La figura del padre es uno de los temas más universales y recurrentes en la historia de la literatura. La necesidad de enfrentarse al recuerdo tras la pérdida, de ahondar en la memoria de nuestros orígenes y  de descubrir en nuestra genealogía lo que nos acerca o diferencia de otras generaciones ha dado lugar a varios de los relatos más íntimos, conmovedores y emocionantes de los últimos años.

Espacio Fundación Telefónica ha contado con algunos de los autores más brillantes de la literatura iberoamericana actual que han escrito y reflexionado en sus novelas sobre la figura de su padre y las contradicciones, sentimientos y afectos que envuelven las relaciones padre-hijo.

Los escritores Héctor Abad Faciolince y  Renato Cisneros, han revelado algunos de los secretos de sus novelas escritas “en el nombre del padre”, en un coloquio conducido por Fernando Marías.

Los tres escritores han sido muy generosos. Confidentes, han hablado sobre una relación única, personal, propia, bella casi siempre, extraña a veces. Javier Marías ha sido el encargado de tirarse a la piscina primero. El mismo día en que su padre murió puso en marcha su libro ‘La Isla del Padre’. Salió hace ya tres años, pero sigue vivo evolucionando cada día en él, dentro de él.

A Héctor Abad Faciolince le acompaña un pasado duro. El escritor explica cómo fue asesinado su padre. Durante un tiempo no quiso hablar de ello, pero con el tiempo se dio cuenta de que tenía que contarlo. Por eso hace 13 años, casi 20 desde su asesinato, apostó por contar su historia, la de su vida y la de su muerte inevitablemente. Reconoce que empezó a hacerlo en el tono más sencillo que encontró, en la lengua de su casa, en el español de su casa. Así salió y así lo publicó.

Al padre de Renato Cisneros le detectaron un cáncer de próstata. Militar y un tanto “peculiar”, según las propias palabras del autor, nació en Argentina tras deportar a su abuelo. Más tarde, se hizo militar junto a hombres que fueron juzgados por genocidio y eso hizo que existieran muchas lagunas en su vida. Finalmente, una conversación con un psicoanalista le llevó a hablar de ello, a hacerlo con su familia, a que le contaran las anécdotas más oscuras y avinagradas de su figura, ya que su pasado en Argentina siempre fue una incógnita para él.

Los recuerdos

Momentos con una intensidad especial. A esos recurre Fernando Marías a veces. Uno concreto le lanzó a la escritura sobre el libro basado en su padre. Fue el del día que le dijo: “Cuando me recupere de esto subiremos juntos el Pagasarri”, un monte de Bilbao que solían visitar. Nunca llegaron a hacerlo. A Faciolince, en cambio, le sucedió algo más dramático. La violencia de Sudamérica sacudió su casa. El hecho de que mataran a su padre desencadenó que él empezara a escribir de una manera determinada. Hoy, su relación con su progenitor sigue siendo la misma, casi mística, y lo que busca en su día a día, sobre todo, es ser digno de su padre. Aunque eso sí, reconoce que escribir el libro fue una especie de venganza literaria.

Renato Cisneros cuenta que su padre tenía unas pasiones y unos discursos que él nunca he compartido. “Todavía me tocan. Fue un personaje complejo, represor, pero a a vez era sentimental. Mi familia no celebró mi novela. pero la entendió”, explica. La intención fue describir a su padre -con toda la complejidad que conllevaba- para describir el lugar del mundo que le corresponde a él mismo.

A lo largo de hora y media, los tres escritores han hablado del valor, de las incógnitas, de la oscuridad… “Uno abre los cajones de una persona muerta y encuentra indicios de una vida desconocida, a veces repudiable y a veces no”, matiza Faciolince. Así,  según avanzaba la tertulia literaria, más se ponía sobre la mesa el hecho de que todos tenemos una parte que no le contamos a los demás. Marías, Cisneros y Faciolince lo han certificado con sus testimonios y con sus vivencias personales.

Sobre sus obras

En 2006 Héctor Abad Faciolince ha publicado “El olvido que seremos” (Seix Barral),  un testimonio de la injusticia -que se convirtió en un fenómeno literario a nivel mundial- que parte de la evocación de su infancia colombiana y los recuerdos de su padre. A esta historia, se le suman la novela de Renato Cisneros “La distancia que nos separa” (Planeta) 2015, en la que el autor redescubre la figura de su padre intentando comprender “Quién era él antes de mí. Quién soy yo después de él”; y “La isla del padre” (Seix Barral), Premio Biblioteca Breve 2015, de Fernando Marías, una emotiva y reflexiva historia en la que su protagonista descubre la escritura como alternativa al duelo tras la muerte de su padre. Tres novelas y tres perspectivas sobre la paternidad y la infancia, el pasado y la memoria, y lo que éstos significan en el presente de sus autores.

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