Paul Auster sostiene un cigarrillo de vapor y uno de los tres periodistas presentes ante él no puede contenerse: “Veo que ahora vapeas, ¿los tiempos están cambiando?”:
“He fumado durante 50 años. Empecé a toser tanto, y además tengo ya una edad, que he tenido que parar. Este método es bastante bueno [señalando el cigarrillo de vapor]: sin alquitrán y sin humo. Un amigo mío, fumador apasionado aún más que yo, hace unos tres años me dijo: «Paul, deberías probar esto», y me pareció que estaba muy bien, así que sigo haciéndolo”.
Lo que sigue es una hora de tertulia en una azotea del centro de Madrid con el escritor norteamericano, que justo presenta su nueva novela, 4 3 2 1, en el Espacio Fundación Telefónica. El Premio Príncipe de Asturias y autor de Trilogía de Nueva York, de Brooklyn Follies o de El libro de las ilusiones enlaza de manera constante a lo largo de esta entrevista hechos cotidianos con los grandes temas del ser humano. La vida tal y como él la conoce, insiste. Sus personajes, o sus ‘Archies’ en este caso -protagonistas de este último libro-, construyen a través de diferentes caras la misma realidad. ¿Extraña? ¿Inesperada? ¿Causal? De todo ello hablamos con él.
Sobre su evolución
“No siento que haya cambiado. El alma de una persona es un lugar grande. En los libros que he escrito he ido explorando diferentes lados de ese alma. Al principio puede que me concentrase en algunas cosas y después en otras. La imaginación de un artista es un gran país, como España, por ejemplo. Empiezas a escribir y tu primer libro es una provincia, tu siguiente libro es otra provincia, el siguiente otra… Cada una es diferente. Sigues, continúas. Cuando mueres y ya no escribes más, ya está todo relleno. Tu obra está completa. Hablo de la obra de cualquier escritor. El territorio se va rellenando y tu obra se va completando. Es imposible analizar lo que tiene dentro un autor hasta que no ha hecho todo su trabajo. Por otro lado, ningún artista quiere seguir haciendo siempre lo mismo. Tienes que moverte. Explorar territorio nuevo”.
Sobre la causalidad o lo inesperado
Para Auster algunas cosas que pasan en sus novelas son más una revelación que una casualidad o coincidencia. También en la vida. “La gente no para de hablar de coincidencias en mi literatura, pero yo no hago eso. Es como cuando me acuerdo de alguien que no veo en 10 años y de pronto me lo encuentro en la calle, ¿casualidad? Eso me ha pasado muchas veces. Estas cosas inesperadas suceden todo el rato. Las vemos como extrañas, pero no lo son. No hay misticismos, no hay religión, no hay un significado elevado… Es simplemente cómo funciona el mundo. El mundo como yo lo conozco, eso es lo que cuento”.
Sobre Nueva York y su relación con la ciudad
“Uno de los mayores autores que ha escrito sobre una gran ciudad es James Joyce, que escribió sobre Dublín. Joyce se marchó de la capital irlandesa cuando tenía unos 22 años, así que escribió todos sus libros desde otros países. Tenía una gran memoria y no necesitó vivir en una ciudad para escribir sobre ella. Lo que hizo fue muy instructivo y muy conmovedor. Creo que contactaba con amigos y les hacía preguntas específicas como en qué calle está este bar o este pub o cómo se llama esta tintorería, pero básicamente hizo un ejercicio de memoria.
Otros escritores hoy en día escriben crónicas diarias estando en sus ciudades mientras que yo estoy en algún punto intermedio. Me gusta mucho estar ahí. Disfruto mucho de Nueva York, me gusta Brooklyn y no se me ocurre ningún otro lugar en el que preferiría estar. Sin embargo, a menudo también he escrito sobre Nueva York estando fuera de la ciudad”.