Linz – Krems – Viena (Austria). Del 14 al 17 de julio.
Por Claire Martin.
Linz – Krems – Viena (Austria). Del 14 al 17 de julio.
Por Claire Martin.
“Nada conmueve. Qué más da que llore ahora”
Inge Morath
Me uní al proyecto una semana después de lo que había previsto. Tenía que someterme a una operación de urgencia solo unos días antes de que empezara el viaje. ¡No me podía creer que hubiera tenido tan mala suerte! El doctor me dijo que no podría nadar durante 4 semanas. ¿Cómo? ¿Me iba de viaje a un río en el caluroso verano y ni siquiera podría bañarme en él?
Había estado trabajando incansablemente en este proyecto durante dos años. En mi caso el esfuerzo era doble ya que, al ser australiana, era oficialmente la que estaba en la zona horaria más alejada. Nuestras conversaciones por Skype, que a menudo se alargaban durante horas, solían ser alrededor de mis 3:00 de la madrugada. Cuando me levantaba a las 7:00 de la mañana ya me esperaba una cadena de correos de Danube Revisited; y, aunque a menudo era abrumador, siempre leía con emoción los avances.
Y ahora que al fin este proyecto empezaba, yo me iba a perder la primera semana. ¡Y encima no iba a poder nadar en el dichoso río!
Tras una breve y tranquila visita para filmar a Kathryn en el nacimiento del río, cogí un tren a Linz (Austria) para encontrarme con el equipo y ver finalmente el camión!. Recuperándome todavía de la operación y un poco frágil, lloré nada más llegar al ver que me esperaban con una gran pancarta de bienvenida todas esas caras amigas de las fotógrafas y del equipo a quienes había llegado a conocer íntimamente y a los que, sin embargo, no había visto nunca en persona.
Me lo tomé con bastante calma en Linz, empecé a familiarizarme con el camión, con cómo funcionaban las proyecciones, amoldándome a la nueva situación. Me puse a explorar el increíble espacio Tabakfabrik donde estaba aparcado el camión y donde se sucedían las proyecciones. Todo era genial. Aun así, se podía sentir esa energía nerviosa que flotaba entre las fotógrafas. La primera semana del viaje había sido bastante estresante intentando resolver aquellos problemas que no habíamos previsto, habituándonos al nuevo escenario, etc. Yo decidí que empezaría a fotografiar en serio en la próxima parada, Krems.
Lo más interesante que pasó en Krems fue que el GPS de los coches no dejaba de mandarnos a un motel por horas con unos neones parpadeantes con forma de mujer en lugar de llevarnos al respetable Hotel Orange Wings que teníamos previsto. Era noche cerrada cuando llegamos y no estábamos seguras de si debíamos quedarnos en ese burdel de dudoso gusto. Todas las reservas de alojamiento las habíamos hecho por Internet y teníamos un presupuesto muy ajustado, así que todo podía ser, pero seguía pareciéndonos algo ridículo. El GPS nos llevó hasta allí tres veces hasta que lo apagamos y encontramos nuestro hotel de la forma tradicional: preguntando en una gasolinera.
Aparcamos el camión en una zona peatonal justo al lado del centro y del muelle para coger los ferris turísticos que recorrían el Danubio. Pese a todo, la ciudad parecía bastante aletargada y la participación en las proyecciones nocturnas acabó siendo un petit comité entre nosotras. Algo desmoralizante, después de tantos años de duro trabajo.
Yo empecé a estresarme con la idea de que no estaba produciendo material sobre mi tema del pueblo romaní. Krems, en Austria, es el pueblecito más pintoresco, rico y singular del Danubio;. Es maravilloso para disfrutarlo pero, para mí, fue un horror fotografiarlo. Tal era su encanto que estaba logrando enfadarme. Así que decidí visitar algunos castillos en lugar de comerme el coco. Más tarde, paré para deleitarme con una rica comida y una botella de vino local con Emily y Dimiter. Me sentía mejor. Pero luego me volví a sentir mal porque seguía sin encontrar nada que fuera de mi interés fotografiar. Todo se me estaba derrumbando.
Tras un partido de fútbol en la plaza donde perdí mis gafas de sol favoritas, cargamos el camión y nos marchamos a la preciosa Viena. ¡Menudo cambio! La Westlicht Galerie era la encargada de acoger el camión, las proyecciones nocturnas parecían ser el evento más guay de la ciudad, había cócteles especiales Inge Morath, un DJ que pinchaba vinilos con ritmos excepcionales, cantidad de gente y el increíble Garry Winogrand con su exposición Women are Beautiful (Las mujeres son hermosas). Me parecía que todo encajaba estupendamente con nuestro proyecto liderado exclusivamente por mujeres, aunque Olivia sí comentó que todas las fotografías eran de pechos y que era un poco sexista… Ja, ja. ¡Bueno! ¡Parece que la cosa iba mejorando!