Los derechos digitales protagonizan una edición especial de TELOS 128


La revista TELOS dedica su número 128 a los derechos digitales, un tema clave para comprender los retos éticos, jurídicos y sociales de la transformación tecnológica. En colaboración con el Observatorio de Derechos Digitales, iniciativa público-privada del Gobierno de España en la que participa Fundación Telefónica, esta edición especial de la publicación analiza, desde una perspectiva transdisciplinar y humanista, las garantías recogidas en la Carta de Derechos Digitales de España. Con la participación de destacadas voces del pensamiento, la ciencia y la cultura, TELOS 128 propone un debate necesario sobre cómo asegurar que la tecnología esté al servicio de las personas y la democracia.
Por TELOS.
La expansión acelerada de la inteligencia artificial, la neurotecnología y la automatización ha colocado a la humanidad ante un nuevo desafío: proteger la dignidad humana y los derechos fundamentales en un ecosistema digital que redefine la vida social, política, económica y cultural. TELOS no está ajena, y dedica su número 128 a profundizar en los llamados derechos digitales recogidos en la Carta de Derechos Digitales de España, con un enfoque transdisciplinar y de derechos humanos, como parte de las acciones del el Observatorio de Derechos Digitales, iniciativa público-privada del Gobierno de España, liderada por Red.es y de la que Fundación Telefónica es parte.
En su Presentación de este número especial de TELOS, el Presidente ejecutivo de Fundación Telefónica, Enrique Goñi Beltrán de Garizurieta, reivindica la Carta de Derechos Digitales como brújula para asegurar que el desarrollo tecnológico sirva a las personas y no al mercado ni al control político. En ¿Es positiva la tecnología? plantea que la tecnología, en sí misma, no es buena ni mala: lo decisivo es cómo elegimos convivir con ella. Advierte sobre los efectos de la hiperconectividad e insiste en que el progreso solo será legítimo si está guiado por los derechos humanos, a la par que defiende una gobernanza digital humanista y participativa que combine ética, competitividad e innovación, recordando que no se trata de desconfiar de la tecnología, sino de humanizarla.
Desde Red.es, su director general, Jesús Herrero Poza, nos propone Situar el norte en el ecosistema digital, analiza la transformación social provocada por la digitalización —desde la comunicación hasta el trabajo— y sus efectos colaterales: sobreexposición, brecha digital, desinformación y nuevas desigualdades. Sostiene que habitamos una sociedad dividida entre un espacio físico regulado y un espacio digital sin normas, y urge a dotar a este último de principios éticos y jurídicos claros. Llama a una reflexión colectiva y colaborativa para adaptar los derechos existentes (privacidad, igualdad, trabajo) al entorno digital y construir un ecosistema equilibrado entre innovación, justicia y convivencia democrática.
“No basta con proclamar derechos en la plaza pública si se vulneran a diario en la nube. Lo primero que debe ser protegido es lo que nos define: la dignidad humana”, afirma el autor invitado de esta edición, David Francisco Blanco, en su ensayo Lex Digitalis.
Este texto propone una genealogía de los derechos humanos desde el derecho natural hasta su reformulación en clave digital y plantea la Carta de Derechos Digitales como brújula ética y jurídica para el siglo XXI. Blanco defiende que los derechos digitales no deben concebirse como una nueva generación, sino como una dimensión transversal que traduce y adapta los derechos clásicos —privacidad, libertad de expresión, dignidad— al lenguaje del código y los algoritmos. Insiste en que la dignidad humana debe permanecer en el centro y que la Carta sea operativa, no simbólica. Advierte, además, sobre la normalización de la extracción de datos y la pérdida de soberanía individual frente a las plataformas y los sistemas predictivos.

Carme Artigas, Nuria Oliver y Cecilia Danesi complementan desde el Cuaderno central con La necesaria batalla por los derechos digitales, IA y derechos digitales: ¿progreso o espejismo? y Reescribir las reglas colectivas en la era de la algocracia, respectivamente.
Artigas ofrece una visión estratégica y global para garantizar derechos digitales frente a las tecnologías emergentes. Subraya la urgencia de traducir las garantías clásicas al espacio digital y reclama instituciones con capacidad de supervisión, mecanismos de exigibilidad y colaboración entre ciudadanía, sector público y privado. Advierte sobre el riesgo de que la escala y la intermediación algorítmica vuelvan ineficaces los marcos tradicionales y sitúa a la ciudadanía digital en el centro de las políticas públicas.
Oliver, por su parte, plantea criterios de prudencia para centrar la inteligencia artificial en las personas, definir modelos de gobernanza de datos que permitan usos beneficiosos sin sacrificar derechos —transparencia, rendición de cuentas, privacidad— y fomentar una alfabetización digital crítica.
Danesi propone la creación de un nuevo contrato social para el uso ético de la IA, basado en la rendición de cuentas algorítmica y la gobernanza digital con enfoque en derechos humanos.
En Transiciones confluyentes, Jordi Jaria Manzano explora la interdependencia entre las transiciones ecológica, energética y digital, proponiendo políticas que integren sostenibilidad y tecnología y eviten una digitalización ambientalmente ciega.
El mundo del trabajo es abordado por María Luz Rodríguez Fernández en Derechos digitales laborales, donde examina cómo los derechos digitales deben aplicarse en el ámbito laboral. Destaca la importancia de la participación sindical y la negociación colectiva frente a la automatización y la inteligencia artificial.
Uno de los debates más candentes en el debate público se aborda en La identidad digital: cómo demostrar quiénes somos en el espacio digital, de Paloma Llaneza, que describe la evolución hacia sistemas modulares y verificables de identidad, planteando el equilibrio entre seguridad jurídica, privacidad y experiencia de usuario.
Borja Adsuara reflexiona en Derechos digitales y ciudadanía sobre la digitalización de los derechos fundamentales. Advierte contra la confusión entre protección de datos y derechos digitales y pide una visión integral de la ciudadanía digital.
Clara Ruipérez de Azcárate y Fran Perea coinciden en Cultura y metaverso: nuevas narrativas para la creación, donde exploran el potencial del metaverso para transformar la creación artística y cultural y defienden la convergencia entre arte, tecnología y derechos de autor en entornos inmersivos.
En la sección Asuntos de comunicación firman tres autoras: Beatriz Escriña, Marta Montagut y Elena Herrero-Beaumont: Escriña en Comunicación institucional en tiempos de IA, analiza cómo la inteligencia artificial transforma la comunicación pública y destaca la ética, transparencia y confianza como ejes centrales. Montagut en Comunicar lo invisible: algoritmos y percepción pública, examina cómo los algoritmos moldean la opinión pública sin transparencia y defiende el derecho ciudadano a fiscalizar los procesos algorítmicos. Herrero-Beaumont en Ética algorítmica y medios de comunicación, analiza el impacto de la IA en la producción periodística y reclama estándares éticos y transparencia en el uso de algoritmos en los medios.
Otro eje crucial es el de los neuroderechos. En Neuroderechos y sociedad digital, Francisco Velasco Caballero analiza los retos éticos y jurídicos de la neurotecnología y sostiene que el derecho debe proteger la integridad mental y garantizar un desarrollo humano centrado en la dignidad.
En la entrevista Nos hallamos al comienzo de una revolución darwiniana de la neurociencia, el neurocientífico Rafael Yuste, conversando con Pablo Colado, advierte sobre los riesgos de la comercialización masiva de datos neuronales y pide marcos jurídicos preventivos para salvaguardar la privacidad mental frente a dispositivos capaces de descodificar pensamientos.
El número incluye también otras entrevistas sobre educación, libertad, ética y transhumanismo. La filósofa Victoria Camps, entrevistada por Lola Delgado, bajo el título La inteligencia artificial nos ayuda, pero también limita nuestra libertad, ofrece una lectura ética de la IA: reconoce su utilidad, pero advierte que los algoritmos condicionan aprendizajes y libertad individual. Reclama educación crítica y límites regulatorios que protejan la autonomía personal.
El filósofo e historiador Michael Ignatieff, entrevistado por Laura García, reflexiona en El desafío de la libertad en una sociedad libre es pensar por uno mismo sobre la verdad y la democracia en la era digital, y señala que el principal peligro para la libertad es la tiranía de la opinión mayoritaria.
El filósofo Antonio Diéguez, en conversación con Eva Catalán, en Debemos estar abiertos a la posibilidad de mejoras humanas éticamente aceptables, propone un debate equilibrado sobre el transhumanismo y advierte contra los extremos: ni fe ciega en la tecnología ni rechazo conservador.
Por su parte, el pedagogo Charles Fadel sostiene en Cargar la responsabilidad de todos los problemas de la humanidad a la educación no me parece justo, que el aprendizaje del siglo XXI debe centrarse en competencias humanas complementarias a la tecnología —pensamiento crítico, ética, metacognición— y reclama que los gobiernos asuman su responsabilidad regulatoria para garantizar un uso equitativo y ético de la IA en la educación.
La inclusión digital también ocupa un espacio esencial. Nacho Guadix García, en Educar en derechos digitales desde la infancia, propone la educación digital como pilar de la ciudadanía futura. María Sánchez Valle, en Inteligencia artificial: una oportunidad para la inclusión de los mayores, aborda la brecha generacional y plantea estrategias para una IA accesible. Finalmente, Fernando Riaño Riaño y Paula Mathioux Bonilla, en La paradoja digital: avances tecnológicos y barreras persistentes, analizan la relación entre digitalización, discapacidad y derechos humanos, mostrando que el progreso tecnológico no siempre implica inclusión y reclamando accesibilidad universal y gobernanza tecnológica inclusiva.

La Biblioteca TELOS está a cargo del periodista tecnológico Jordi Pérez Colomé, que hace un repaso transmedia en Un mapa sobre derechos digitales para no naufragar en internet con 14 referencias imperdibles.
TELOS 128 se hace eco de la iniciativa Derechos al Futuro, una alianza multisectorial, disponible para firmar de forma individual o como organización, para promover el compromiso ciudadano por un futuro digital ético, humano y sostenible.
En las páginas del 128 también se promueven sendas exposiciones en Espacio Telefónica, de Madrid: El sueño de la razón. Del Siglo de las Luces a la inteligencia artificial, con grabados y fotografías de los siglos XVIII y XIX que dialogan con instalaciones digitales para mostrar cómo arte y tecnología definen el conocimiento y moldean nuestra percepción de la realidad, y Hoy es un buen día para hablar de Derechos Digitales con con seis instalaciones de artistas contemporáneos como United Visual Artists, Eva & Franco Mattes, Paolo Cirio, Noemí Iglesias Barrios, Theresa Reiwer, Hasan Elahi y Aram Bartholl.
Sobre una de las instalaciones de esta última exposición se ocupa Artefacto Hoy es un buen día para jugar con las neurotecnologías. El artista belga Roel Heremans (Bruselas, 1990) se ha basado en los cinco neuroderechos establecidos por la Universidad de Columbia (Estados Unidos) para su pieza interactiva con neuroretroalimentación en tiempo real, The NeuroRights Arcade, disponible para quienes visiten la exposición.

La ilustradora invitada, autora de la portada y los elementos centrales del número, es Laura Wätcher, artista visual conocida por su mezcla entre el cómic y el retrofuturismo, que logra una poderosa síntesis en esta Portada, con un enfoque de género, consecuente con su obra, la Carta de Derechos Digitales y con la propia historia de esta revista. En la imagen aparece una figura femenina parcialmente cubierta con una armadura digital que más que protección parece un peso, mientras cursores de ratón surcan el aire hacia ella, como los múltiples dispositivos de vigilancia y control que atraviesan la vida onlife. La imagen tiene efectos de pixelado como símbolo político y filosófico, como una estética de la frontera entre lo analógico y lo digital. Este cuerpo humano digitalizado, Laura lo complementa con sus ilustraciones para la Presentación, Póster y Lex Digitalis, en las que configura una iconografía del sujeto digital contemporáneo: espacio social digitalizado y vigilancia y control, en un diálogo directo con la Carta.
En esta edición también aportan reconocidas firmas de artistas visuales ya habituales en nuestras filas: Isabel Albertos, Ana Cuña, Ana Galvañ, Andrea Devia Nuño, Cinta Arribas, Daniel Montero Galán, DAQ, Emma Gascó, Irene Pérez, Juárez Casanova, Kevin Ward, Miriam Persand, Raúl Allen, Sol Undurraga, Sr. García, Van Saiyan, Víctor Coyote y Jeff Benefit.
