- La premisa, el punto de partida de esta retrospectiva es que Joaquín Torres-García era, es ‘Un moderno en la Arcadia’. ¿A qué hace referencia exactamente el título de la muestra?
Luis Pérez-Oramas– Torres encarnó una tipología intelectual moderna que, contrariamente a la idea recibida del artista moderno puramente hipnotizado por la idea y por el mito de un progreso incesante, creía en la necesidad de repensar el tiempo, repensar la temporalidad. Así se comprende, además, su personal interés por la idea de alcanzar un estadio primal de las formas, una infancia de las formas, de la representación, elemento por lo demás general a la modernidad. Un estadio arcádico de las formas. El hecho de que –circunstancialmente- Torres iniciara su carrera evocando literalmente la edad dorada de una humanidad naciente y mediterránea no deja de multiplicar las resonancias de este tema.
- Esta retrospectiva es una nueva y refrescante lectura de la obra del autor uruguayo. ¿En qué consiste esa nueva lectura? ¿Qué aporta, en qué se diferencia de otras retrospectivas, de otras aproximaciones más tradicionales a la obra del artista?
Luis Pérez-Oramas– Toda exposición es una opinión, una mirada hipotética. Hemos querido mostrar un Torres-García esencial. Hemos seleccionado aquellas obras que nos lo muestran cada vez en el instante de la decisión y de la inminencia de un cambio, de un desplazamiento o de una nueva invención. No es esta la muestra demostrativa de una escuela o de un estilo: no es la muestra del Universalismo Constructivo ni de la ortodoxia torresiana. Hemos acentuado dos momentos de búsqueda y encuentro: el período 1924-1934, que es el de la invención moderna torresiana, del filtraje de todos los lenguajes de vanguardia a su idiolecto brutal y primitivo; y el período 1935-1943 que es el de la ‘gran manera abstracta’ torresiana, en de la síntesis de lo abstracto y lo concreto.
- El argumento visual de esta muestra es semejante al del MOMA y con un número de obras similar, unas 170 piezas. ¿Alguna diferencia considerable en este montaje respecto al de Nueva York?
Luis Pérez-Oramas– Es básicamente la misma muestra, con algunas adiciones importantes y con substituciones significativas –el fresco de Terrassa, algunas maderas de los años 30–. Pero cada espacio ofrece nuevas posibilidades y en Fundación Telefónica la muestra es menos lineal, menos densa: más espaciada, más anclada en series distintas de obras, en pequeños grupos de familiaridad estética.