03.10.2012

Andrés Barba: «Los escritores encubren a los autores a los que copian»

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Andrés Barba

Llegó a la escritura de forma accidental, o eso ha confesado en alguna ocasión, sin embargo, con tan sólo 22 años publicó su primera novela corta, El hueso que más duele. Licenciado en Filología, Andrés Barba es a sus 35 años, uno de los 22 jóvenes escritores más importantes en habla hispana según la prestigiosa revista británica Granta. Este escritor madrileño, que vive a caballo entre Argentina y España participará el próximo 9 de octubre a las 19h junto con el cineasta Rodrigo Cortés, en el IV Encuentro Friends of Talent, que tendrá lugar en el Espacio Fundación Telefónica.

Pregunta: Los temas de tus libros son, en muchas ocasiones, bastante controvertidos: violaciones, embarazos no deseados, prostitución o pornografía… Otros se sitúan en un lado mucho más fantástico, Arriba el cielo, abajo el suelo, por ejemplo. ¿Con qué temática te sientes más cómodo?

Respuesta: Muchas veces describir los temas, o enunciarlos sin más y no dar más información sobre cómo se han tratado puede dar una imagen un tanto engañosa sobre cómo es la obra. Puede ser que algunos de mis temas sean un tanto límite, pero no tengo ni la más mínima intención de epatar a nadie, y ni mucho menos de escandalizar. Trato sencillamente temas que me interesan y conmueven de forma privada, casi todos los relacionados con el público de adultos son temas que giran en torno a la familia y la ecuación sentimental, son en realidad temas muy clásicos.

Has vivido en Estados Unidos, Italia y Argentina, ¿necesidad o cambio de aires?

Supongo que me tengo que rendir a la evidencia de que, cada cierto tiempo, me gusta quitarme un poco de en medio…

En algún momento a lo largo de tu libro, Las manos pequeñas, es imposible no sentir un nudo en el estómago al reflejar de forma tan cruda la violencia infantil…

La violencia que los niños ejercen entre ellos es un gran tema, un tanto silenciado porque el tema de los niños es probablemente el más tabú de nuestra sociedad. Necesitamos seguir haciendo un discurso un tanto absurdo y falso sobre lo angelicales que son los niños y, cada vez que hay un episodio de violencia entre ellos, nos echamos las manos a la cabeza. Como si hubiésemos visto un ovni, cuando la violencia es una realidad cotidiana en el mundo infantil, connatural a la infancia. Lo que es interesante sería más bien determinar por qué nos atemoriza decir la verdad sobre la infancia, por qué estamos tan empeñados en inventarnos una versión edulcorada.

La familia inspira gran parte de tu literatura, pero es la figura de la madre la que predomina en muchas de tus obras. ¿Hay algo personal en todo ello?

Ah, ¿en serio? No me asustes… jaja. La madre no sé, la familia seguro que sí, la estructura familiar me interesa muchísimo, por razones psicológicas y narrativas obvias cuando haces el tipo de literatura que yo hago la familia suele ser una mina de oro.

En alguna de tus obras hablas del miedo. ¿A qué tienes miedo?

Pues a lo que tiene miedo todo el mundo; a que se muera mi padre, a que me deje de querer mi mujer, a que vengan unos señores de negro, me agarren del brazo y digan “sabemos que se ha enriquecido haciendo falsificaciones de bolsos de Louis Voitton, la pena son cinco años de cárcel…”.

¿Qué es más difícil, enfrentarse a un nuevo libro, o dar clase en una universidad a adolescentes?

A mí siempre me costó lo de las clases, me divertía un rato, pero a las dos semanas me quería marchar. La enseñanza es probablemente, de entre todas las profesiones del mundo, la que me parece más honorable y maltratada, tengo una admiración rendida por los maestros, sobre todo por los de secundaria, que son los mártires de la enseñanza y me enerva el desprecio, el maltrato y la falta de consideración con la que se les trata habitualmente a todos los niveles en España; empezando por los propios estudiantes, siguiendo por los padres y terminando por los políticos. Creo que hasta que eso no cambie estamos condenados a ser los parias de Europa, y no tiene mucha pinta de ir a cambiar, es una verdadera lástima.

¿Cuáles son tus referencias literarias?

Muchísimas, muy variadas y muy distintas unas de otras. Es difícil señalarlas porque van cambiando, se van filtrando y se van, también, reciclando. Ahora, por poner un caso, estoy redescubriendo como si fuera la primera vez a una autora que me fascinó hace más de diez años: Marina Tsvietaieva. La pregunta supongo que es más o menos de rigor, pero también es cómoda. ¿A quién te pareces? ¿Quién es tu padre? Los escritores suelen responder más desde el deseo que desde la realidad, y muchas veces encubren a los autores a los que copian, para que no les pillen. Podría decir cientos de autores que me han conmovido pero parecería un papagayo académico si lo hiciera y no serviría de mucho porque son nombres muy clásicos.

Ni Facebook, ni twitter, ni página Web, ¿por qué?

Porque me parece un coñazo insoportable, la verdad, tanto Facebook como Twitter, y tienen la estrategia agobiante de aquello que tiene que ser engordado de continuo, no dejan respirar, y uno acaba comportándose inevitablemente como un adolescente. Han sido ideados desde un mundo sentimental y un horizonte de expectativas adolescentes. En cuanto a la página web, porque requeriría por mi parte un ejercicio de autobombo que me daría mucha vergüenza y mucha pereza hacer. Por otra parte, utilizo mucho Internet y creo que para un escritor es una ayuda inestimable. ¿Cómo se hacía antes de Google? Misterio.

Has pasado mucho tiempo fuera de España, ¿ha influido en tu éxito?

No sé si tengo mucho éxito, la verdad, al menos en los términos en los que supone tener éxito en mi oficio. Haber pasado mucho tiempo fuera de España es una de las cosas más recomendables que se puede hacer, y más en este momento en que el ambiente de pesimismo es tan plúmbeo (y no sé hasta qué punto justificado).

Para triunfar en literatura, ¿basta con tener talento?

A mí me parece que sí. Aunque también puedes triunfar sin tenerlo. Somos muy abiertos.

En 2007 recibiste un premio por tu ensayo La ceremonia del porno, sin embargo, no has vuelto a tratar el tema después. ¿Es para ti un tema agotado? ¿Demasiado espinoso?

El tema del porno es fascinante, pero al fin y al cabo, cuando uno se ha metido en harina, es bastante limitado. A ratos uno tiene la sensación de haberse disfrazado de buzo para luego meterse en una bañera. No somos, ni Javier Montes ni yo, unos expertos en porno al estilo “freak”. El porno, como todos los mundos, generan ese tipo de personajes enciclopédicos y disparatados que te miran como si no saber qué es el ultrapostporno lésbico-esquimal supusiera no saber nada en absoluto. Nosotros, en realidad, hicimos una aproximación más moderada y supongo que a nuestra manera más ambiciosa, en realidad lo que queríamos saber era qué era lo que nos pasaba (en quién nos convertíamos) cuando mirábamos porno, ése era el tema del ensayo.

Has comentado en alguna ocasión que te gustaría escribir sobre la disciplina de las gimnastas. En España, ha habido una gran polémica con la disciplina impuesta por Ana Tarrés a sus chicas de natación sincronizada. ¿Crees que hay qué pagar un precio tan alto por estar en la élite?

Respuesta: Cualquier élite deportiva, tal y como está planteado el mundo del deporte, está muy lejos de ser saludable. Quien piense lo contrario es que no tiene los ojos abiertos. ¿A quién le escandaliza que las maltraten? Es como si uno se sorprendiera de que maten a gente en una guerra…

Estás escribiendo un nuevo libro, ¿podrías adelantarnos algo?

No, da mal fario.

Imagen publicada en 20minutos por Jorge París

 

María del Río Resa

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