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08.06.2016

Cinco claves para visitar ‘Joaquín Torres-García: Un moderno en la Arcadia’

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Venida directamente del MoMA, esta exposición recorre la trayectoria de un artista clave del s. XX. Aquí os damos algunas pistas para descubrirla

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1 • Alrededor del mundo

Una reproducción del dibujo más célebre de Joaquín Torres-García nos da la bienvenida a la exposición, ofreciéndonos ya distintas pistas para acercarnos a su figura. En América Invertida una cruz señala una ubicación clave: Uruguay. País natal del artista, Uruguay fue el escenario de su infancia y adolescencia, así como del final de su vida. De los 17 a los 60 años Torres-García vivió en multitud de lugares diferentes: Barcelona, Nueva York, Villefranche-sur-Mer, París, Fiesole, Madrid… De hecho, su condición de emigrante fue fundamental en su desarrollo artístico, y bucear por su obra nos lleva a realizar un viaje con numerosas etapas por Europa y América.

2 • Pasado y modernidad

Junto a la reproducción de América Invertida, el título de la exposición encierra más datos sobre Torres-García. El adjetivo “moderno” hace referencia a su cercanía a los lenguajes vanguardistas que poblaron los siglos XIX y XX: modernismo, novecentismo catalán, neoplasticismo, constructivismo, cubismo, futurismo… El artista se mantuvo siempre al tanto de la modernidad, tomando de ella lo que más le interesaba y transformándola a su gusto.

En una aparente contradicción, Torres-García sintió a lo largo de toda su vida un fuerte interés por la Arcadia, el paraíso terrenal imaginado en la literatura desde Virgilio, y del que los novecentistas catalanes tomaron inspiración. Para él el pasado era la base fundamental a partir de la cual poder aventurarse en la modernidad, un sedimento que no debía ni podía ignorarse.

3 • Teoría y plástica

Torres-García se expresó eminentemente a través de la pintura, pero en la exposición podemos encontrarnos también con collages, esculturas, cuadernos de dibujo y, en especial, con juguetes. El artista no percibió sus juguetes desmontables como algo inferior respecto a su obra pictórica, para él constituían un proyecto al mismo tiempo comercial, artístico y pedagógico. Tampoco percibió su faceta como pedagogo y teórico como algo secundario: a lo largo de toda su vida combinó creación plástica y teórica no sólo a través de sus juguetes, sino también de numerosas publicaciones y, en especial, del Taller Torres-García, que estableció en Uruguay los últimos años de su vida.

4 • Un nuevo -ismo

A medida que avanzamos por la exposición vemos surgir poco a poco el lenguaje más característico del artista, en pinturas divididas por líneas horizontales y verticales dentro de las cuales se encuentran distintos símbolos. Con estas obras nos introducimos en el Universalismo Constructivo, la corriente artística creada por Torres-García, con la que intentaba transmitir ideas y conceptos a través de símbolos que pudiesen ser universalmente entendidos. Como señala el comisario de la exposición, Luis Pérez-Oramas, en una época en la que primaban la sangre y la patria (nos encontramos en los años 40, en plena Segunda Guerra Mundial), Torres-García era un abanderado de lo global, de todo aquello que une a la humanidad superando fronteras físicas y temporales.

5 • El primer y el último día

Durante la visita a la exposición nos damos cuenta de que a lo largo de su carrera Torres-García no dudó en rescatar intereses y lenguajes anteriores, rompiendo con la progresión lineal que suele caracterizar la carrera de los artistas. Esta particularidad puede verse especialmente reflejada en la última obra de la exposición y última obra realizada por el artista, Figuras con palomas (1949). Esta pequeña pintura sobre cartulina nos vuelve a trasladar al lenguaje sintético que desarrolló en el París de los años 20, y a la Arcadia que imaginó en Barcelona siendo un joven artista. Según el comisario Figuras con palomas nos devuelve por tanto a sus comienzos, «como si el último día fuese, también, el primero».