Ingeniera en electrónica e investigadora en ‘Robótica y Control de Sistemas’ en RoboticsLab de la Universidad Carlos III de Madrid. Concha A. Monje es una científica de prestigio y una apasionada de la enseñanza. Ha sido galardonada con el premio ‘Mujer y Tecnología 2018 de la Fundación Orange’, y con el premio a ‘Mejor Científica Contemporánea 2017’, otorgado por la revista de divulgación científica QUO en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC.
Visitamos con ella la exposición ‘Nosotros, robots’ y hablamos de robótica asistencial, androides, del futuro más cercano y de feminismo. Un placer.
¿Qué te interesa de la robótica? ¿Qué te llevó a dedicarte a esta disciplina, un pelín futurista?
Pues mi interés vino un poco casi por casualidad. Lo que sí tenía claro desde muy pequeña es que quería dedicarme a la tecnología. Me apasionaba, veía un ordenador y me ponía a teclear. Incluso escribía algún código sin saber muy bien qué era eso de algún libro que encontraba. Y, de repente al ejecutarlo veía que aquello funcionaba, que sucedía algo. Me fascinaba. Siempre supe que quería dedicarme a esto.
Quise hacer también imagen y sonido, fíjate, pero finalmente me decidí por Ingeniería electrónica. Y por un doctorado en Control de Sistemas. Mis teorías de control y mis algoritmos de control los apliqué entre otras cosas a una plataforma que era un brazo robótico flexible. Y eso me abrió la puerta a la robótica, ya que tras terminar el doctorado recibí una oferta de la Universidad Carlos III de Madrid para ser profesor visitante: concursé y entré.
El grupo de investigación donde me asenté fue Robotics Lab, donde, claro se investiga sobre todo tipo de plataformas robóticas y sus aplicaciones. Esto me permitió centrarme en la robótica y probar las estrategias de control a muchas plataformas, entre ellas al robot RH-1, que es el estaba en aquel momento operativo. Y nuestro robot representante aquí, en la muestra ‘Nosotros, robots‘.
Pero dinos, ¿qué es exactamente la robótica?
La robótica pretende crear una máquina que tenga una cierta autonomía, una cierta capacidad de decisión para el desempleo de unas determinadas tareas. Con la realización de estas tareas por parte de la máquina se pretende aliviar al humano. Este es el objetivo fundamental de la robótica.
Para que un robot sea un robot varias partes importantes han de concurrir: un cuerpo, un chasis que tenga capacidad de actuación y sea capaz de modificar el entorno de una forma tangible. El resultado de esa modificación también ha de ser tangible. Siri, por ejemplo, no modifica el entorno de forma física inmediatamente. Se necesita entonces, este elemento actuador.
Por otro lado, se necesita también una comprensión de lo que ocurre en el entorno; eso el robot lo debe de tener. El robot ha de estar entonces sensorizado; es una máquina que tienes sensores y que sabe gracias a esos sensores qué ocurre fuera. Esa información que obtiene así la procesa, y de ahí viene esa autonomía. Es suficientemente autónomo para decidir: si esto está pasando fuera, tengo que hacer esta otra cosa. Y ese cuerpo le permite actuar y resolver el problema. Sensorizar, razonar, actuar, estas tres cosas tienen que estar presentes. Y eso es lo que hacemos en robótica.
Si nos vamos a un grado más avanzado de inteligencia, hablamos ya de IA que por supuesto puede ser extracorpórea o puede estar embebida dentro de un robot.
Entonces, ¿merece la pena hacer robots? Nos cuentas un poco cuál es el trabajo de Robotics Lab.
Sí, desde luego. El objetivo es siempre la ayuda al ser humano. En nuestro laboratorio siguemos líneas muy actuales de investigación. Estamos presentes en cuatro proyectos europeos: en robótica asistencial, en robótica para la salud, robótica para la construcción y con robots colaborativos.
Tenemos un grupo dentro del laboratorio que se dedica a robots humanoide como nuestro RH-1, o nuestro prototipo actual que se llama TEO, también otro grupo dedicado a robot sociales como Maggie, un robot que se mueve con ruedas, e interacciona con los humanos y tiene una inteligencia incluso emocional, y que se utiliza en terapias con ancianos, con niños con alzheimer, en robótica asistencial. Además, en robótica asistencial, hemos desarrollado un brazo robótico para asistir a personas que tengan discapacidades.
¿Ves un futuro cercano en el que este tipo de robots estén ya en nuestros hogares?
Sí, lo veo. Veo fundamentalmente plataformas móviles que para la locomoción en una casa son más adecuadas. Ahí tenemos, por ejemplo, el caso de rumba, que es un robot realmente con un algoritmo de planificación muy importante. Es capaz de hacer un mapa de la sala y recorrerlo de forma eficiente sin dejar ni un rincón por recorrer. No es nada aleatorio. Y ahí está actuando y ejerciendo la función de limpiar, una función de robot perfecta. Cada vez más este tipo de dispositivos van a estar en los hogares. Vamos a interaccionar por la casa mediante la voz, con interfaces tipo Siri o cualquier chat bot, y todo va a estar automatizado de alguna forma. Cada vez más se irá incorporando esa tecnología robótica de automatización y incluso de inteligencia artificial en los hogares. Es totalmente viable.
Cierto es que si queremos un robot androide en casa que nos haga las funciones de compañero, todavía falta, además llegar a desarrollar un prototipo tan robusto cuesta muchísimo. Aunque aún así hay empresas como Boston Dynamics que tienen un bípedo capaz de mantenerse de pie, en equilibrio en la nieve, lloviendo… pero llevar esto a los hogares cuesta muchísimo, son prototipos muy caros, hay un montón de problemas de seguridad alrededor y legislativos, etc.Y hasta que todo eso no se supere, todavía hacen falta muchos años.
¿Nos cuentas la historia de vuestro maravilloso robot humanoide, RH1?
Hubo un prototipo previo, el RH0 pero el que ya tuvo una funcionalidad más adecuada fue RH1. Es un prototipo mucho más ambicioso al que se le puso una carcasa y que se utilizaba para tareas de locomoción. Movía los brazos, pero sus manos por ejemplo no eran activas. En un inicio, en su cabeza no tenía sensores, tampoco cámaras. Conforme fue creciendo el prototipo se le fueron instalando cámaras; se pensó que pudiera desarrollar más habilidades y que pudiera intervenir en el desarrollo de esas habilidades más tecnología.
El prototipo funcionó muy bien, yo pude probar controladores con él. Pero tenía una limitación fundamental que eran los tobillos. Es el punto débil de muchos prototipos porque los tobillos soportan todo el peso de un robot, necesitan toda la potencia de masa ahí, y los motores tienen una limitación: si les exiges demasiado se saturan se rompen. Ocurrió que en una prueba, cuando ya estaba al límite el prototipo, se calló. La mecánica se vio afectada y decidimos hacer ya uno nuevo.
¿Cómo de importante consideras la visibilización de las mujeres en la ciencia?
La clave principal es el referente. Si no hay referentes, si no hay nadie que te muestra algo, si en tu realidad no ves cosas, es imposible que proyectes sobre esas cosas: solo se proyecta sobre lo que se ve. Es fundamental que haya referentes femeninos en la ciencia y en el tecnología, en las carreras relacionadas con las TIC. Costará más trabajo que una chica se vea en ese papel si no hay nadie a su alrededor que le muestre que es posible.
Esto unido a esa presión social que parece que indica que las mujeres han de dedicarse a unas cosas, los hombres a otras, algo que no atiende a nada que tenga que ver con la razón. Todos, todas somos iguales de válidos. Está más que demostrado que tanto niños como niñas hasta al menos los siete años tenemos los mismos intereses pero luego, el clima social nos hace desvincularnos de ciertas áreas de intereses.
Veo entonces tres cosas fundamentales: que el niño, la niña debe desarrollar su potencial en sus habilidades independientemente de su género. Las herramientas tienen que ser iguales para niños y niñas (ahora mismo los kits de robótica están arrasando en las aulas, se están implantando ydesarrollar un lenguaje computacional, ayuda a estructurar la mente, a resolver problemas de una forma práctica, a afianzar conceptos teóricos..). Que las niñas tengan referentes femeninos en las aulas: que tengan profesoras de ingeniería, de matemáticas. Y a nivel laboral tiene que haber empoderamiento de la mujer: si no tenemos las mismas herramientas que los hombres para alcanzar los puestos directivos, para que se nos tome en serio, para que nuestras opiniones tengan también un peso en nuestro puesto de trabajo, estamos también perdidas. También es urgente y necesaria la implicación social, de todos. Tenemos que equilibrar la balanza.