05.03.2025

“El sonido establece tantas conexiones entre las formas de vida en el mar que puede usarse para curar y regenerar”

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El comisario de ‘Ecos de océano’, José Luis de Vicente, destacado escritor y pensador, conocido por su trabajo en el ámbito de la innovación y las nuevas tecnologías, comparte en esta entrevista alguna de las curiosidades que, quienes visiten la exposición, podrán descubrir durante su inmersión en las profundidades del ecosistema marino.

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¿Qué papel tienen los cetáceos en la evolución de nuestro ecosistema?

Mucho antes de que hubiera humanos, ya existían los cetáceos. En las últimas siete décadas, hemos pasado de considerar a las ballenas como una raza explotable a la que casi exterminamos usándola como recurso; a una de las especies más sofisticadas y socialmente más complejas. De hecho, tienen rasgos tan increíbles como el lenguaje. Ballenas y humanos existimos y coexistimos, somos parte del mismo ecosistema y ‘Ecos del Océano’ da la posibilidad de comprobar cómo no están tan lejos de nosotros.

¿Qué hace tan particular el lenguaje de las ballenas?

Las ballenas generan tres tipos de sonidos; algunos ‘lingüísticos’ y otros no. Usan lo que se conoce como ‘ecolocalización’. Pensemos que en la profundidad del océano no incide la luz solar por lo que dan mucha más importancia al sentido del oído que al de la vista. Por ese motivo, emiten una serie de clips cortos y percusivos que, al rebotar en objetos, en el paisaje o en otros animales, les permiten producir un ‘modelo del mundo’. Podríamos decir que iluminan con sonido el terreno.

También sabemos que pueden asignarse o llamarse unas a otras por algo que podríamos considerar ‘nombres’. Son capaces de entablar y describir relaciones entre iguales. Actualmente, estamos comenzando a entender que la complejidad de la comunicación de las ballenas bordea la posibilidad de un lenguaje decodificable o traducible.

Pero, además, hemos descubierto, que generan lo que podríamos llamar ‘cantos’. Los machos de especies como los cachalotes o las ballenas jorobadas los intercambian entre ellos y son profundamente culturales porque distintas comunidades tienen cantos diferentes entre sí. Son, además, instrumentos sociales; los intercambian de unos ejemplares a otros hasta el punto de que, a partir de una composición, la hacen evolucionar, crecer y cambiar. Cada año los cantos de una comunidad acaban transformándose en los de otra.

© Marshmallow Laser Feast

¿Cuándo y cómo se introducen los cantos de ballenas en nuestro imaginario?

Se introdujeron a través de los micrófonos que durante la Guerra Fría los grandes poderes geopolíticos situaron en el fondo del océano para espiarse mutuamente. Y ese intento de obtener información del bando opuesto, abrió la puerta de un universo sonoro que entró en la imaginación popular a través del disco ‘Sounds of the Humpback Whale’ recopilado por el biólogo marino Robert Payne. Este trabajo se convirtió en una llamada de atención para dejar de utilizar a las ballenas como un recurso explotable y comenzar a entenderlas como seres sofisticados con pleno derecho a la vida en el Planeta.

Actualmente, analizamos y estudiamos los sonidos a través de la biología acústica marina. Gracias a la inteligencia artificial o la sensorización de las propias ballenas, en las últimas dos décadas, se han producido grandes cantidades de conocimiento.

¿Nos cuentas alguna curiosidad sobre los sonidos del océano?

La bioacústica ha descubierto que el sonido tiene tantas capacidades y establece tantas conexiones entre las formas de vida en el mar que puede usarse para curar y regenerar.  Por ejemplo, las larvas de corales no tienen oído, pero son sensibles a las vibraciones de los sonidos en el agua y pueden detectarlas. El sonido de los arrecifes de coral es tan diferente, que las larvas son capaces de identificar por las vibraciones a cuál de ellos pertenecen.

En un momento en el que el incremento de la temperatura del agua ha puesto en peligro la vida de esos corales, este descubrimiento está permitiendo a los/as científicos/as, mediante la emisión del sonido de arrecifes sanos y con condiciones óptimas de habitabilidad, que esas larvas puedan establecerse en ellos, vivir y regenerarse. La idea de que podamos regenerar la vida en el mar a través de la introducción de sonidos en ella es fascinante.

¿Puede el arte ser una herramienta que cambie la forma de pensar y actuar respecto a nuestro impacto en el ecosistema?

Hubo un tiempo en el que la figura de un artista era la de alguien que embellecía. Ahora sabemos que no es así. Científicos/as y artistas son perfiles que se hacen preguntas, pero preguntas distintas en cada caso. La ciencia tiene unas limitaciones a la hora de realizar distintos planteamientos; mientras que el arte puede cuestionar cualquier aspecto sin necesidad de validación.

El espacio común, entre las metodologías de las investigaciones científicas y artísticas, se transforma en un conjunto de recursos con los que realizar preguntas, construir modelos y comunicarlos a través de experiencias.