05.07.2018

Cristina G. Rodero, vivir la fotografía cada momento

La manchega Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949) es sin duda una de las fotógrafas de mayor relieve y trascendencia creativa de nuestro país. Con un universo visual propio, intimista y riguroso.

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Durante más de quince años capturó e inmortalizó nuestro folklore, los ritos y fiestas populares en la imprescindible serie ‘España oculta’, antropología visual que abarca desde 1974 hasta 1989, un trabajo trascendental para la historia de la etnografía de nuestro país. Pero esos cientos y cientos de fotos que atesora no abarcan solo a esta, su obra más emblemática. García Rodero ha viajado a lo largo de su vida por todo el mundo retratando rituales, bailes, funerales, fiestas…, todo aquello que guarda relación con el conocimiento del ser humano, perfilando una suerte de geografía de los sentimientos. Una sensibilidad y curiosidad especial le acompañan.

Además, es la primera fotógrafa española miembro de la agencia Magnum. Y la única representante de nuestro país en nuestra muestra ‘Players. Los fotógrafos de Magnum entran al juego‘.

Aprovechamos su visita a Espacio Fundación Telefónica donde impartó una clase magistral, ‘El proceso creativo de una reportera‘ sobre herramientas para el relato fotográfico, para pasar la tarde con la fotógrafa y disfrutar de sus inabarcables historias.

Ha viajado por todo el mundo capturando bailes, funerales, fiestas populares, las tradiciones ancestrales del hombre. ¿Cuándo comenzó a plasmar en fotografías lo que veía, su peculiar visión de la realidad? ¿A qué edad tuvo su primera cámara?

Cristina G. Rodero– Empecé a jugar con la cámara a los once años. Veía que mi padre la utilizaba para plasmar recuerdos de momentos bonitos, y yo se la quitaba. Tuve, eso sí, mi primera cámara ya a los dieciséis años. Pero no me considero fotógrafa hasta los 20 años que es cuando entro por primera vez en un laboratorio, en un colegio mayor. Mis primeros amigos fotógrafos estaban estudiando en los colegios mayores, eran aficionados a la fotografía, y se formó como un grupo de amantes de este arte, que participábamos juntos en exposiciones, en concursos. Y así fuimos comprado equipo entre todos. El punto de inflexión real llega cuando termino Bellas Artes y la Fundación Juan March me concede una beca. Yo la pido por una idea que tenía que era hablar de España, en general. Pero cuando conozco de cerca nuestras fiestas populares, y veo el contenido tan rico que hay de imágenes, con miles de lecturas posibles, entonces, decido que ese es el trabajo que voy a desempeñar, en el que me voy a centrar: quise dejar un documento de cómo era España, en su parte más moderna y también en su parte más histórica. Quizás, si no hubiera tenido el empuje de aquella beca, no me hubiera metido en la fotografía. 

¿Considera de alguna manera su labor, su obra, esos cientos de fotos que atesora como fotógrafa semejante al trabajo del antropólogo, al del documentalista de un tipo de realidad social, de un momento concreto?

Cristina G. Rodero– Yo vengo de la pintura, entonces no tenía ni idea de ello, de antropología. Y lo he echado en falta en algunas ocasiones, no creas. Pero cuando hablo con antropólogos me dicen que es mejor mi mirada tan virgen, que me ha permitido trabajar libremente. Y eso fue para mí el trabajo de ‘España oculta’: un trabajo hecho con libertad. 

Había muy poco hecho en este sentido a nivel fotográfico. Algunos fotógrafos habían tocado temas pero de una manera muy ligera: en Semana Santa, en Sanfermines… Se había publicado en libro maravilloso del fotógrafo catalán Ramón Masats ‘Sanfermines’ (1957-1960), Xurxo Lobarto había trabajado en su serie ‘Viernes Santo’ sobre Bercianos de Aliste (Zamora), Juan Dolcet Santos había trabajado con fotos sobre Los Empalaos de Valverde de la Vera, los fotógrafos de Soria habían trabajado muy bien sobre los Sanjuanes… A nivel más local, los fotógrafos tocaban las tradiciones de sus zonas, o bien por algún encargo o porque les interesaba de forma personal. Pero dedicarles un recorrido tan exhaustivo, quince años exclusivamente a un único tema, pues yo era la excepción.

¿Alguna tradición o fiesta que le llamara a lo largo de todos estos años especialmente la atención?

Cristina G. Rodero– A mí, todas. Valoraba mucho la sorpresa, la emoción, la comunicación con la gente. No solo que una fiesta fuera esplendorosa, grandiosa en cuanto a ebullición, a participación, a riqueza de medios. Si era una fiesta pequeña donde convivías con la gente, donde había intimidad y asombro, esas fiestas menores para mí eran maravillosas.

Como fotógrafa yo me muevo mejor donde no hay masas de gente, donde no hay tantos estímulos, demasiados puntos de interés, donde te puedes perder. Compartir con la gente ciertos momentos, que ellos te vayan indicando, que puedas pasar a sus casas, hace que vivas las cosas desde otro punto de vista.

*crédito ‘Duelo. Canosa di Puglia, Italia’, Cristina G. Rodero

En la muestra #ExpoPlayers –en la tercera planta de Espacio Fundación Telefónica– hay tres fotos suyas, imágenes que realizó en Galicia y en Madrid, en la que captura con su objetivo a niños jugando en distintas actitudes. ¿Nos puede hablar un poco más sobre estas obras suyas que conforman la exposición? ¿Qué verá el visitante al acercarse a ellas?

Cristina G. Rodero– Me viene a la cabeza la imagen de la niña en la Plaza Mayor, una especie de marilyn en morena y gordita. Se había puesto encima de un sumidero, le subía el aire por su trajecito de bebé, y el vestido se le inflaba. Yo recuerdo que vi esta escena a lo lejos, corrí y capté la imagen mientras la niña seguía jugando.

La otra escena es ya en Vigo, en una bienal, era un trabajo de encargo esta vez. Tenía que fotografiar las playas justo en mis días libres, en vacaciones. Y encontré dos cosas que llamaron mi atención: una niña tumbada en encima de una roca que se había quedado dormida mecida por el sol; cuando escuchó el click me miró a los ojos y me sonrió: Y un grupo de niños, cazando tesoros, buscando conchas en la arena, jugando en la playa.

La otra imagen capta el Carnaval de Laza (Entroido de Laza) en Ourense, uno de los carnavales más interesantes de España, muy auténtico pero que ya está siendo invadido por los turistas. Era el lunes de carnaval. Una de las costumbres rituales más extendida en los carnavales es la de manchar. Ese lunes de carnaval en Laza te tiran trapos con barro, te manchan. En este caso, era un chico que estaba descansando después de una de esas largas jornadas. Entonces, una niña, se le acerca, jugando. Y tuvo lugar esa escena.

Es usted una de las fotógrafas más destacadas del panorama internacional contemporáneo. Y la primera española en formar parte de la prestigiosa Agencia Magnum (en 2009). ¿Cómo llegó a la agencia, cómo fue ese proceso? ¿Y qué significó para usted en lo personal y para su trabajo?

Cristina G. Rodero– Sí, la primera pero no la única. Por fortuna, ya han entrado dos personas más. Un fotógrafo magnífico Moisés Saman, peruano pero de madre catalana, tiene la doble nacionalidad. Y también Cristina de Middel –comisaria de #ExpoPlayers– claro, dos mujeres y dos Cristinas. Ya somos tres españoles en la agencia.

El proceso de ingreso lo recuerdo muy duro. Los fotógrafos de la agencia Magnum conocen bien de qué va la fotografía. Son gente experta que sabe lo que quiere, así que son exigentes a la hora de que entre gente nueva. Buscan talentos y juventud, por eso yo tampoco me explico cómo estoy ahí. Para mí, yo no daba el perfil de Magnum: no soy fotógrafa de actualidad, trabajo a mi aire, con total libertad, centrada totalmente en temas atemporales. Por eso, no se me ocurrió nunca que yo pudiera estar ahí.

Es un proceso de selección de cuatro años y tres filtros que tienes que sortear. En mi caso supuso pasarme al digital, empezar a trabajar con ordenadores… revolucionar mi vida, meter a asientes a trabajar en casa. Un gran cambio. De los cuatro fotógrafos de mi generación, fui la única que entró a tiempo. Lo último que me podía esperar.

Pertenecer a Magnum para mí es ser parte de una familia, de trabajadores vocacionales, de fotógrafos inteligentes, muy trabajadores. Es vivir la fotografía cada momento, no pararte nunca, no anclarte, renovarte siempre, seguir mirando. El deseo de búsqueda como motor vital. Ahora se están nutriendo de gente joven, y buscan equilibrar la agencia con más mujeres.

¿Qué ha aportado su mirada a Magnum?

Cristina G. Rodero– Mi aporte a Magnum igual es esa libertad que he tenido siempre; sí, mi aporte ha sido mi mirada fresca, de no tener que agradar a nadie, de no pensar que tienes que vivir de lo que te publican.

Usted ha compaginado su vida en la fotografía con la enseñanza…

Cristina G. Rodero– La enseñanza ha sido importante y es un universo que me gusta mucho. Significa poder allanar el camino de las personas, poder inculcarles una vocación. También darles herramientas para que tengan su propia manera de expresarse: la técnica, también la historia y también el conocimiento de la foto e indagar sobre todo en ello, en sus posibilidades. Además enseñarles aquello que va con cada uno, de manera individualizada.

¿Cree que es necesario una educación más artística, humanística, que fomente las actitudes artísticas en las niñas y los niños? 

Cristina G. Rodero– A la enseñanza todos esos programas educativos cambiando continuamente no le hacen ningún bien. Los medios con los que cuenta la enseñanza pública, también son escasos. Me preocupa mucho. Y lo que enseñes a la gente en la niñez, en la juventud es lo que van a ser después.

¿Cuántas posibilidades de jugar tiene un fotógrafo en su trabajo?

Cristina G. Rodero– Muchas, infinitas. En las fiestas, por ejemplo, como es un momento de disfrute, los lugareños juegan contigo porque eres la forastera, eres la que llevas la cámara. Las fiestas son un momento para compartir.

¿Cree que se puede conseguir hacer una buena fotografía también desde un móvil?

Cristina G. Rodero– Sí, desde luego. Los teléfonos tienen ahora mucha resolución. Los lleva la gente entre las manos, y han adquirido una gran agilidad en su uso. No me imagino ya a nadie sin un teléfono y sin fotografiar aspectos de su vida. La gente ha aprendido a encuadrar, a decidir cuándo hace la foto y a cómo enfrentarse a la imagen. Son espontáneos y lo resuelven con mucha agilidad.

Podría contarnos en qué está trabajando ahora mismo.

Cristina G. Rodero– Este año es un año muy grato, la verdad. Al actual Museo Municipal de Puertollano, la ciudad donde nací, le han puesto mi nombre. Han renovado las actuales instalaciones que se inaugurarán en septiembre con una gran exposición. Tengo la ilusión por hacer que funcione, que entre todos le demos vida y vengan exposiciones de fotografía, que haya una importancia hacia la fotografía. También este año, la Universidad de Castilla La Mancha me concede el honoris causa. Bueno, mi tierra me está dando mucho cariño.

La muestra muestra #ExpoPlayers –comisariada por los fotógrafos Cristina de Middel y Martin Parr nos ofrece una faceta diferente de estos profesionales y pretende mostrar su parte más lúdica a través del concepto del juego. Podrá visitarse de forma gratuita hasta el 16 de septiembre en Espacio Fundación Telefónica.

Por Adriana Herreros