos cómplices de la música de Bartók y también del talento de estos dos grandes músicos españoles.
Para ambos las instituciones son fundamentales en todo este entramado. “Siempre ha hecho falta que alguien que apueste por la música. Hace cuatro o cinco siglos fue la Iglesia. Luego también la nobleza. Siempre ha sido así. Ahora las instituciones privadas, pero también los Gobiernos tienen que asumir la responsabilidad de hacerlo. Deben devolver a la sociedad una parte importante de lo que la sociedad también les da”, afirma con firmeza Pablo Heras-Casado.
También la educación musical exige un compromiso mayor por parte de las autoridades. De hecho, según el director, la crisis ha sido un pretexto para no seguir desarrollando proyectos y recortar y a causa de eso, en el transcurso de estos últimos 10 años, “hemos perdido mucho terreno”.
Para Javier Perianes, la red de auditorios, orquestas y centros “ha contribuido de manera decisiva” a mejorar las condiciones, pero “queda mucho por hacer”. Así, el gran reto de hoy para los dos es dotar de una mayor relevancia a la formación musical básica, pero también conseguir que la presencia de la música sea natural y cotidiana.
Por Ylenia Álvarez