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La antigüedad clásica conforma un universo de evocaciones donde historia y fantasía a menudo se funden en un complejo relato que resulta difícil de desentrañar  incluso para los mayores expertos. La influencia de este legado continúa plenamente vigente en la actualidad a través de las imágenes y su simbología.

La Universidad Carlos III de Madrid, con la colaboración de Espacio Fundación Telefónica, ha recibido a la especialista en cultura clásica Mary Beard, una de las voces más audaces y singulares de la historiografía romana y de la antigüedad. La investigadora formará parte de los Doctores Honoris Causa de la Universidad Carlos III de Madrid a partir de este mes de septiembre de 2017 y ha sido galardonada en 2016 con el prestigioso premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales.

Durante su visita a nuestro Auditorio hemos tenido la oportunidad de explorar con ella los discursos que han influido en el silenciamiento de las mujeres desde la Grecia antigua hasta la actualidad y el papel que juega la mitología clásica en nuestras propias representaciones del poder (y la ausencia de este) en el caso de las mujeres. Su conferencia ha estado presentada por Jaime Alvar Ezquerra, Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid, que ha destacado su gran papel precisamente en un “mundo sustancialmente de hombres”.

Mary Beard es conocida además por su labor como comunicadora y divulgadora. Ha publicado numerosos libros, convertidos en verdaderos best sellers, y participado en la creación de diversos documentales y populares series de televisión sobre Roma.

Su paso por Espacio Fundación Telefónica no dejó a nadie indiferente. Con el aforo completísimo y mucha expectación, los datos y las menciones a la Antigüedad, a la mitología y a la literatura se mezclaron con argumentos o hechos actuales para sacudir al público y hacerle reflexionar sobre la voz de la mujer en la Historia. O mejor dicho, la falta de esta. Su silencio, este que hoy aún pervive.

“Me gustaría empezar esta tarde con el principio de la tradición literaria occidental, cuando el primer hombre le dijo a la primera mujer que se callase. Reflexionar sobre estas voces que fueron silenciadas y esas voces de hoy que no se escuchan. Estoy hablando de una sordera generalizada ante la voz de las mujeres de hoy en día”, comenzaba Mary Beard.

Abuso y misoginia salieron pronto en la sala. Es cierto, según la experta, que este silencio ha sido y es un abuso. También es cierto que muchas veces se utiliza la misoginia para definirlo, pero para ella es “algo mucho más complicado y hay una gran historia detrás”. En La Odisea se muestra el primero de tantos intentos de excluir a las mujeres. Le siguieron muchos durante los primeros siglos como, por ejemplo, en La metamorfosis de Ovidio, donde se vuelve de forma reiterada a la idea de que las mujeres están silenciadas durante este proceso de transformación.

Muy pocas excepciones han permitido a las mujeres hablar en público en la Antigüedad: sólo cuando eran víctimas o para evitar su propia muerte. También para defender su casa o los intereses de la misma o de otras mujeres. Así, hablar en público “constituía algo más que un hecho que las mujeres no hicieran, sino que era una capacidad que definía la masculinidad como género, es decir, el discurso público era el atributo definitorio para el hombre”, explicaba Mary Beard.

Pervivencia

Para la catedrática y comunicadora inglesa solo hay que echar un vistazo a la actualidad y ver que estos temas vuelven estos días: “Las mujeres que quieren ser escuchadas son tratadas como bichos raros”. Así, a lo largo de su conferencia abordó diferentes ejemplos actuales. El acoso a través de las redes, entre ellos.

En Twitter, por ejemplo, este acoso a mujeres es 30 a 1 sobre hombres. “Además se les aconseja dejar pasar las cosas, no decir nada, y ¿eso no es precisamente seguir silenciando? De hecho, hay un tipo de acoso hoy en día que se basa en silenciarte, precisamente. Algo así como ¡cállate, zorra!”, relataba Mary Beard sin pelos en la lengua.

“Esta forma tan cruda y tan agresiva trata de eliminar a las mujeres y cerrarles el pico”, continuaba. “Los 140 caracteres de un tuit son una lupa de actitudes. Se puede ver una conexión entre los tuits y lo que sucede en la Cámara de los Comunes, por ejemplo”, continuaba.

De ahí la catedrática pasó a hablar de la situación de las mujeres en los parlamentos -su anulación, la desconexión ante sus ideas y sus voces- y de la normalización de la utilización de la violencia de género en las campañas electorales. Con imágenes de Donald Trump y Hillary Clinton esa violencia quedó demostrada. “Un hombre ambicioso es algo positivo pero si lo dices de una mujer es un crítica”, afirmaba la experta británica. “Cuando consigamos decir todo esto sin que no sea una crítica habremos avanzado. Pero, ¿cómo podemos avanzar?”.

Replanteamiento del poder

Un replanteamiento actual de la oratoria y del poder. Esa es la propuesta de la experta para lograrlo. “Hay algo que tenemos todas las mujeres en común: el fracaso de trasladar una idea en este mundo de hombres. Hemos intentado de todo. Creo que ayuda mucho pensar en las reglas de la retórica y el debate. A los hombres y a las mujeres se nos ha enseñado a hablar en idiomas diferentes y creo que si queremos progresar en todo esto tenemos que volver a los principios iniciales de la voz. A cómo hemos aprendido los comportamientos subyacentes. Muchas veces se pueden recomendar diferentes cosas respecto a la autoridad de la voz y cómo hemos aprendido todo ello”, afirmaba.

De la misma manera, Mary Beard convencía a los asistentes de que “tenemos que pensar en el poder de forma distinta. En el imaginario colectivo parece que este poder -tal y como lo concebimos ahora- es solo de los hombres. A las mujeres como género, se nos excluye de este discurso, no podemos meterlas dentro de esa estructura de poder. Significa pensar y repensar sobre la idea de poder. Hay que pensar en el poder como una forma de colaboración. Hay que pensar en el poder de nuestros seguidores y no sólo del poder de los líderes. Hablamos del poder como la capacidad de marcar la diferencia. Ese poder es que muchas mujeres piensan que no tienen”.

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