Entrevistamos al arquitecto Norman Foster con motivo de la exposición ‘Norman Foster. Futuros comunes’. Una muestra que pretende acercar al público la obra del arquitecto y su visión del futuro, al mismo tiempo que mostrar sus fuentes de inspiración. Una exposición que es una mirada al futuro donde la continuidad opera como hilo conductor.
- ‘Norman Foster. Futuros Comunes’ es su primera gran exposición en España con más de 30 maquetas y 160 dibujos ¿Cuál es el discurso expositivo?
Norman Foster– Quizás otra vertiente del tipo de proyectos que me entusiasman. Obviamente, los más altos, los más elevados, los más largos. Pero esto está relacionado con la continuidad; demostrar el imperativo social y la tecnología como medio para fines sociales. Cuestiones como el cambio climático, la desigualdad… Los proyectos menores que pueden marcar una gran diferencia y que muestran realmente temas recurrentes a lo largo de medio siglo. Quizás sería ecología, hablar sobre una arquitectura verde incluso antes de que se inventara el término.
Bien, todo el mundo conoce, quizás, nuestro experimento en Mazda, donde mostramos de qué modo podemos mantener en el desierto, con energía solar, una universidad; durante las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Lo que no es tan conocido es que en la década de 1970 fuimos pioneros en proyectos sobre reciclaje, edificios que respiraban, edificios respetuosos con la naturaleza; diseños de pequeños centros de salud, bienestar… Trabajos que anunciaban la llegada de proyectos como Maggie’s, un pequeño centro de cuidados. Así que muchos de los proyectos de mayores dimensiones recientes se basan en proyectos menores. Y los pequeños proyectos continuaron. Siguen y seguirán ahí. Por lo que, en realidad, la exposición es una mirada al futuro. Pero, como alguien dijo, «quizás, para ver el futuro, primero tenemos que viajar a un pasado muy remoto». Y si volvemos la mirada a un pasado lejano, entonces veremos continuidad, veremos que los temas se repiten. Y puede que ahora podamos materializar algunas de las cosas que antaño eran sueños. Del mismo modo, cosas que ahora son posibles, y que ahora como sociedad damos por hechas, en mi juventud eran ciencia ficción.
- La exposición se distribuye en doce espacios. En cada uno hay dos de sus proyectos: uno corresponde a sus trabajos iniciales y el otro a sus obras más recientes. Con cuestiones que le han preocupado a usted a lo largo de los años: tecnología, bienestar, sostenibilidad, movilidad, forma, cultura… ¿Se ve usted como una especie de visionario? En el sentido de que numerosos arquitectos han incorporado dichos aspectos en su discurso actual, cuando usted hablaba y escribía sobre ellos hace ya 50 años.
Norman Foster– Realmente, creo que se trata de continuar resolviendo cuestiones de medio ambiente a través del diseño, a través de la infraestructura; continuar abordando aspectos del cambio climático, a través del espacio público, de los edificios, de edificios que acumularán energía, que consumirán menos energía. Y demostrar la posibilidad de un futuro positivo y optimista, para mejorar la calidad de vida de toda la humanidad.
- Aeronaves, volar, aviones, movimiento… También están presentes en la exposición y son una constante en su trayectoria profesional. ¿Siguen siendo sus pasiones?
Norman Foster– Sí, son mis pasiones personales, pasiones privadas. Tanto si se trata de un planeador, un loft que funcione únicamente con energía solar, objetos preciosos y una experiencia maravillosa. Bien, da igual que sea ir en bicicleta o practicar esquí de fondo. De algún modo, todos ellos han formado mi vida como diseñador. Y al trabajar con colegas, al poner en común disciplinas diversas, se extraen aprendizajes muy importantes. Por ejemplo, la capacidad de hacer más con menos. Luz, ligereza, movilidad… todas estas características se fusionan. En este sentido, mi vida personal y mi vida profesional se fusionan en cierto modo.
La relación de Foster como España: Madrid, el Museo Nacional del Prado y Bilbao
- ¿Qué ciudad pondría hoy como ejemplo de sostenibilidad?
Norman Foster– Creo que el futuro de nuestra sociedad tienen que ser las ciudades. Cada vez más personas viven en ciudades. La mayor parte de la población mundial del planeta, en un momento determinado, vivirá en ciudades. Madrid, por ejemplo, es un bonito ejemplo de ciudad sostenible. Puedes caminar sin problemas, tiene un buen transporte público. Es posible trabajar con su clima y crear edificios que respiren. Es la ciudad europea ideal, compacta, con una calidad de vida excelente.
- Tiene varios proyectos en España, entre ellos la rehabilitación del Salón de Reinos en el Museo Nacional del Prado. ¿Cómo fusiona lo antiguo con lo nuevo?
Norman Foster– Creo que El Salón de Reinos nos brinda una oportunidad extraordinaria para poder vincular los diversos elementos de El Prado, acercar los unos a los otros. Acercar El Prado al tejido urbano, sus espacios públicos. Así, pues, empezamos desde fuera y trabajaremos dentro. Y, en el interior del nuevo Prado, el Salón de Reinos será una galería de un nivel que la mayoría de las ciudades no tiene (actualmente tampoco en Madrid la hay). Es una fusión de lo antiguo con lo nuevo, retornar a la vida a este histórico edificio y a los espacios más importantes.
- Usted contribuyó a la regeneración urbana de Bilbao con la construcción del metro en 1995. ¿Qué se siente cuando visita de nuevo una obra suya?
Norman Foster– Cuando vuelvo al metro de Bilbao mi sensación es fantástica. Porque me satisface mucho ver que está tan bien cuidado, que se sienten orgullosos de él.
Consulta la entrevista completa:
Por Juan Munguía
*La exposición ‘Norman Foster. Futuros comunes’ podrá visitarse en la tercera planta de Espacio Fundación Telefónica hasta el 4 de febrero de 2018.
Puedes leer la segunda parte de la entrevista, aquí: ‘Norman Foster y el impacto social de la arquitectura‘.