Lo crypto ha irrumpido en el sector cultural. La revolución está en marcha. Hace un tiempo que términos como criptoarte, blockchain o token han aterrizado (también) en el mundo del arte dejando titulares sorprendentes, cifras estratosféricas y, a menudo, preguntas sin resolver. ¿Qué es todo esto y hacia dónde nos está llevando?
Desde Fundación Telefónica queremos seguir la pista de los nuevos escenarios culturales y tendencias creativas de nuestro tiempo. Una exploración que reunió a expertos y expertas internacionales en la primera edición del Foro Cultura en Digital, y que ahora continuamos acercándonos a las últimas tecnologías digitales y sus posibilidades para el sector artístico.
Punto de partida: qué es el criptoarte
La intersección entre arte y criptografía ha dado lugar a una nueva disciplina artística que se caracteriza por la garantía de la autenticidad y la titularidad de las obras mediante tecnología blockchain. El criptoarte se desarrolla en el ámbito digital, pero no es sinónimo de arte digital. El arte digital incorpora tecnologías digitales al proceso creativo. Así, la pintura digital cambia pinceles por programas informáticos. Sin embargo, el criptoarte tiene que ver con el registro de datos, la titularidad, la autenticidad. Incluso podría decirse que con una suerte de nuevo coleccionismo.
Y, ¿qué es el blockchain?
En nuestras compras cotidianas, dos partes utilizan una moneda avalada por una entidad financiera autorizada, que media la transacción. Pero, cuando hablamos de blockchain, este intermediario desaparece. Se trata de un modo alternativo de pagar por bienes y servicios, una plataforma para el intercambio de criptomonedas o activos digitales (como Bitcoin, Ethereum o NFTs).
El blockchain se basa en el consenso mutuo y la transparencia. Cuando se produce la transacción y todos los implicados la aprueban, los datos se incorporan a un colosal registro virtual (la cadena de bloques de su etimología) cuyo cifrado asegura la seguridad y la privacidad de cada operación, que es única y 100% rastreable. Et voilà! Eres parte de la cadena. Para saber más: ‘La cultura entra en el blockchain’.
¿Qué tiene esto que ver con el arte?
En un mercado en el que la autenticidad, el valor de las piezas y la seguridad de las inversiones son cuestiones centrales (y difíciles de proteger) el blockchain abre un vasto horizonte de posibilidades para vender, poseer y verificar obras de arte. Si las operaciones registradas en la cadena de bloques son totalmente verificables, con una pieza artística ocurre lo mismo: puede ser rastreada aunque cambie de propietario. Todo el historial de ventas queda registrado y podemos remontarnos al artista que la creó, consultar los cambios en su valor… Transparencia, autenticidad y una forma nueva de poseer y crear arte. Ahora «hay que seguir investigando qué tipo de proyectos se pueden realizar con blockchain«, señalaba la artista visual y desarrolladora Alba G. Corral durante el foro #CulturaEnDigital.
¿Y eso de los NFTs?
Los NFTs (non fungible tokens) son los protagonistas de este nuevo coleccionismo. Se trata de activos digitales, al igual que las criptomonedas, pero con unas características especiales. Cada NFT es único e irreproducible y por ello actúan como certificados de titularidad y autenticidad de bienes digitales de todo tipo. Imágenes, tuits, gifs, piezas musicales y audiovisuales, personajes de videojuegos, moda digital… Y, en especial, de obras de arte digitales.
Los NFTs son unidades de datos con toda la información de una obra, registradas en blockchain. Así, su trazabilidad garantizada hace imposible plagiar el contenido digital sin perder su certificado de originalidad por el camino. No existen duplicados, cada NFT es exclusivo. Y en esa escasez es donde reside su valor. De hecho, su reproducción puede parecer más fácil que la del arte convencional (a menudo basta una captura de pantalla), pero entonces el blockchain obra su magia: la captura no está autenticada, es el equivalente a un póster de Van Gogh frente al cuadro original.
Un NFT es una unidad de datos que acredita que su propietario es el único poseedor del activo digital original
Algunos rasgos más que hacen únicos a los NFTs:
- Los NFT constituyen piezas únicas de información. Al contrario de las criptomonedas o los euros, en los que una unidad es igual a otra, cada NFT es singular e indivisible.
- Los NFTs no pueden intercambiarse entre sí porque no existen dos iguales. Es otra de sus diferencias con criptomonedas, que se consumen (son fungibles).
- El creador del NFT puede incluir condiciones o permisos, como en todo smart contract. Por ejemplo, que un porcentaje de cada venta futura se destine al creador.
¿Qué implica esto para los creadores?
“A través de los NFTs, los y las las artistas pueden acceder a nuevos formatos creativos, a la comercialización de su trabajo e incluso a la desaparición de la intermediación”. Son algunas de las oportunidades que señalaba Semíramis González, comisaria de exposiciones y crítica de arte, en la sesión dedicada a los nuevos escenarios creativos de #CulturaEnDigital. Además está la cuestión del rastreo: “En el modelo actual muchas veces no se controla el destino final de una obra tras su venta”.
Por su parte, el especialista en música con nuevas tecnologías Tonalli R. Nakamura asegura que “los NFTs son la expresión del nuevo valor de la cultura”. En su artículo para el número 116 de Revista Telos, Nakamura habla del fin de la era en que el arte no podía ser adquirido si no existía en el mundo físico como las pinturas y esculturas, lo cual “pone en jaque a los medios tradicionales del mercado del arte”.
Creadores de todo el mundo ya exploran las posibilidades de los NFTs. ¿Un ejemplo? ‘Replicator’, del artista Mad Dog Jones: un NFT evolutivo programado para generar nuevos NFTs (también evolutivos) cada 28 días, que pertenecerán al comprador del original hasta que los venda. Una revolucionaria pieza que, como señala la experta en arte contemporáneo Rebekah Bowling, “no podría haber sido otra cosa que un NFT”.
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¿Por cuánto se vende un NFT?
El mercado de NFTs experimenta un ascenso de momento ininterrumpido, a medida que crece su aceptación. Bloomberg calcula que las ventas de NFTs alcanzaron los 250 millones de dólares en 2020, un 300% más que en 2019. Muchos titulares han dado cuenta del fenómeno. El artista Beeple vendió su obra ‘Everydays: the first 5000 days’ por 58,5 millones de euros, convirtiéndose en el tercer artista vivo más cotizado del mundo. El fundador de Twitter, Jack Dorsey, vendió el primer tuit en forma de NFT por casi 2,5 millones de euros. La colección de “grandes momentos” de la NBA ha generado más de 194 millones de euros. Hasta Lindsay Lohan ha vendido su propia obra de arte en NFT.
¿Qué vendrá después? ¿Es sostenible este modelo? Las posibilidades de lo crypto se presentan inimaginables para el mundo del arte, aunque no exentas de riesgos y ángulos por pulir -el impacto medioambiental y cuestiones relacionadas con los derechos de autor, entre otras-. Seguiremos su pista.
Por Blanca Del Guayo