A Nikola Tesla le robaron la luz y otros tantos inventos más, pero no pudieron arrebatarle un reconocimiento que llega tarde, pero llega. Al igual que muchos otros genios de la historia, Tesla era excéntrico, maniático y solitario. ¿Te apetece conocer algo más del peculiar inventor? Aquí tienes algunas curiosidades.
¿Sabías que…
Nació durante una tormenta eléctrica
Entre el 9 y 10 de octubre de julio de 1856 durante la medianoche, en Smiljan (Croacia) una tormenta feroz asoló la ciudad. En ese mismo momento, una mujer daba a luz. Cuenta la leyenda que la partera, al escuchar los relámpagos, vaticinó un mal presagio: “Este niño va a ser un hijo de la oscuridad”. A lo que la madre, vehemente respondió: “No, él será un hijo de la luz”. Así fue como Tesla vino al mundo.
Obsesión por el número tres
El genio croata tenía algo parecido a un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) con el número tres. Sí. Se dice que necesitaba 18 servilletas (número divisible entre tres) para limpiar sus vasos y cubiertos, que se lavaba las manos tres veces seguidas e incluso rodeaba mosaicos, ladrillos y piedras sobre los que caminaba o edificios a los que tenía que entrar hasta un total de tres veces antes de hacerlo. Además, murió tres días antes de celebrar su 87 cumpleaños y pasó su última década alojado en el Hotel New Yorker, en concreto en la habitación 3327 (de nuevo divisible entre tres), en la planta 33.
Celibato
Si el sexo entorpece la actividad científica, Tesla se lo tomó muy en serio. Decidió llevar una vida de castidad para entregarse a sus inventos. A pesar de ello, las mujeres caían rendidas a sus pies debido a su brillantez y fama. El genio de la luz llegó a cuestionarse al final de su vida si sacrificó demasiado por su completa entrega a la ciencia y su renuncia al amor.
Cariño por las palomas
No compartió su vida con ninguna mujer, pero desarrolló un peculiar afecto por las palomas. Les daba de comer, localizaba a las que estuvieran enfermas y las llevaba a la suite de su hotel para curarlas. Llegó a obsesionarse por una de ellas, asegurando que “le daba razones para vivir”.
Hiperpolígota
Se considera hiperpolíglota a aquella persona capaz de hablar seis idiomas con fluidez. En el caso de Tesla eran un total de ocho, con los que se desenvolvía con facilidad: serbio-croata, checo, inglés, francés, alemán, húngaro, italiano y latín.
Odio hacia las perlas y los objetos redondos
Tesla despreció las joyas, nunca tuvo ninguna, las veía como una carga más que un elemento de valor. No soportaba las perlas en concreto, hasta tal punto que se negaba a hablar con mujeres que las llevasen. Esta aversión se extendió hasta tal punto que empezó a odiar objetos redondos en general.
Era coqueto
Le gustaba llevar guantes blancos para la cena de cada noche. Además, cuando le fotografiaban, se tomaba un buen rato para conseguir exhibir su mejor perfil.
Memoria fotográfica
Tesla era capaz de memorizar los libros y las imágenes para sus invenciones sin registrarlas de manera material. Visualizaba los inventos pieza a pieza en su cabeza y, al probarlos, solían funcionar a la primera.
Creía en la eugenesia
La eugenesia consiste en la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especia humana. Al parecer, nuestro genial inventor consideraba que algunas personas no eran adecuadas para tener descendencia, siendo necesario evitar la reproducción de los no aptos.
Pánico a los gérmenes
Tenía hábitos de higiene excesiva, consecuencia probable de su dura convalecencia por cólera durante su adolescencia.