Edurne Portela es una de las voces que han dado vida al libro ‘Tsunami. Miradas feministas’ (Editorial Sexto Piso), que el próximo 29 de mayo se presentará en Espacio Fundación Telefónica. Pero no es la primera vez de la escritora en nuestro auditorio, ya que el pasado mes de marzo tuvimos la suerte de recibirle con motivo de la publicación de su última novela ‘Formas de estar lejos’ (Galaxia Gutenberg).
Aquel día hablamos de la cara oculta de nuestras vidas. De rutinas, de “vidas perfectas”. Hablamos de cómo moldeamos nuestra esencia para encajar en esa felicidad estable y “civilizada” que impera en la sociedad, pero que maquilla fantasmas de soledad y violencia. Alicia, la protagonista de ‘Formas de estar lejos’, vive esta realidad en primera persona. Edurne nos introdujo en el universo de esta joven, que tiene lo que algunos llaman éxito: un marido, una casa, un buen trabajo. Pero, poco a poco, descubrimos cómo esa rutina bucólica se resquebraja, liberando un mundo soterrado de soledad, violencia y mentiras.
Recordamos algunas de las reflexiones que Edurne Portela compartió con nosotros aquel día.
“Me obsesionan las distintas formas de violencia y cómo nos afectan”
Hablamos con la autora sobre cómo algunas manifestaciones violentas son muy fáciles de identificar por sus consecuencias físicas o por su visibilidad social. En cambio, hay otros abusos invisibles que dejan un profundo daño en las personas, a veces sin que ni siquiera sean conscientes. “Eso es lo que me interesaba explorar en la novela -explica la autora-, cómo los gestos cotidianos y las pequeñas acciones cuentan historias que desvelan heridas relacionadas con la soledad, el desarraigo y la incomunicación”.
“Hay cosas que tomamos como normales porque están normalizadas, no porque lo sean. Para mí es fundamental hacerlas visibles”
Edurne reivindica la literatura como una manera de detenernos y hacer un esfuerzo de reconocimiento de la realidad en la que vivimos. Esos son los libros que más disfruta la autora, los le brindan oportunidad de mirar de otra manera lo cotidiano y hacer un ejercicio pausado de reflexión íntima y autoconocimiento. Ella está convencida de que “cuando no examinas tu vida, te pasa por encima”.
“Pensamos que el maltrato y las relaciones conflictivas solo se dan en las clases menos privilegiadas, pero el respeto no es cuestión de clase ni de nivel educativo”
La última novela de Edurne busca romper el prejuicio de que el dinero y el estatus son garantía de invulnerabilidad. “Alicia, la protagonista, es muy inteligente y tiene una educación superior, pero le faltan los recursos emocionales para salir de una situación abusiva -nos cuenta-. Le puede pasar a cualquier mujer de cualquier condición”. El espacio universitario en que se desarrolla la historia habla también de esto: da la impresión de que en ese entorno, lleno de profesores eminentes y gente sofisticada, no pueden ocurrir estas situaciones, pero esos edificios esconden verdades atroces.
“’Formas de estar lejos’ no habla solo de desarraigo geográfico”
La incomunicación es un tema central de la novela. Edurne bucea en los diferentes niveles de este sentimiento, desde un nivel más básico (el idioma) hasta la disfuncionalidad de las relaciones entre los personajes, sus familias… “Puedes estar con una persona y, a la vez, estar a años luz de ella. A eso se refiere el título”.
“Para mí escribir no es necesariamente una liberación o una terapia, sino una forma de entender mejor lo que me hace sufrir”
Edurne es muy consciente de cómo ocultamos los fantasmas que nos hieren en el día a día, por miedo a que hacerlos visibles sea aún más doloroso. Porque, al nombrar un problema, no queda más remedio que afrontarlo. “Yo lo paso fatal cuando escribo sobre algo que me duele -confiesa-. Igual obtengo más conocimiento sobre ello, pero cuando termino no me siento mejor”.
“Cuando escribes te nutres mucho de lo que has leído, pero también de la ausencia de narraciones. Por eso buscas tu propia voz”
Edurne nos aseguró que ‘Formas de estar lejos’ parte de una indagación en temas que están poco representados. Ella percibe que en la literatura no se explora lo suficiente el mundo íntimo de los personajes. “Parece que en las novelas tienen que pasar muchas cosas, pero a mí eso no me interesa”. Para ella no cuenta el paso de los años, sino lo que pasa en el transcurso de esos años.
“Me gusta sugerir y que los lectores se vayan creando sus propios mundos”
Para la autora, es vital que sus libros den pie a que la imaginación del lector despegue, para que él mismo haga suyos los personajes y lo que están viviendo. Sus historias dan la impresión de que podrían haber sucedido de cualquier otra forma, porque ella no habla de verdades absolutas. “No tengo ninguna certeza, si las tuviera no escribiría, porque lo hago para indagar sobre lo que me interesa”. Como lectora, reconoce que le da rabia que un autor repita una idea un millón de veces para asegurarse de que la entiendes como él busca. Por eso se esfuerza en no juzgar a los protagonistas de su última obra: “Quería que los lectores decidieran cuánto quieren querer a los personajes. Fue un ejercicio muy consciente en el que tuve que quitar muchos adjetivos calificativos”.
Por Blanca Del Guayo