*crédito ‘Duelo. Canosa di Puglia, Italia’, Cristina G. Rodero
En la muestra #ExpoPlayers –en la tercera planta de Espacio Fundación Telefónica– hay tres fotos suyas, imágenes que realizó en Galicia y en Madrid, en la que captura con su objetivo a niños jugando en distintas actitudes. ¿Nos puede hablar un poco más sobre estas obras suyas que conforman la exposición? ¿Qué verá el visitante al acercarse a ellas?
Cristina G. Rodero– Me viene a la cabeza la imagen de la niña en la Plaza Mayor, una especie de marilyn en morena y gordita. Se había puesto encima de un sumidero, le subía el aire por su trajecito de bebé, y el vestido se le inflaba. Yo recuerdo que vi esta escena a lo lejos, corrí y capté la imagen mientras la niña seguía jugando.
La otra escena es ya en Vigo, en una bienal, era un trabajo de encargo esta vez. Tenía que fotografiar las playas justo en mis días libres, en vacaciones. Y encontré dos cosas que llamaron mi atención: una niña tumbada en encima de una roca que se había quedado dormida mecida por el sol; cuando escuchó el click me miró a los ojos y me sonrió: Y un grupo de niños, cazando tesoros, buscando conchas en la arena, jugando en la playa.
La otra imagen capta el Carnaval de Laza (Entroido de Laza) en Ourense, uno de los carnavales más interesantes de España, muy auténtico pero que ya está siendo invadido por los turistas. Era el lunes de carnaval. Una de las costumbres rituales más extendida en los carnavales es la de manchar. Ese lunes de carnaval en Laza te tiran trapos con barro, te manchan. En este caso, era un chico que estaba descansando después de una de esas largas jornadas. Entonces, una niña, se le acerca, jugando. Y tuvo lugar esa escena.
Es usted una de las fotógrafas más destacadas del panorama internacional contemporáneo. Y la primera española en formar parte de la prestigiosa Agencia Magnum (en 2009). ¿Cómo llegó a la agencia, cómo fue ese proceso? ¿Y qué significó para usted en lo personal y para su trabajo?
Cristina G. Rodero– Sí, la primera pero no la única. Por fortuna, ya han entrado dos personas más. Un fotógrafo magnífico Moisés Saman, peruano pero de madre catalana, tiene la doble nacionalidad. Y también Cristina de Middel –comisaria de #ExpoPlayers– claro, dos mujeres y dos Cristinas. Ya somos tres españoles en la agencia.
El proceso de ingreso lo recuerdo muy duro. Los fotógrafos de la agencia Magnum conocen bien de qué va la fotografía. Son gente experta que sabe lo que quiere, así que son exigentes a la hora de que entre gente nueva. Buscan talentos y juventud, por eso yo tampoco me explico cómo estoy ahí. Para mí, yo no daba el perfil de Magnum: no soy fotógrafa de actualidad, trabajo a mi aire, con total libertad, centrada totalmente en temas atemporales. Por eso, no se me ocurrió nunca que yo pudiera estar ahí.
Es un proceso de selección de cuatro años y tres filtros que tienes que sortear. En mi caso supuso pasarme al digital, empezar a trabajar con ordenadores… revolucionar mi vida, meter a asientes a trabajar en casa. Un gran cambio. De los cuatro fotógrafos de mi generación, fui la única que entró a tiempo. Lo último que me podía esperar.
Pertenecer a Magnum para mí es ser parte de una familia, de trabajadores vocacionales, de fotógrafos inteligentes, muy trabajadores. Es vivir la fotografía cada momento, no pararte nunca, no anclarte, renovarte siempre, seguir mirando. El deseo de búsqueda como motor vital. Ahora se están nutriendo de gente joven, y buscan equilibrar la agencia con más mujeres.
¿Qué ha aportado su mirada a Magnum?
Cristina G. Rodero– Mi aporte a Magnum igual es esa libertad que he tenido siempre; sí, mi aporte ha sido mi mirada fresca, de no tener que agradar a nadie, de no pensar que tienes que vivir de lo que te publican.
Usted ha compaginado su vida en la fotografía con la enseñanza…
Cristina G. Rodero– La enseñanza ha sido importante y es un universo que me gusta mucho. Significa poder allanar el camino de las personas, poder inculcarles una vocación. También darles herramientas para que tengan su propia manera de expresarse: la técnica, también la historia y también el conocimiento de la foto e indagar sobre todo en ello, en sus posibilidades. Además enseñarles aquello que va con cada uno, de manera individualizada.
¿Cree que es necesario una educación más artística, humanística, que fomente las actitudes artísticas en las niñas y los niños?
Cristina G. Rodero– A la enseñanza todos esos programas educativos cambiando continuamente no le hacen ningún bien. Los medios con los que cuenta la enseñanza pública, también son escasos. Me preocupa mucho. Y lo que enseñes a la gente en la niñez, en la juventud es lo que van a ser después.
¿Cuántas posibilidades de jugar tiene un fotógrafo en su trabajo?
Cristina G. Rodero– Muchas, infinitas. En las fiestas, por ejemplo, como es un momento de disfrute, los lugareños juegan contigo porque eres la forastera, eres la que llevas la cámara. Las fiestas son un momento para compartir.
¿Cree que se puede conseguir hacer una buena fotografía también desde un móvil?
Cristina G. Rodero– Sí, desde luego. Los teléfonos tienen ahora mucha resolución. Los lleva la gente entre las manos, y han adquirido una gran agilidad en su uso. No me imagino ya a nadie sin un teléfono y sin fotografiar aspectos de su vida. La gente ha aprendido a encuadrar, a decidir cuándo hace la foto y a cómo enfrentarse a la imagen. Son espontáneos y lo resuelven con mucha agilidad.
Podría contarnos en qué está trabajando ahora mismo.
Cristina G. Rodero– Este año es un año muy grato, la verdad. Al actual Museo Municipal de Puertollano, la ciudad donde nací, le han puesto mi nombre. Han renovado las actuales instalaciones que se inaugurarán en septiembre con una gran exposición. Tengo la ilusión por hacer que funcione, que entre todos le demos vida y vengan exposiciones de fotografía, que haya una importancia hacia la fotografía. También este año, la Universidad de Castilla La Mancha me concede el honoris causa. Bueno, mi tierra me está dando mucho cariño.