Exposición Cortés. Retrato y estructura
18.07.2018

Hernán Cortés, el especialista de seres humanos

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Hernán Cortés (Cádiz, 1953) sabe de acuarelas, óleos y acrílicos pero también de huesos y músculos, de pliegues, peinados y muecas gracias a su papel de “retratista de la Transición”, como a veces le gusta que le llamen. Es un observador avanzado del ser humano. Casi un detective de “auras”, eso que en parapsicología se conoce como percepción visual no física y que él llama presencia.  Ha conseguido retratar la de Felipe González, José María Aznar, Juan Carlos I o Felipe VI. También la de Norman Foster, Dámaso Alonso, Severo Ochoa o Camilo José Cela bajo el prisma común del realismo contemporáneo.

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Espacio Fundación Telefónica se convierte estos meses en cómplice del género del retrato y de la trayectoria de este pintor gaditano y recoge en una retrospectiva bajo el nombre de ‘Cortés. Retrato y estructuctura’ más de 100 obras fundamentales del artista. De todo ello hablamos con él.

Esta es una exposición retrospectiva sobre su obra, ¿cómo valoraría su propia evolución?

El retrato y el paisaje están desde los comienzos en mi pintura y por eso la exposición comienza con los dos géneros. No olvidemos que la selección de las piezas es de las comisarias, y puedo decir que me veo bastante aquí, en esa selección que han hecho. Me gusta. El tema de la bahía de Cádiz ligado al mundo del retrato es el leit motiv de esta exposición y es bastante acertado. Ha estado siempre en mi obra.

Lo bueno de esta muestra es que echas una mirada atrás y ves el conjunto. Ves cosas que te gustan más y cosas que te gustan menos, pero de manera global es una especie de reflexión que haces sobre tu pintura para seguir en la brecha.

Además de la bahía de Cádiz, la influencia de la poesía y de los poetas está muy presente también en la muestra. En ella hay un hilo poético que comunica todo.

La poesía tiene mucha importancia en la vida. ¡Menudo asunto lo poético! Es verdad que yo he tenido mucho contacto con los poetas de la Generación del 27, de hecho, aquí está el retrato que le hice a Rafael Alberti en Cádiz precisamente cuando acababa de volver del exilio, y también aquí está el retrato que le hice a Jorge Guillén. Entonces la lectura de Cántico y la concepción espacial que tiene influyó en mi pintura. La poesía, y también la música, son muy importantes para mí. De hecho, la de músico es mi vocación frustrada. Mi madre era muy amante de la música y la pintura y me inculcó el amor por las dos cosas. Ganó la pintura.

No es fácil definirlo, pero creo que en mi caso es más importante la poética que la propia narración. Es una cosa abstracta, teñida de cierto lirismo. La poesía y la música pesan sobre la narrativa en mi obra, pesan más que contar una obra en concreto.

¿Por qué le cautivó el retrato de esa manera?

Por el ser humano. La figura humana. No hay que olvidar que somos mediterráneos. En la cultura mediterránea la figura humana siempre ha interesado: la escultura griega, la escultura romana, todo el arte del Renacimiento, del siglo XVII… Todo eso está ahí. La presencia de la figura humana y su representación plástica es algo fundamental en nuestra cultura.

Cuando empiezas a dibujar lo primero que haces es enfrentarte con un desnudo. Todo eso puede tener que ver con el mundo del retrato. El retrato es la particularización de esa figura humana. Un modelo griego es un canon y un retrato es una persona concreta con su nombre y apellidos, pero deriva directamente de ahí. Eso en mi niñez estuvo presente. Entré en ello sin darme cuenta.

¿Cree que en la historia reciente el interés por el retrato ha decaído?

El interés por el retrato no se ha perdido nunca. Si vas a la exposición que se hace cada año en la National Portrait Gallery de Londres, organizada por la British Petroleum si no me equivoco, allí puedes ver lo vivito y coleando que está el género. Está llena de gente joven y no tan joven. Sí es cierto que ha tenido momentos, a partir de los años 50 del siglo pasado, que se le ha valorado más y otros que se le ha valorado menos. En general toda la cultura humanista, desde la segunda gran guerra y los horrores que se cometieron en los campos, perdió bastante. El retrato, el acta que levanta un ser humano sobre otro ser humano, en nuestra cultura es importantísimo.

¿Y cómo es el proceso?

Para retratar tienes que conocer a la persona, estudiarla. Un pintor de retratos se convierte en un especialista de seres humanos. Un especialista plástico, claro. Desde el punto de vista pictórico, uno de los problemas cuando se retrata es captar la presencia del ser humano. Hablo de esa presencia que irradia. Cuando tienes a la persona delante en el estudio ves que hay un ser humano, pero además hay algo en cómo se mueve, algo en el espacio… Eso es algo muy bello de plasmar. Es como una fuerza que emanan los seres humanos vistos por otros.

¿Cómo se llega a captar esa presencia?

A través de un conocimiento no literario. O al menos no tiene por qué. Por supuesto conocer a la persona y hablar con ella es fundamental, pero no es necesario hacer una labor de investigación profunda. Tienes que ver a la persona, además reiteradas veces, porque así ves los gestos que se repiten, los más característicos. Es verdad que todo lo llevamos en la apariencia, pero esa lectura que se puede hacer de la apariencia puede ser más simple o menos simple.

Estudio del pintor Hernán Cortés. 2009-2011. Colección particular. (Foto: María Bisbal)
Estudio del pintor Hernán Cortés. 2009-2011. Colección particular. (Foto: María Bisbal)

Conocerla, hablar con ella, ver lo que se repite… Todo esto te va dando indicios hasta que todo confluye en una imagen. Una vez que la intuyes, la tienes que ir construyendo poco a poco durante un tiempo. Hay una diferencia entre la pintura y la fotografía: la elaboración de un cuadro puede durar un año, a veces más, y durante todo ese tiempo lo vas construyendo con las manos.

Con el retrato se crea una imagen, en el fondo, más atemporal que una fotografía, que refleja un instante. La fotografía es espléndida, pero no estamos hablando de jerarquías. El retrato es una imagen construida en el tiempo donde, si te acercas, ves y rastreas la huella humana, ya que está hecho con las manos. La pintura es el arte donde se une lo que la mente te dicta y la mano te permite.

Sin duda, es un reto.

Todos son retos en el arte y el retrato es probablemente uno de los géneros más desafiantes. Además, ese carácter desafiante es uno de sus mayores atractivos.

¿Cuánto hay de los grandes maestros del retrato en su obra?

Muchísimo. Todos acarreamos a los grandes maestros en nuestro zurrón. Hay muchísimo: desde el retrato romano del Fayum hasta el arte contemporáneo, los abstractos… Hay mucho.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

  • Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

    Imágenes de la muestra 'Cortés. Retrato y estructura'.

Una curiosidad, ¿alguna vez ha dicho que no?

Eso va en el carácter. Los andaluces no somos mucho de decir que no pero luego hacemos lo que nos parece. Evidentemente he tenido muchos más encargos que los que he pedido satisfacer. Al final es una relación más fluida. Es verdad que a Jorge Guillén lo retraté porque quise, él no me encargó su retrato; en cambio, Dámaso Alonso fue un encargo de la Real Academia. ¿Es mejor uno que otro? Pues no lo sé. ¿Decir que no? Creo que no hace falta. Eso es de pintores inseguros.

La elección en arte no está en el origen del encargo, está en la solución. Pintar un cuadro es elegir constantemente. Elegir, elegir y elegir. Un pintor de retratos no prevé si le gusta pintar a fulano o a mengano porque sino no es un buen pintor de retratos. Un buen pintor, ante un encargo, se crece.

¿Ha descubierto algo nuevo en esta muestra?

Siempre se descubren cosas en las nuevas exposiciones. Hablo ya como pintor veterano. Para un pintor veterano una exposición como esta, que es bastante completa porque son más de 100 piezas, le enseña mucho sobre su pintura. Siempre se aprenden cosas nuevas. No es fácil definir cuáles porque no son cosas de una concreción determinada, pero sí cosas que pensabas que eran más sólidas y con el tiempo no lo son tanto. Sin embargo, he visto una serie de obras en esa galería de las mujeres (que se llama así por casualidad, porque han coincidido) que me han descubierto que, muchas veces, con un dibujo sencillo y gráfico se consigue más fuerza.

¿Qué le queda por hacer?

El reto siempre de un viejo pintor es la ilusión. Mantenerla viva. Cuando ya la forma no se resiste tanto (aunque siempre se resiste, pero no tanto), el reto es mantener la ilusión viva. Si te fijas verás que la obra de los grandes artistas rezuma emoción hasta el final de sus días.

Por Ylenia Álvarez