09.03.2015

Las ‘malas madres’, desmitificando la maternidad

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Tradicionalmente la historia ha cargado el peso de los cuidados familiares sobre la espalda de la mujer. El mito de la madre como la figura asociada a la reproducción y a la custodia de los hijos, propio de las sociedades patriarcales, nos acompaña desde hace siglos. No obstante, este modelo comienza a entrar en crisis con la llegada de un nuevo sujeto: las «malas madres», que consiste en la búsqueda de la conciliación de la vida maternal con el espacio personal, tan necesario para sobrevivir y no morir en el intento.

Para acercarnos con mayor profundidad, nos entrevistamos con Laura Baena, creativa publicitaria, madre, y que además participará en la próxima jornada de Hay vida en martes, un evento enmarcado dentro de las actividades que se llevarán a cabo en torno al Día de la Mujer. Hace un año Baena fundó El Club de las Malasmadres, una comunidad online que nació con el propósito de desmitificar la maternidad, de demostrar a la sociedad que no es sostenible el modelo tradicional de madre y de gritar al mundo: “soy malamadre y qué”.

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Pregunta: ¿En qué medida se puede ser madre y a la vez trabajadora?

Respuesta: Pues no queda más remedio que cumplir con ambas, porque toda madre, trabaje fuera de casa o dentro, es trabajadora.

P: ¿Crees que se han incumplido las expectativas de igualdad entre hombres y mujeres?

R: Totalmente. La mujer lucha a diario por llegar a esa igualdad, pero sin apoyo social o gubernamental es imposible. Lo tenemos muy complicado, pero no dejaremos de luchar. Hay que reivindicar que se cumplan nuestros derechos de igualdad, tanto en el mundo laboral como en la parcela familiar. Conciliar es tema de ambos.

P: ¿Consideras que eres una “mala madre”?

R: Me considero ‘malamadre’ desde que me encontré con la maternidad real, no la que tenemos idealizada por la imagen que venden los medios de comunicación o nuestro entorno personal. Aquella maternidad en la que entran en juego el sentimiento de culpa por no llegar a todo, la frustración por tener que renunciar y la impotencia por no poder conciliar.

El sentimiento de malamadre te llega cuando te das cuentas de que no llegas a esas cotas de exigencia que nos marcan desde pequeñas, que no eres esa madre perfecta inalcanzable y que el disfraz de superwoman te queda grande. Antes de que nos juzguen como «malasmadres», ya nos lo decimos nosotras. Y nos reímos de nuestros fallos. La autocrítica y el humor es el único camino.

P: ¿Qué ocurre con el modelo tradicional de madre? ¿Por qué hay que desmitificarlo?

R: Porque el modelo tradicional de madre, arraigado en la sociedad es el propio de una o dos generaciones pasadas. La sociedad ha evolucionado, la mujer está sobradamente preparada para ser una gran profesional. Pero de repente eres madre y todo cambia. Tu valía se pone en duda y toca luchar doblemente por seguir el camino que deseas. La sociedad no puede evolucionar con modelos anticuados. Es insostenible. Sólo lleva a la frustración y a la desconexión con la realidad.

P: ¿Cómo es la situación de la mujer que trabaja en el mundo de la publicidad?

R: Inviable. El perfil uno de publicista es el de una chica joven sin responsabilidades fuera del trabajo o cargas familiares, dispuesta a renunciar a todo por hacer noche en la agencia para sacar adelante una campaña. Sin horarios y sin vida. El perfil dos de publicista es el de una mujer, madre o no, que renuncia a aspectos de su vida personal para poder asumir cargos de responsabilidad en la agencia y seguir el ritmo marcado por una profesión liberal donde lo personal no tiene cabida. En publicidad prima la tiranía del cliente y cumplir con deadlines muy ajustados. Todo es para ayer. Así que imagina cómo encaja una madre que pretende conciliar en este entorno.

P: ¿Y qué me dices de la representación de la mujer a través de la publicidad?

R: Pues entonces me da la risa. Hay grandes de la publicidad como Procter & Gamble que no evolucionan, que siguen dando la misma imagen de madre abnegada, que bebe los vientos por sus hijos y que pierde su identidad ante ellos. De un año a esta parte, muchos dicen que inspirados por el club de Malasmadres, estamos viendo signos de cambio en la publicidad. Hay marcas que se están interesando por nuestro planteamiento y modo de comunicar y quieren colaborar y transmitir una realidad distinta de la madre, la que está en la calle. Ejemplos los hay como Ikea, Coca-Cola o Kaiku, donde podemos ver atisbos de un cambio social.

No obstante, siguen siendo acciones tímidas que luego, en el caso de Ikea, chocan con campañas contrarias de la propia marca. Me refiero al anuncio de Ikea de Navidad, donde se pone a la mujer como única responsable de la conciliación en la familia y lo único que hace es intensificar el sentimiento de culpa que cae en sus espaldas. En definitiva, mucho por hacer. Porque siempre está patente el miedo a romper con lo establecido. Y porque la publicidad te deja de hablar como mujer cuando eres madre, pese a que tienen muy claro que es decisora de compra del hogar y tiene mucho poder de prescripción.

 

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P: ¿Qué te llevó a crear el Club de las Malas Madres?

R: El club nació con el propósito de desmitificar la maternidad, de tomarnos esta «mala vida» con humor, de demostrar a la sociedad que no es sostenible el modelo tradicional de madre y de gritar al mundo: «soy malamadre y qué». Comenzaba, hace poco más de 1 año en RRSS, abriendo un diálogo con las malasmadres, preguntándoles «¿cuál era su mérito de #malamadre? ¿Por qué la canonizarían un día como #malamadre?». Y de esas anécdotas diarias, nacieron los TIPsdelDIA, que sin duda son el desahogo diario de todas las madres reales que forman parte de esta comunidad.

Al final se trata de demostrar que no pasa nada, que una madre no es mejor madre por llegar a ese nivel de perfección, de tener controlado cada aspecto que atañe a la maternidad y al hogar. Y que somos humanas, que por mucho que queramos a nuestros buenoshijos, también tenemos momentos de desesperación, de caos vital, de sentirnos perdidas y de necesitar nuestro propio espacio. No sólo se trata de la búsqueda de la conciliación familiar-laboral, sino de la búsqueda de la conciliación de la vida maternal con tu espacio personal, tan necesario para sobrevivir y no morir en el intento.

P: En el club de las MalasMadres hablas de que a la dificultad de la conciliación de la vida laboral con la familiar se suma lo personal. ¿Podrías explicarme algo más sobre este nuevo elemento?

R: No se trata sólo de conciliar la vida familiar con la profesional, ¿qué hay de nuestro espacio propio? Según nuestra encuesta #concilia13f que han respondido casi 5.000 madres del club y cuyos datos estamos ahora analizando, a la madre sólo le quedan 54 minutos al día, quitando horas de trabajo, horas de cuidar a los buenoshijos y horas de sueño. ¿54 minutos? ¿Y qué hacemos con eso? ¡Nada! Porque habrá que comer, ducharse, vestirse, desplazarse… Una triste realidad que es reflejo de una mujer cansada, estresada que pierde su parcela de intimidad y su propia identidad. El grado de satisfacción de la madre en el reparto del tiempo es muy bajo. Y esto hay que intentar cambiarlo.

P: Y para acabar, ¿cuál crees que es el nivel de conciencia social sobre este problema?

R: Este es el problema: falta concienciación por parte de todos. Por un lado hay que empezar a trabajar desde la base de la educación. Educar en una conciliación compartida. Pero por otro lado tomar medidas reales, no podemos esperar a que los empresarios y dirigentes de este país se conciencien solos o vamos apañados, sólo hay que ver caso como el de Mónica Oriol… Hay que actuar y eso es lo que vamos a intentar con nuestro proyecto #concilia13f y con todas las ideas derivadas de él.

En los programas electorales, ahora es lo que toca, todos hablan de políticas de conciliación, de acabar con la brecha salarial, de igualar la presencia mujer-hombre en puestos directivos… ¿Confiamos en que se cumplan? Al final la mayor parte de las medidas afectan a las grandes empresas en un país de pymes… Estaremos ojo avizor.

Por Alejandro Alcolea

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