La música electrónica está muy presente en el panorama musical actual. Famosos DJs y productores como David Guetta, Calvin Harris o Zedd coronan regularmente las listas de canciones exitosas del momento y, en mayor o menor medida, el género pop ha incorporado muchos de los sonidos procedentes de la música electrónica. Esto se lo debemos en gran parte a Robert Moog (1934-2005), uno de los inventores y gran popularizador del sintetizador, instrumento electrónico con el que se pueden crear infinitos sonidos artificiales.
¿Pero a quién le debemos que Moog terminase investigando en el campo de la música electrónica? A la creación de otro pionero, Lev Termén (1896-1993), también conocido como Léon Theremin. El Moog adolescente sentía auténtica fascinación por el theremin, instrumento electrónico creado por el inventor ruso en 1919, fascinación que le llevó a construir sus propias versiones o a publicar un artículo en una de las principales revistas de aficionados al instrumento. Cuando, a raíz del artículo, varios thereministas contactaron con él, decidió empezar (a la edad de 19 años) una pequeña empresa con su padre, R. A. Moog Co., a través de la cual vendía los theremines que él mismo construía. Esta temprana pasión marcaría el resto de su vida, de hecho Moog siempre afirmó que su primer amor fue el theremin y que sólo gracias a él inventaría más tarde el sintetizador Moog.
Tras la pista del sintetizador le pondría su encuentro a finales de 1963 con el compositor experimental Herbert Deutsch (1932), y a partir de entonces su compañía se orientaría a la venta de este nuevo invento. Sin embargo, los primeros años fueron duros, ya que no existía un mercado para este tipo de instrumento. Esta situación cambiaría gracias al theremin y a uno de los grupos que menos relación parecían tener con este mundo marginal: The Beach Boys. En 1966 Brian Wilson produjo una de las canciones más influyentes de la época, Good Vibrations, la cual incluía el sonido característico de un theremin. El instrumento que lo emitía era realmente un “electro-theremin” o “tannerin” especialmente desarrollado para el grupo de forma que pudieran tocarlo en directo, ya que se asemejaba a un teclado y era mucho más sencillo.
El éxito del tema produjo un inesperado resurgir de la industria del theremin y despertó el interés por la música electrónica, algo que hizo despegar definitivamente el negocio de Robert Moog. Los músicos del movimiento psicodélico comenzaron a demandar sintetizadores y los sonidos electrónicos pasaron a ser una de las señas de identidad de esta subcultura. A lo largo de los setenta y los ochenta el sintetizador se colaría en géneros tan populares como el disco y el pop, asentando una hegemonía en la producción musical que llega hasta nuestros días y que se puede remontar de formar directa a la fascinación de Robert Moog y de The Beach Boys por el padre de la música electrónica, el theremin.
Si os ha interesado este artículo seguramente lo harán dos de las exposiciones actualmente abiertas al público en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid: ‘1,2,3…¡GRABANDO! Una historia del registro musical’ y ‘Theremin. El instrumento intocable’, imprescindibles para todos los amantes de la música y la innovación.