Jaime Serra (Mollerussa, 1964). Narrador gráfico de historias. Artista multidisciplinar, columnista dominical de renombre, director de Infografía de La Vanguardia y profesor también de Infografía en la Pompeu Fabra. Entrevistamos a uno de los artistas nacionales que exponen su obra en la gran muestra sobre el universo de la datificación, Big Bang Data.
P.- Por empezar por el principio, ¿qué es una infografía?
Jaime Serra.– Una herramienta de comunicación de alta precisión que utiliza, de forma combinada e indivisible, dos lenguajes: palabra e imagen.
P.- Leo el texto que José Luis de Vicente te dedica en relación con tu expo en el MAC, en A Coruña: “Operar en el espacio del arte a través del procedimiento de expandir los límites de otra disciplina (…) tomar el vocabulario, la sintaxis o el espacio institucional de una disciplina y liberarlo de sus limitaciones y compromisos básicos, inyectándole la libertad que ofrece el arte para cambiar el punto de partida inicial”. Sin embargo, tras visitar la expo Big Bang Data descubrí a toda esa serie de artistas que desarrollaban obras a partir de datos, millones de datos en tiempo real. Sorprendentemente (o no), casi ninguno de ellos estaba relacionado con el periodismo visual, con el periodismo de datos, no eran infógrafos, eran artistas gráficos que no procedían anteriormente de ninguna de estas disciplinas. ¿Está de moda entonces la visualización de datos en el arte contemporáneo?
J.S.– No creo equivocarme si digo que el mundo del arte no considera las piezas mostradas en Big Bang Data como arte, creo que se clasificarían más como diseño.
En cuanto a la ausencia de creadores -digámoslo así- sin antecedentes en infografía periodística, creo que no es tan complejo de explicar: los infografistas que trabajan en medios de comunicación se dedican a hacer periodismo, tienen la mirada centrada en la divulgación de hechos de interés noticioso. No una mirada sobre el fenómeno en sí y de todas las aristas que de él se desprenden. Es aquí donde han entrado a operar, como bien indica José Luis, profesionales de otras áreas, aunque en este caso en el camino inverso: creadores con mentalidad y discurso artístico en la visualización de datos. Artistas, diseñadores que llevan a su terreno, a sus inquietudes creativas, el fenómeno de la datificacion.
Es posible que haya cierta presencia del fenómeno en el arte contemporáneo, se supone que es el arte del actual momento histórico y en este momento la datificación de la realidad está presente en casi todos los aspectos de nuestra vida. Desde luego, está mucho menos presente en el arte que en el marketing, la publicidad, los negocios o la política. Quizás el arte más contemporáneo no esté hoy en el mundo del arte.
P.- Tu obra dentro de la exposición Big Bang Data se titula ‘Vida sexual de una pareja estable’. Una narración visual perfecta que se comprende de un vistazo, un ejemplo perfecto de registro y documentación. Y que aborda un tema extremadamente íntimo pero cotidiano también. No sé si nos puedes contar cómo surgió la idea para esta pieza, su desarrollo…
J.S.– Surgió como un juego de una pequeña crisis de pareja. Al parecer, teníamos una percepción de nuestra relación sexual diferente. Es paradójico el caso -y común también-. Dos personas tienen la relación más íntima que se puede tener y distintas versiones de esta. Y me estoy refiriendo, en este caso, a algo concreto como es la periodicidad en las relaciones. Empece a anotar en mi agenda cuando teníamos sexo, luego lo amplié a las tipologías más habituales en nuestra relación. La crisis terminó pronto, pero seguí con la recolección durante un año. La visualización de esos datos la utilizaba inicialmente en mis conferencias. Como un juego. No le veía ninguna relevancia, pero fue el inicio de la creación de un corpus de obra que dibujaba un mundo y, dentro de ese mundo, cobraba sentido.
P.- Qué dirías tú que es el Big Data exactamente? ¿Palabreja de moda o un término con mucho recorrido? ¿O cualquier otra cosa?
J.S.– Disponemos de tal capacidad para recolectar, procesar y visualizar información, que podemos trazar con ellos retratos precisos de mundos intangibles. El mundo geográfico tiene una representación; el político, otro. Hoy, mediante los datos de que disponemos podemos trazar un mapa completo para infinidad de temas concretos. Además, son realidades con un nivel de objetividad enorme, ya no se trata de preguntarle a las personas, por poner un ejemplo inocuo, qué día de la semana dedican a comprar en el supermercado. Tu tarjeta de descuento facilita la hora exacta, el lugar y los productos. Nuestra interpretación de la realidad en el mundo datificado no tiene ningún valor, bien al contrario. Como todo, podría ser una gran oportunidad para crear un mundo mejor, pero la historia no nos permite ser muy optimistas. Hace ya bastantes años un colega que dirigía el departamento de infografía de una de las más prestigiosas publicaciones de información general de EEUU me contó, en privado, que estaba trabajando para la CIA: «Resumo en pocas gráficas cantidades enormes de datos que pueden ayudar a decidir si resulta conveniente o no invadir un país».
P.- ¿Cómo llega a convertirse alguien en infógrafo? ¿Una necesidad de simplificar la vida, la realidad, de clarificar este mundo datificado?
J.S.– ¿La casualidad? Así fue como llegó la infografía hasta mí. Pero era una época en la que su presencia era casi inexistente y es difícil querer convertirse en algo que no existe. Yo descubrí en la infografía una excelente herramienta para narrar historias. Ese podría ser un motivo. Historias que no necesariamente simplifican la percepción de la vida y la realidad. Quizás muestren de forma sencilla su complejidad.
P.- Para los recién llegados a esto de la puesta (de largo) visual de los datos, ¿podrías nombrar algunas infografías históricas? Las más lúcidas: el Olimpo de las infografías perfectas.
J.S.– Creo que es necesario aclarar que no todas las infografías tienen como materia prima los datos. La visualización de datos es infografía, pero no toda la infografía utiliza datos. La infografía representa visualmente una realidad, lo puede hacer mediante el uso de imágenes realistas cuando se trata de un mundo tangible y con figuras abstractas cuando son intangibles: datos, sistemas de organización o reflexiones.
Como, por otra parte, no es una herramienta nueva, existen muchos y buenos ejemplos:
El mapa del cólera de John Snow (1854), presente en la muestra, es uno de los más destacados, absoluto precursor del actual modo de visualizar datos sobre un mapa; El Atlas Comercial y Político de William Playfair (1786) , inventor de los principales modelos de infografía estadística: un modo clásico de visualizar datos; el mapa con el cual Copérnico sitúa al sol en el centro de nuestra galaxia. Aquí tenemos un ejemplo que no utiliza datos, ni tan siquiera hechos en aquel momento, sino suposiciones.
La mariée mise à nu par ses célibataires même (1915/1923), de Marcel Duchamp, es una de las obras de arte mas trascendentales del pasado siglo, cumple todos los cánones que se le suponen a una infografía, aunque, en este caso, puesta al servicio de la narración de un mundo interno.
Hay muchos buenos ejemplos del uso de la herramienta infográfica y que, además, y esto es más importante, dan respuestas valiosas. En la actualidad es posible que se use más la infografía, pero muchas de las visualizaciones no aportan nada de valor.
P.- Ocupas desde 2007 el puesto de jefe del departamento de Infografía e Ilustración de La Vanguardia. ¿Puedes explicar brevemente en qué consiste el trabajo diario de un jefe de infografía en un periódico?
J.S.– Participar en la confección del diario aportando propuestas para explicar hechos noticiosos que se comprenderán mejor, o más fácilmente, mediante infografías. Los departamentos que yo he dirigido son muy activos, son periodísticos, no esperan que la noticia y la información llegue a ellos, ellos van a buscarla. Debo decidir las infografías más relevantes, mantener una agenda y coordinar los recursos del departamento. Obviamente también debo asegurarme de que todo lo que publicamos mantiene un piso de calidad, tanto en la información contenida como en su representación formal.
P.- En 2012 tus colegas de profesión, a través de la prestigiosa Society of News Design (SND), te eligieron como la figura más relevante dentro de la infografía en los 20 años anteriores. Tiene que ser emocionante un premio que viene de la mano de tus compañeros.
J.S.– Lo es. Y muy discutible. A mí me impresionó realmente sentirme considerado al nivel de los finalistas: Archie Tse, editor de The New York Times; Fernando Baptista, infografista senior de National Geographic Magazine y, probablemente, el mejor ilustrador científico del mundo; John Greemwade, editor del grupo Conde Nast y creador de algunos de los parámetros de la infografía actual; y Niguel Holmes, antiguo editor de la revista Time, verdadero precursor e icono de la infografía editorial. Cualquiera habría merecido, desde mi punto de vista, ese reconocimiento, si es que alguien lo merece.
P.- ¿Crees que de alguna manera este mundo digitalizado, este inmenso mar de datos donde navegamos (y naufragamos), ha cambiado las reglas para los de tu profesión? ¿De qué manera?
J.S.– Este mundo datificado ha cambiado las reglas para todos. Eso es lo realmente importante. En cuanto a mi profesión, no sabría desde qué lugar responder, cada vez tengo más desdibujado el límite entre periodismo y arte. Yo he encontrado en los datos, como materia prima, y en la infografía, como herramienta, un modo de narrar un mundo personal. Para mí es un cambio de reglas enorme.
P.- Acabas de inaugurar Diez historias y un paisaje en el Museo de Arte Contemporáneo de A Coruña. Leo que la muestra reúne un conjunto de historias cotidianas narradas a través de infografías. ¿Puedes contar un poco sobre las distintas piezas de la exposición? Se nota un interés especial por documentar lo cotidiano en tus trabajos, ¿a qué crees que puede deberse?
J.S.– A mí no me interesan los datos, me interesa el sujeto. ¿Podemos conocer algo del sujeto a través de los datos? Yo diría que usando datos colectivos, no. Mucho menos los que se recogen actualmente con modernas tecnologías sin la intermediación del individuo. Nada interesante nos puede aportar ese tipo de datos por la sencilla razón de que son objetivos, no cabe interpretación en ellos. Nada más alejado del individuo. Ese tipo de datos no pueden ser verdad. La verdad necesita de componentes como la vivencia propia, la particularidad, la subjetividad, en suma, que nos permite a cada individuo construir nuestra propia y única verdad. A mí me interesa la verdad. Por este motivo aplico el proceso de recolección, procesamiento y visualización a lo que hace una persona concreta en un momento dado concreto frente a una situación concreta. Es ahí, en la intimidad, en la más radical subjetividad, donde, por analogía u oposición, las personas nos encontramos. Es fácil sentir empatía por la historia del otro, pero no es posible sentirla por un porcentaje de una colectividad aunque pertenezcamos a ella. Yo no datifico mi vida íntima para conocerme mejor, eso resultaría ridículo. Lo hago para trazar un ‘yo’ con el que ‘el otro’ pueda identificarse. Ese es el principal fin de las piezas que se exhiben en el MAC de A Coruña.
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P.- ¿Algún proyecto de narración visual, alguna infografía que te hayas quedado con las ganas de hacer?
J.S.– Procuro encontrar espacios, tecnología y difusión para hacer todo lo que se me ocurre. Para aquello cuyo lugar natural son los espacios de arte no hay mucho más problema que la voluntad. Resulta más complicado para aquellos proyectos que necesitan de la difusión de un medio de comunicación de masas y la temática está totalmente fuera de agenda. Me hubiese gustado -no lo haré- hacer una serie de infografías de muertes trágicas de iconos populares americanos: James Dean, Isadora Duncan, Jackson Pollock o William Kemmler, el primer ejecutado en la silla eléctrica…
P.- Con la infografía se puede contar (¿mejor?) cualquier cosa. ¿Con la infografía se puede hacer también ficción?
J.S.– No todo se puede contar mejor con infografía. De hecho, no todo se puede contar con infografía. Por otra parte, no se trata de que se puede o no se puede contar mediante infografías, sino de si tiene sentido contarlo. Con infografías o de otro modo.
Como herramienta completa de comunicación humana, con la infografía se puede narrar hechos o verdades, realidad o ficción. Solo es una técnica y aunque importante, no es lo esencial. Lo esencial es lo que explicamos.
Aunque por su capacidad de precisión culturalmente la infografía está vinculada al mundo, digamos, objetivable, existen ejemplos del uso de la infografía en la ficción o pertenecientes al mundo de la subjetividad. Antes destacaba el caso de ‘La marie…’, de Duchamp. Están también las pizarras de Rudolf Steiner, los diagramas de Joseph Beuys o, más recientes, los mapas del pintor argentino Guillermo Kuitca. Pero, además, es de uso habitual entre los científicos como herramienta para concretar complejas teorías. Teorías no son hechos, no son datos, y en tanto no son convertidas en verdades empíricas, están sujetas a la interpretación y la subjetividad. Finalmente, a mí, que no dispongo de demasiada fe, cuando veo esos infográficos que recogen cantidades ingentes de datos, siempre me asalta la duda de si serán ciertos: ¿los habrán recogido y procesado o se los habrán inventado? ¿sería una simple mentira o un ejercicio de ficción?
Por Adriana Herreros