10.03.2020

¿Ciudadanos o ciudadanía? Hablamos de lenguaje inclusivo

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El lenguaje inclusivo es un tema que genera mucho debate …  ¡y polémicas! Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de lenguaje inclusivo? ¿Cuáles son las palabras o las expresiones que acortan las distancias hacia la plena igualdad de género? Y tú, ¿hablas inclusivo?

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En las pancartas, en las manifestaciones, en las formas de arte más creativas, en la redes sociales. Recurrir a la ‘@’, ‘x’ ‘e’ para obviar a los problemas de género que plantea el lenguaje es un recurso frecuente y útil para llamar la atención sobre la necesidad de una comunicación más plural. Sin embargo, puede que no sea muy eficaz a la hora de hablar (¿cómo pronuncio la ‘x’?) o correcto a la hora de escribir. En todo caso, no es la única herramienta que tenemos para construir un lenguaje más inclusivo. La propia gramática española ofrece muchas opciones y, cuando no es así, está en nuestras manos forzar el lenguaje y dirigirlo, poco a poco, hacia una mayor igualdad entre los géneros. Te damos algunos ejemplos.

Niñas y niños. Según la Fundación del Español Urgente (Fundéu), mencionar expresamente los dos géneros de las palabras que lo tienen por su morfología, es decir recurrir al desdoblamiento léxico, puede ser un pequeño paso hacia la igualdad. Decir señores y señoras, españoles y españolas o niños y niñas es un ejemplo de lenguaje inclusivo. Es más, Irene Yúfera, profesora de la Universidad de Barcelona y experta en narrativas sobre violencia de género, propone también alternar el orden de presentación anteponiendo el género femenino al masculino. Las niñas y los niños en vez de los niños y las niñas.

Pilota y coronela. Y árbitra, jueza, médica, ingeniera, física, música y, por supuesto, presidenta. Si un cargo o una profesión dispone por su morfología de la forma femenina, pues, venga, ¡a utilizarla! Eso sí, todavía existen algunos escollos: como ‘miembra’ o ‘portavoza’ palabras a las que la Fundéu prefiere la miembro y la portavoz.

Pero no capitana. El lenguaje militar tiene por delante un camino todavía muy largo hacia la igualdad. En el ejercito, no hay ‘soldadas’, ni ‘comandantas’, ni ‘tenientas’, ni ‘capitanas’. En el libro ‘Propuestas de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo’, Alex Grijelmo argumenta que se trata de una incongruencia, porque si un determinado cargo lo desempeñan tanto hombres como mujeres, es tan fácil como sustituir la ‘e’ (en el caso de teniente, por ejemplo) o la ‘o’ por la ‘a’. Las palabras ‘general’ u ‘oficial’, consideradas del género común (como comensal), se pueden utilizar perfectamente para todos los géneros.

Las palabras cambian el mundo. En la guía de lenguaje inclusivo de las Naciones Unidas, dirigida al personal de la organización, se recomienda evitar las expresiones que perpetúan los estereotipos de género. Por ejemplo, sustituir la expresión ‘médicos y enfermeras’ por ‘personal sanitario’ o abandonar expresiones como ‘Los hombres ayudan/colaboran en la casa’ en favor de otras más igualitarias como ‘Los hombres hacen tareas domésticas’. El mundo cambia las palabras, pero las palabras pueden cambiar el mundo.

Los alumnos, pero también las alumnas. Según la norma, cuando nos referimos a un grupo mixto, hay que recurrir al masculino genérico, un género no marcado. Sin embargo, podemos “forzar” la norma recurriendo al femenino genérico de manera puntual y cuando la composición del grupo al que hablamos o del que hablamos lo haga posible. Es decir, si son más las alumnas que los alumnos, utilizar ‘las alumnas’ como femenino genérico.

¿Ciudadanos o ciudadanía? Genéricas, abstractas y más plurales. Emplear palabras como ‘ciudadanía’ en lugar de ‘ciudadanos’, ‘el ser humano’ en lugar de ‘los hombres’, ‘la persona interesada’ en lugar de ‘el interesado’, ‘el personal administrativo’ en lugar de ‘los administrativos’ también puede contribuir a la evolución del lenguaje en un sentido más inclusivo. Solo se trata de empezar a practicar.