La corrala LA CORRALA, EL BLOG DEL EQUIPO EDUCATIVO

Pierre Gonnord nos visitó durante el mes de septiembre para impartir el taller de fotografía ‘Viaje hacia el retrato’, y desde el Equipo Educativo aprovechamos su presencia para entrevistarle. Sigue leyendo para descubrir cómo fueron sus inicios en la fotografía, cuál es su conexión con Madrid o a quiénes considera sus referentes.

• Antes de tu estancia en España tenías una vida organizada en Francia, ¿qué es lo que te llevó  a asentarte en Madrid a finales de los 80? ¿Cómo era el ambiente cultural que te encontraste?

Llegué muy joven a Madrid, con 25 años, después de mis estudios y de un año de vida profesional. Decidí apostar por una Europa sin fronteras y por ello elegí Madrid para empezar mi andadura. Desde entonces he viajado mucho pero Madrid es mi ciudad, adonde regreso siempre y donde he desarrollado todo mi proyecto de vida. Desde el primer día me ha parecido una ciudad abierta, generosa, activa, entusiasta, que idea y hace. Fue esa la primera impresión que tuve al llegar: la de una sociedad en cambio en su post-movida que colocó rápidamente a Madrid como una de las capitales más atractivas de Europa.

• Comenzaste en la fotografía de forma autodidacta, ¿nos puedes contar cuáles fueron tus inicios?

Llevo veinte años desarrollando mi proyecto personal, pero he crecido en Francia, donde la fotografía siempre se ha difundido, amado y entendido. Por ello no me considero autodidacta: la propia sociedad gala, siempre atenta al debate acerca de la fotografía, me ha educado. Me acuerdo de los inicios del Mois de la Photographie, de los Encuentros de Arles, del Centro Nacional de Fotografía, de J.L. Monterosso en l’Espace Photographique des Halles, de Christian Caujolle en Libération y de Agnès de Gouvion St-Cyr y Régis Durand. Ellos fueron nuestros educadores. Muy pronto entendí el poder de la imagen y sobre todo sentí la fascinación por el retrato.

• ¿Cuáles son las referencias fotográficas o artísticas que han marcado tu trabajo?

Todos los grandes creadores son maestros en su forma absoluta de abordar y plasmar su obra, su rigor, su metodología de trabajo, su economía de medios para llegar a atraparte. Son influencias buenas y lecciones a la hora de contemplar el mundo y pensar en tu camino. A la hora de sentir el retrato me impresionan primero los grandes escritores que exploran el alma humana, como Faulkner, Dostojevski, Chekov, Welthy o Borges. La historia del retrato plástico es larga empezando por las pinturas rupestres, la escultura, la pintura, el dibujo… Rodin, Ingres y Quentin de la Tour en Francia son fascinantes. Los pintores españoles del siglo de oro descienden en los abismos de la mente humana. Creo que el creador que mas me fascina es Goya porque es absoluto. En fotografía Brassaï. Pero el cine también es fuente de contemplación e influencia, sobre todo el cine mudo y expresionista.

• ¿Siempre tuviste claro que querías dedicarte al retrato y no a otro tipo de fotografía (social, documental, paisaje…)?

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© Carolina del Olmo

Muy pronto, al descubrir a Brassaï y luego a Kertesz y Koudelka, y ahora a Salgado, supe que ser retratista es abarcar todos los campos de la vida porque te supone un viaje largo y constante hacia la existencia humana, hacia tu propia esencia, hacia la «part commune d’humanité».

• Tus retratados transmiten una mirada especial, se adivina una gran conexión contigo, un gesto de complicidad. ¿Cómo consigues la relación con ellos? ¿Cómo surge el encuentro con tus retratados? ¿Cuándo decides tomar cierta distancia? 

Mi proyecto es primero un viaje a la búsqueda y al encuentro de mis contemporáneos. Deseo conocer su esencia, su modo de vida alejado de nuestros centros urbanos. Voy a su encuentro buscando lo que nos puede unir, no separar. Hay que abolir esas barreras que las sociedades modernas han edificado muy a pesar del espíritu de la globalización. La gente que me interesa es miembro de comunidades con raíces muy ancladas en la historia y amparada por su cultura y su comunidad humana. Sólo cuando les he conocido me puedo permitir invitarles a ser retratados. El retrato es la imagen de una persona, pero a través de mi mirada también es la representación de toda la humanidad por su sensibilidad y psicología. Es cuando el modelo presta su rostro pero deja de ser sí mismo para encarnar a toda la condición humana. Es el médium que nos une. Es el distanciamiento que tengo que tomar como creador. Aunque la historia del encuentro con una persona tiene todo su valor humano y sentimental.

• Volviendo a la mirada de tus protagonistas, hay que destacar en ésta una gran dignidad y presencia; cuando te planteas retratar a alguien, ¿buscas reflejar valores como sus raíces, costumbres, el concepto de familia…? ¿Se puede hablar de retratos psicológicos? 

En el camino recorrido, en mis viajes y encuentros, conozco a personas maravillosas, pero no todo el mundo me interesa para retratar. Elijo a personas dentro de un grupo por su mayor expresión de sensibilidad, inteligencia, carisma, bondad, espiritualidad, dignidad, belleza y lo que llamaría la «fuerza vital», para que sean embajadoras de su grupo pero de todos nosotros. Un buen retrato tiene que ser capaz de mantener una cierta ambigüedad para que todas esas cualidades del personaje se mantengan intactas pero sin revelarse. Ser capaz de dialogar con un retrato y la psicología del personaje sin evidencia y sin agotarse.

• Cada retrato es una aventura, una historia, ¿cuál es tu retrato ideal o imaginario, que te persigue y te gustaría hacer, pero al que aún no le ha llegado el momento?

Es una pregunta complicada. Por un lado me gustaría hacer un retrato de alguien que no se parezca en nada a mí en cuanto a carácter y con quien no tenga afinidad. Por otro lado hacer un gran retrato de grupo es un reto muy difícil en el cual estoy pensando.

• Normalmente trabajas en proyectos personales a largo plazo, ¿cómo conviven éstos con otros encargos? ¿Qué intereses te llevan a aceptar o no algún encargo?

No acepto nunca un encargo por parte de una institución si no encaja con mi búsqueda vital. Y un buen encargo es el que te deja libre y te apoya como mecenazgo en tu viaje creador. Por ejemplo la invitación de la Fundación Universidad de Navarra es su proyecto ‘Tender Puentes’, en el cual he estado trabajando últimamente, es una maravilla que te ayuda a crecer. En su libertad, me ha propiciado hacer un vídeo sobre los rostros de los últimos mineros.

• En el taller que has impartido en el Espacio Fundación Telefónica, has insistido mucho en que el retrato nos debe llevar a un  viaje interior para poder retratar al otro. ¿No crees que, en el mundo tan acelerado y complejo en el que vivimos, es difícil encontrar tiempo de análisis, momentos de escucha y silencios para poder expresar aquello que buscamos transmitir? ¿No se corre el riesgo, a veces, de quedarse a medio camino?

Es difícil hoy en día pero creo que siempre ha sido difícil para un creador autónomo llegar a construir su obra. Es un camino en solitario (aunque estés cerca de lo humano), con su estilo de vida, y si es lo que buscas te tienes que entregar a ello.

• ¿Qué proyectos tienes en marcha?

Son proyectos de vivencias que tal vez pueden llevarme a continuar mi obra. Ahora mismo estoy solicitando hospitalidad en lugares de contemplación como son los monasterios ortodoxos de Europa Central. También, en un polo opuesto, quiero cuestionar el cuerpo humano y acercarme a grupos que utilizan su fuerza para trabajar, en tradiciones ancestrales.

• ¿Qué le recomendarías a los jóvenes estudiantes o aficionados, seguidores de tu trabajo, que quieran dedicarse a la fotografía?

Que se entreguen sin miedo, trabajen mucho y sigan sus aspiraciones y nada más. Y que no dejen a nadie entremeterse entre ellos y su obra. Eso sí, que sepan escuchar los mejores consejos.

• Por último, ¿hay tantos retratos como miradas se posan en ellos?

Está claro que entregamos la obra al público desde nuestra identidad y sensibilidad, pero solamente su mirada al contemplarla será capaz de darle la vida.