02.11.2017

Jugar a ser arquitectos, aprender a ser ciudadanos

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A través de sus experiencias, distintos profesionales nos cuentan por qué los juegos y talleres de construcción son necesarios en el desarrollo de niños y adolescentes. Imprescindibles para ayudar a la evolución de capacidades, este tipo de actividades también lo son para conseguir adultos críticos y responsables.

Guiados por Norman Foster nos adentramos en el mundo de los niños y la arquitectura.

 

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Construir implica levantar, crear de la nada, poner en marcha, reunir. Aunque la RAE le atribuye significados más bien técnicos, con normalidad utilizar esta palabra en cualquier ámbito es llenar de buenas intenciones una acción. Por eso, a todos nos gusta que los niños, nuestros niños, dediquen sus primeros meses y años de vida a los juegos de piezas. Verles con sus diminutas manos levantar edificios, ciudades, mundos y escenarios inventados supone, más allá de un desarrollo de capacidades completísimo, incluirles en el civismo más puro, en una de las esencias humanas por excelencia.

El trabajo de Norman Foster, que estos días recoge Espacio Fundación Telefónica, es una buena prueba de ello. Recoge de manera profesional, artística y adulta estas acciones infantiles. Sobre él giran y han girado durante más de 40 años de carrera términos como bienestar, necesidades contemporáneas, movilidad y sostenibilidad. Creatividad y responsabilidad cívica todo en uno. Por eso, guiados por Foster nos adentramos en el mundo de los niños y la arquitectura.

Ciudadanos del siglo XXI

Según Valentín Martínez-Otero Pérez, doctor en Psicología y en Pedagogía y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, los juegos de construcción pueden ser muy útiles en aspectos tales como el conocimiento y la reflexión sobre la propia realidad y el entorno. Por eso, “ayudan a desplegar la conciencia ecológica, el conocimiento de distintos materiales y el uso que se les puede dar. Son también importantes en el desarrollo psicomotor, en el fomento de hábitos de exploración y en la resolución de problemas”.

Para él, además su uso favorece sobre todo la indagación y el conocimiento del medio, ya que ayuda a conocer el paisaje y a implicarse en su conservación y mejora. “Ofrece muchas posibilidades para un verdadero aprendizaje significativo y responsable”, apunta.

Mirian Checa Romero es licenciada en Psicopedagogía y Doctora en Desarrollo Psicológico, Aprendizaje y Educación. Actualmente es Profesora del Departamento Ciencias de la Educación de la Universidad de Alcalá y está trabajando de manera intensa en cómo los juegos de construcción, incluidas las versiones actuales de los mismos como diversos videojuegos, son fundamentales en las diferentes etapas educativas.

“Este tipo de juegos promueven experiencias de programación y diseño muy necesarias para formar a los ciudadanos del siglo XXI”. Sin embargo, la investigación indica que los niños y niñas “acceden al sistema educativo con una capacidad natural para ser creativos e innovadores, pero que poco a poco se va perdiendo según van avanzando en las sucesivas etapas educativas”, añade.

Por ello, los profesionales de la educación creen que es necesario ayudar a los estudiantes a pensar de manera creativa en todos los niveles educativos -y no solo en las primeras etapas-, ya que los juegos de construcción pueden tener un alto impacto en la imaginación y en la creatividad.

Los videojuegos, un potente aliado

Para algunos autores, los niños y adolescentes que dedican tiempo a los juegos de construcción han obtenido mejores resultados en creatividad que los no jugadores, ya que los usuarios pueden transformar la realidad a partir de las simulaciones.

En estos juegos, el rol creador se expande, siendo los estudiantes capaces de generar mundos originales como si diseñadores profesionales se tratase. “Además, estos juegos o videojuegos creativos permiten que el jugador pueda ir construyendo activamente un mundo de ficción, a través de sus propias decisiones y preferencias individuales, constituyendo un potente recurso de aprendizaje, donde el niño se convierte en protagonista de la acción de los medios en sí mismo”, afirma la profesora.

Así, para demostrar que estos videojuegos de construcción como Minecraft pueden tener grandes beneficios, Mirian Checa ha realizado un proyecto de investigación en torno a él.

La experiencia

El proyecto pretendía, con una muestra de 85 alumnos de 1º de la ESO (con edades comprendidas entre los 12 y 15 años de edad), aportar evidencias empíricas acerca del desarrollo de la creatividad mediante la introducción de videojuegos en el aula.

Para lograrlo, se desarrolló un taller pedagógico de ocho semanas de duración en el que se introdujo el videojuego Minecraft en la asignatura de Tecnología. Para valorar los resultados se analizó la creatividad de los participantes utilizando diferentes test especializados pre y post, cuyos resultados mostraron un aumento significativo de la creatividad, poniéndose de manifiesto la oportunidad de introducir estas herramientas en las aulas para desarrollar contextos educativos innovadores con procesos creativos como protagonistas.

Talleres de arquitectura, un boom necesario

Sin embargo, este proyecto es aún algo aislado y en las aulas, según indica Valentín Martínez-Otero Pérez, es muy posible que no se haya dado al juego de construcción el valor educativo que tiene. “Adaptado a las características, edades, posibilidades, limitaciones, recursos, gustos, etc., ha de ser mejor considerado en los centros escolares. Se trata en gran medida de aprender jugando”, añade.

Muchas colegios se han dado cuenta de esta necesidad y han programado actividades extraescolares en forma de talleres de arquitectura. También instituciones y fundaciones como Espacio Fundación Telefónica ofrecen en sus agendas interesantes propuestas.

Almudena de Benito es la responsable de Chiquitectos, un proyecto lúdico y educativo que implica a niños, niñas y jóvenes con el mundo que les rodea y despierta su interés por la arquitectura, la ciudad, el entorno y el desarrollo sostenible. Su labor se centra en organizar así diversos talleres que sirven para cumplimentar su formación y ampliarla de manera más artística, más real o más práctica.

Algunas de sus propuestas se centran en: talleres con LEGO, que permiten mucha libertad y resultan un incentivo si se trabajan de manera libre; talleres com materiales reciclados para tratar la sostenibilidad; talleres tecnológicos en los que los niños graban vídeos y sonidos [como este programado con motivo de la muestra de Foster sobre realidad virtual]; talleres urbanos o talleres con el sistema Lupo, una herramienta que desarrolla de modo cooperativo el pensamiento lógico y creativo.

“Se trata de aprender a través de la experiencia y en todos hay dos cosas clave: la creatividad y el trabajo en equipo”, explica De Benito. “Esas son las dos bases de todos los talleres de Chiquitectos. En ellos todo vale porque queremos fomentar la igualdad, que todos los proyectos sean ganadores, y el trabajo en equipo, ya que en el siglo XXI nadie trabaja solo”, matiza.

Por Ylenia Álvarez