30.11.2023

Johanna Jaskowska: “Desde que el uso de filtros está más aceptado, todos tenemos diferentes seres”.

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Johanna Jaskowska es una creadora digital que trabaja con realidad aumentada, explorando las posibilidades de esta tecnología y cómo puede alterar y mejorar la percepción de la realidad. Inspirándose en el universo de la belleza, el cine de ciencia ficción o la moda, ha creado diferentes obras que reflexionan sobre conceptos como el futuro o la identidad. 

Dentro de sus creaciones destaca Beauty300, el primer filtro de belleza viral, o Iridescence, la primera pieza de alta costura digital del mundo.  

En esta entrevista, Johanna nos habla sobre sus inspiraciones, la historia de algunas de sus creaciones o su opinión acerca de la relación entre la sociedad y los filtros o la moda digital.  

En la exposición ‘Mundo Expandido. Entre lo físico y lo virtual‘ podrás experimentar con algunos de sus filtros en la instalación Augmented reflections, cocreada con la artista Ines Alpha. 

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¿Qué te inspira a la hora de crear?  

Experimentar con la tecnología. Obviamente, también tengo otras inspiraciones como el mundo de la belleza, la moda o el de las películas futurísticas.  

Es una mezcla un poco de todo eso, pero lo que me interesa mucho es experimentar sobre la identidad digital. 

Eres la creadora de Beauty3000, el primer filtro de belleza que se hizo viral en 2019. ¿Qué te llevó a crear este tipo de filtro? ¿Esperabas que tuviese ese impacto o te pilló por sorpresa?  

No, no me lo esperaba. Bueno, cuando lo hice sabía que iba a ser algo, que era realmente un buen trabajo.  

Estaba muy contenta porque sabía que era algo guay, pero no, no pensaba que fuese a volverse tan viral. 

Y, cuando lo hizo, me gustó mucho porque la idea de Beatuty3000 representa cómo podría ser la belleza en el futuro, sin pensar en que será una nariz más pequeña o unos labios más gordos. Es una forma de ver la belleza desde otro tipo de ángulo. 

 

¿Cómo crees que ha evolucionado la relación de la sociedad con los filtros desde entonces?  

Desde que el uso de filtros está más aceptado por la sociedad creo que todos nosotros tenemos diferentes seres.  

Es igual que tu ser de estar en casa no es el mismo que va a ver una expo o el que se va de fiesta. Todos son identidades diferentes, llevan un tipo de ropa diferente y tienen otro ánimo, pero eres la misma persona. 

Con los filtros y la realidad aumentada es igual, un día te apetece poner un filtro de belleza y te sientes muy guapa. Otro día te sientes un poco tonta y te pones un filtro más gracioso. Con los dos te comunicas con tu entorno digital en las redes sociales y eres la misma persona con un mood diferente.  

 

También fuiste pionera con Iridescence, la primera pieza de alta costura digital del mundo. ¿Crees el futuro de la moda será digital? ¿El público general llegará a consumirla?  

La gente ya consume moda digital, en los videojuegos está pasando ya. Obviamente, de momento, todavía estamos en una fase de transición en la que no vamos a llevar moda digital todos los días. Aunque, imagina un futuro en el que llevemos unas lentillas o gafas de realidad aumentada. 

Es verdad que aún no usamos estas herramientas en el día a día, pero en unos 20 o 30 años en el que sí tendremos esta tecnología, imagino que sí, que podríamos llevar accesorios digitales en la cara o un pelo diferente… Dar un toque fashion con cosas que no sean tangibles, que sean digitales. 

No sé, creo que el primer paso se va a dar cuando tengamos un dispositivo como lentillas o gafas que lleve a la sociedad a vivir en una realidad aumentada. Ese será el primer paso. Luego, ya veremos. 

 

¿Qué pueden esperar los visitantes de ‘Mundo Expandido’ de tu obra Augmented reflections? 

Mi trabajo sobre los filtros es una exploración de lo que podría ser la belleza en 50, 100 o 1000 años. Es una visión de la belleza con un toque futurístico que nunca va a cambiar la forma de tu cara, es una piel digital. 

Me encantan los brillos, la idea de una piel un poco holográfica; la mezcla de ambos mundos. Creo que todos somos ya ciborgs sin saberlo, todos dependemos ya de la tecnología. Mi trabajo trata un poco de esto, de la identidad y de lo que puede llegar a ser la belleza digital en un mundo futurístico.