Cultivar las tradiciones y rodearte de elementos nostálgicos es también muy gratificante. Es bonito, por ejemplo, contar con elementos decorativos familiares (tazas de porcelana antiguas, lámparas, colchas) y también con muebles vintage con historia y marcas del paso del tiempo.
Rodéate de gente.
Para Meik Wiking, el mejor indicador de si somos felices o no son nuestras relaciones sociales. De hecho, el 60% de los europeos se relacionan con amigos, familiares o compañeros como mínimo una vez por semana mientras que la media en Dinamarca es del 78%. El investigador danés recuerda también que el “tiempo compartido con los demás crea un ambiente cálido, relajado, agradable, centrado, cercano, confortable, cómodo y acogedor. En muchos sentidos es como un buen abrazo, pero sin el contacto físico”.
En su libro refleja también la importancia de las relaciones estrechas en las que se comparten pensamientos, sentimientos y apoyo.
Y de mascotas
¡Ay… los abrazos y los mimos! ¿Por qué será que nos encantan? Pues bien, existe una explicación científica al respecto: el contacto libera una neurohormona llamada oxitocina y esta nos hace sentirnos más felices, tener menos estrés, menos miedo y menos dolor. Ese es el motivo por el que nos encanta también acariciar a nuestras mascotas. Hacerlo tiene el mismo efecto que acariciar a una persona.
Por último, recuerda:
“El producto nacional bruto no tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de la educación, o la alegría de sus juegos. No incluye la belleza de la poesía ni la fortaleza de nuestros matrimonios; la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros funcionarios públicos… En resumen, lo mide todo excepto lo que hace que la vida valga realmente la pena”
Robert Kennedy