15.06.2018

¡Fuera normas y corsés!

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Entramos en la recta final de una exposición única para conocer la historia de siete mujeres que transformaron el mundo a través de la danza. Las protagonistas de la exposición ‘La bailarina del futuro. De Isadora Duncan a Josephine Baker’, que el 24 de junio se despide de Madrid, abrieron el camino hacia la conquista de algunos de los derechos que no llegarían hasta muchos años después. Cuando visites #LaBailarinadelFuturo verás, más allá de la danza, una exposición que habla de la libertad.

La educación como motor de progreso y transformación social. La necesidad de rescatar el papel de las mujeres dentro de la historia. La capacidad de desafiar las reglas y los convencionalismos… De todo esto habla #LaBailarinadelFuturo, de romper moldes en defensa de la libertad.

Pioneras, atrevidas, rompedoras, independientes y modernas… Las protagonistas de esta exposición son mujeres que con su actitud resultaron determinantes para el progreso. Inteligentes y enérgicas, todas tienen en común sus ansias de cambiar el mundo, de educar a través de la danza y de avanzar, sin corsés ni zapatillas de puntas, hacia una sociedad menos rígida y, por tanto, más libre.

Para despedir la muestra repasamos la vida e historia de estas siete mujeres que, alrededor de los felices años 20 y a través de la danza, transformaron la sociedad.

Isadora Duncan con sus discípulas, las 'isadorables' (Revista Actualidades, 10 feb 1909. ©Biblioteca Nacional de España
Isadora Duncan con sus discípulas, las ‘isadorables’ (Revista Actualidades, 10 feb 1909) ©Biblioteca Nacional de España

Isadora Duncan. Vivió por y para la pedagogía. Volcada en mejorar la educación, siempre quiso crear una especie de acrópolis donde las niñas y los niños aprendieran de manera libre y multidisciplinar. Fundó su primera escuela de danza en 1905 en Grünewald, un barrio obrero de Berlín, y la decoró con obras de arte, convencida de que moldearían la sensibilidad de sus alumnas.

Seis niñas de esta escuela se convertirían en las isadorables,  tanto cuidado y atención les dedicó que en 1921 decidió adoptarlas. Gracias a ellas, se formaron otras generaciones que nos permiten seguir disfrutando del legado de Isadora. En 1921, el comisario de Cultura de la extinta URSS, invitó a Duncan a formar otra escuela de danza en Moscú, donde coreografía danzas con el himno de La Internacional y con cantos rusos populares y revolucionarios, como símbolo del individuo contra la opresión.
Fotos de Isadora Duncan en Pinterest | Isadora Duncan Dance Foundation.



Loïe Fuller. Una mujer de revista, y no solo por ser la gran estrella del Folies Bergère. ‘La Loïe’ puede considerarse la precursora del arte de la iluminación en la escenografía y el cine. Fue pionera de los juegos de luces en los escenarios y sus ansias de saber la llevaron a innovar constantemente. Mujer culta, muy amiga del matrimonio Curie, sus patentes como inventora quedaron registradas en la prestigiosa revista ‘Scientific American’. En algunas de sus actuaciones llegaron a intervenir hasta 27 técnicos dedicados exclusivamente a la luz y al sonido.

Sus conocimientos de la electricidad eran tan avanzados (la llamaban el hada eléctrica) que en la Exposición Universal de París de 1900 tuvo su propio teatro, un edificio inspirado en sus particulares vestidos y diseñado por Henri Sauvage.

Sus suaves curvas y la naturaleza orgánica de los bailes de Loïe quedaron reflejadas en carteles, litografías, dibujos, pinturas, cristal, joyería, lámparas, textiles e infinidad de objetos creados por artistas como Toulouse-Lautrec, Jules Cheret, François Raoul Larche o Auguste Rodin.

Fuller también fue productora y directora de cine experimental. La única película realizada por ella misma de la que conservamos un fragmento es ‘Le lys de la vie’ (1920), en la que experimentaba con elementos novedosos para el momento, como imágenes en negativo y a cámara lenta, dotando a la cinta de un aire de cuento de hadas. Las mejores fotos y carteles de Loïe Fuller en Pinterest.

“Si he sido la primera en emplear la luz coloreada, no merezco ninguna admiración por ello. Es una cuestión de intuición, de instinto y nada más.”


Y ahora, escucha esta música. Se la compuso el maestro Granados a Tórtola Valencia, una de las bailarinas más modernas y rompedoras de su tiempo. Su figura perdura en el imaginario del siglo XX en España como la ‘Maja’ de la casa Myrurgia.

<h2>Tórtola Valencia, imagen de marca de la casa de Myrurgia. ©Centre de Documentación i Museu de les Arts Escèniques</h2>

Con el mundo a sus pies, musa de artistas como Zuloaga, Rubén Darío o Valle Inclán, Tórtola Valencia fue pionera en la defensa de la libertad sexual.  Pintora, escritora, culta, políglota… la Universidad de Munich  la nombró  catedrática de coreografía y estética en 1912. Gran  parte de su legado  se puede ver en los fondos del Instituto del Teatro de Barcelona.  “Con tus uñas clavadas en mi cuello moriría”, le escribió Pío Baroja.

La Venus de Ébano en Pinterest

Josephine Baker. Puso patas arriba la concepción de la danza negra a ritmo de jazz, tras hacerse famosa en el cabaré de París con su minifalda de plátanos y su baile La Folie du Jour.

«La gran Nefertiti negra del jazz», para Picasso; «la mujer más sensacional jamás vista», según Ernest Hemingway; la Venus de ébano la reina del charlestón, para el gran público. Tanto éxito tuvo, que en los años 30 se hicieron muñecas a su imagen y semejanza y protagonizó  anuncios de pasta de dientes y de tabaco. También triunfó en la gran pantalla, convirtiéndose en la primera mujer negra con un papel protagonista en el cine (Zou Zou, 1934).

Fuera del escenario, ayudó a combatir el régimen nazi colaborando como espía con la resistencia francesa y se convirtió en un símbolo de la lucha contra la segregación racial en EE. UU.  Ella soñaba con un mundo en el que el color de la piel solo fuera eso: un color.

«No me siento intimidada por nadie. Todo el mundo tiene dos brazos, dos piernas, un estómago y una cabeza. Sólo piensa en eso»

Durante la ocupación alemana de Francia, Josephine prefirió marcharse a Marruecos porque Goebbels no la miraba bien. Haciendo gala de su glamour habitual, llenó varias botellas de champán con gasolina para poder salir de su país sin levantar sospechas. Desde allí colaboró con la Resistencia, comunicando entre sus miembros mensajes secretos que ella levaba entre las partituras de sus espectáculos.

En los años 60, participó con Marthin Luther King en la lucha a favor de los derechos raciales en Estados Unidos. Cuando él murió le propusieron sucederlo, pero Baker lo rechazó por la seguridad de sus hijos. Tuvo 12, todos adoptados, y le gustaba hablar de su familia como la tribu arco iris.

Por tener, Josephine Baker tuvo un retrato de Picasso, un castillo en un pueblo de Francia, donde creó una residencia infantil y una escuela para niños y niñas; y hasta un leopardo llamado Chiquita.

Condecorada con la Cruz de la Guerra y la Legión de Honor de Francia, fue enterrada con honores militares.


Llegar a ser el mayor exponente de la danza contemporánea en EE.UU. tampoco fue un camino de rosas para Marta Graham. Describió el cuerpo como una hermosa herramienta (“hay que bailar hasta con los dientes”, solía decir); y lo erótico como un elemento de la vida. Ante las criticas a su baile, catalogado como obsceno por un amplio sector de su época, ella respondió:

“Considero el erotismo una palabra hermosa. No me avergüenzo de que me liguen a él”

Con el tiempo, Martha Graham fue reconocida con el honor más alto de los Estados Unidos: la Medalla de la Libertad; y su Compañía es Patrimonio Nacional.

Fue la primera bailarina en actuar en La Casa Blanca y en 1998, la revista TIME la nombró ‘La Bailaora del siglo’. Formó en expresión corporal a artistas como Bette Davis, Gregory Peck o Madonna. Uno de sus alumnos, el actor Keir Dullea pasó por Espacio Fundación Telefónica y tuvimos la suerte de poder hablar con él. La última coreografía de Martha Graham contó con Calvin Klein como diseñador del vestuario: «¿Retirarme? No tengo la menor intención de retirarme. ¡Sólo tengo 85 años!”, contestó en esta entrevista para Vogue México en mayo de 1987.

Mary Wigman. El régimen nazi se fijó en sus bailes y los tachó de decadentes, obligándola a cerrar la escuela que había fundado en Dresde,  que se había convertido en un invernadero de nuevos bailarines y de artistas experimentales. Después de la Segunda Guerra Mundial pudo reabrirla en Leipzig y, posteriormente, en Berlín Occidental.

Mantuvo una relación estrecha con diferentes grupos artísticos. Por una parte, lo hizo con el grupo expresionista Die Brücke y, por otra, con los artistas dadaístas que rechazaban las tradiciones y los esquemas sociales a favor de la libertad individual, lo espontáneo y la improvisación, aspectos todos ellos reflejados en la manera de bailar de la alemana.

Doris Humphrey. Desde 1947, cuando su salud estaba empeorando, y hasta su muerte en 1958, Humphrey siguió de forma incansable ayudando con su ojo experto y haciendo de mentora a jóvenes coreógrafos, así como también a profesionales buscando nuevos objetivos en sus carreras.


* Si quieres seguir investigando, te proponemos profundizar en La Guía Práctica de #LaBailarinadelFuturo, donde puedes encontrar actividades educativas y creativas relacionadas con la danza.

Por Carmiña Castromil