23.05.2019

“Esta es una novela de amor, violencia y desarraigo”. Una conversación con Isabel Allende

La chilena Isabel Allende es la autora viva más leída en español, la primera escritora extranjera en recibir el prestigioso National Book Award y una de las personas ilustres que ha sido galardonada de mano del presidente Obama con la medalla de la libertad, el honor más grande que se le puede conceder a un civil en ese país. 

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Isabel Allende visita Madrid con motivo de la publicación de su nuevo trabajo ‘Largo pétalo de mar (Plaza & Janés). Una novela basada en el viaje del Winnipeg, el barco que organizó Pablo Neruda por encargo de Pedro Aguirre Cerda y que trajo a Chile a más de mil refugiados de la Guerra Civil Española. La escritora acudirá a nuestro auditorio para desvelar algunos de los secretos de su literatura, en un encuentro en el que estará acompañada por la periodista Gemma Nierga.

Charlamos con ella justo el día de la publicación de su nuevo libro en nuestro país sobre exilios internos y externos, amores de juventud y amores de madurez, y sobre creación literaria.

Es la primera vez que aborda en una de sus novelas la guerra civil española y el exilio republicano. ¿Cómo ha sido el periodo dedicado a la documentación de los hechos? ¿Hubo algo que le pusiera previamente tras la pista de la travesía del Winnipeg? ¿Pudo entrevistarse con algunos protagonistas?

Isabel Allende–La odisea del Winnipeg ocurrió antes de mi nacimiento, pero en mi infancia supe de ella, porque varios refugiados republicanos eran amigos de mi abuelo y de uno de mis tíos. Más tarde, cuando entré a trabajar en las Naciones Unidas, a los dieciocho años, tuve por jefe a Carmelo Soria, uno de esos republicanos. Tres décadas después fue asesinado por los esbirros de la dictadura de Pinochet. Pero la primera vez que esa historia me atrapó la mente y el corazón fue en Venezuela, cuando yo misma vivía en exilio político. Allí conocí a Víctor, un navegante del Winnipeg, quien me contó su vida. No sabía entonces, por supuesto, que un día me tocaría escribir sobre este tema.

El 8 de enero de 2017 comencé a investigar sobre los viajeros del Winnipeg y las circunstancias que los obligaron a buscar refugio en Chile. La documentación que existe es tan extensa, que en
verdad el único problema que tuve fue seleccionar lo más interesante. También tuve ocasión de
entrevistar a algunos de esos refugiados, que todavía viven.

El Winnipeg zarpó del puerto fluvial de Pauillac la mañana del 4 de agosto de 1939. Y ‘Largo pétalo de mar’ habla de ese traslado de cerca de 2500 refugiados republicanos desde Francia hacia Chile. En su obra se preocupa por las experiencias migratorias, por la relación con su país adoptado y por el desarraigo. ¿Es el tema fundamental también de este nuevo libro?

Isabel Allende–Esta es una novela de amor, violencia y desarraigo. Estos temas han estado presentes en mis tres últimos libros, tal vez porque la tragedia global de inmigrantes y refugiados me conmueve mucho y me toca de cerca. Mi fundación trabaja con organizaciones que ayudan a refugiados, no sólo en los Estados Unidos, también internacionalmente. Yo misma he sido una eterna desterrada, como diría Neruda. Como hija de diplomáticos tuve una infancia itinerante, después viví trece años en exilio y desde hace treinta y dos años soy inmigrante en los Estados Unidos. ¿Dónde pertenezco? ¿Cuáles son mis raíces? ¿Dónde voy a morir? Esas son mis preguntas y las que se hacen los personajes de mi libro.

También es una conmovedora novela de amor…

Isabel Allende–El protagonista, Víctor Dalmau, vive dos amores muy diferentes: una pasión de juventud, que habría de marcarlo, y un matrimonio de conveniencia que se convirtió en el verdadero amor de su vida. Es fácil escribir sobre el amor de los jóvenes, lleno de esperanza, ilusión y futuro. Es más complicado describir el amor maduro y el amor de la vejez, como el que me toca vivir a mí en estos momentos (a los setenta y seis años estoy enamorada), porque a nadie le gusta saber de las pasiones de los viejos. Es un desafío escribir honesta y descarnadamente sobre eso.

Dentro de su extensa carrera como escritora, ¿qué significa para usted ‘Largo pétalo de mar’?

Isabel Allende–Alguien me dijo que esta novela cierra el círculo comenzado con ‘La Casa de los Espíritus‘ hace treinta y siete años. Tal vez hay algo de cierto en eso, porque también es una historia épica, que abarca medio siglo, situada principalmente en Chile, una historia de familias, clases sociales, prejuicios, grandezas y miserias, el golpe militar, el terror de la dictadura, el desarraigo y la fuerza invencible del amor.


«¿Dónde pertenezco? ¿Cuáles son mis raíces? ¿Dónde voy a morir? Esas son mis preguntas y las que se hacen los personajes de mi libro.»


Su libro está dedicado a “Víctor Pey Casado y a otros navegantes de la esperanza”. ¿Nos cuenta brevemente quién fue Víctor Pey?

Isabel Allende–Conocí a Víctor Pey en los años setenta en Venezuela, como dije antes, y nos hicimos muy amigos. Estuvimos siempre en contacto, al comienzo por carta, después cuando yo lo visitaba en Chile, y finalmente por correo electrónico. Era un joven de veinte años cuando fue seleccionado por Pablo Neruda para emigrar a Chile con parte de su familia. En Chile trabajó con mucho éxito, se casó, tuvo tres hijas y aunque nunca perdió su acento ni su temple de buen catalán, se adaptó completamente en su nueva patria. Era amigo personal de Salvador Allende, con quien solía jugar ajedrez, y de Pablo Neruda, a quien tuvo que esconder en su casa cuando el poeta fue perseguido por ser comunista.

Tuvo que exiliarse por segunda vez en 1973 para escapar de la represión desatada por el golpe militar, pero diecisiete años más tarde, cuando cayó la dictadura, regresó a Chile. Era guapo, inteligente y algo misterioso, un luchador. Tenía 103 años y todavía manejaba su automóvil para ir por las mañanas a su oficina.

Murió una semana antes de que yo alcanzara a mandarle el manuscrito de Largo Pétalo de Mar dedicado a él. Lo echo de menos… Creo que le habría gustado acompañarme al lanzamiento de la novela.

Las citas a Pablo Neruda guían los capítulos del libro. También el título de la novela es un homenaje a un verso del poeta. Él fue el encargado de llevar a los españoles refugiados a Chile. ¿Cómo de importante ha sido su poesía para usted?

Isabel Allende–He vivido muchos altibajos en mi larga existencia, me he movido para allá y para acá, he comenzado de cero varias veces y he tenido que dejarlo todo atrás, para nunca más recuperarlo, sin embargo hay dos libros que siempre me han acompañado. Uno son las obras completas de Shakespeare, que me regaló mi padrastro cuando cumplí diez años, y el otros son las obras (incompletas) de Neruda. Ambos libros están muy viejos, a punto de deshacerse como hojarasca.

Vivo en inglés y escribo en español, eso significa que a menudo me falla la gramática y se me olvidan giros y palabras esenciales en mi propio idioma. Entonces, como inspiración, leo a Neruda en voz alta. Así recupero el vocabulario y las imágenes de Chile.

En estos tiempos hay un sentimiento feminista muy fuerte contra Neruda, porque abandonó a su hija, en sus memorias confiesa haber violado a una mujer y varios de sus versos son machistas. Comprendo que eso ofende, pero no se puede eliminar la obra por las fallas personales del autor. En ese caso habría que extender esta forma extrema de censura a todos los escritores, pintores, músicos, científicos, filósofos, etc. Nos quedaríamos con muy poco y perderíamos obras maestras de la cultura universal.


«Es fácil escribir sobre el amor de los jóvenes, lleno de esperanza, ilusión y futuro. Es más complicado describir el amor maduro y el amor de la vejez.»


Una curiosidad: ¿cuál es su método a la hora de enfrentarse a la escritura? ¿Escribe cada día varias horas?

Isabel Allende–Cuando me embarco en un proyecto escribo varias horas todos los días, incluso los domingos, a solas y en silencio en lo que llamo mi cuchitril, aunque en verdad es un ático bastante agradable con vista a una laguna. Pero una vez que termino el libro, por lo general paso un año pensando en el que viene, investigando, promoviendo el que se acaba de publicar, revisando traducciones y otras labores indispensables en este oficio.

En 2018 pasó a ser la primera escritora en lengua española premiada con la medalla de honor del National Book Award, en los Estados Unidos. ¿Qué significó ese premio para usted?

He recibido algunos premios significativos y ese es uno de ellos. El Premio Nacional de Literatura en Chile me valió el respeto que mi país no da fácilmente. La Medalla de la Libertad, el más alto honor que puede recibir un civil en los Estados Unidos, me hizo sentir que finalmente pertenezco en el lugar donde vivo. Y hay varios otros que también me emocionaron mucho cuando los recibí, pero en realidad el premio más importante para mí es el cariño y la lealtad de mis lectores.

Ahora, como gran dama de las letras y autora reconocida, echando la vista atrás, ¿considera que fue difícil para usted hacerse un hueco dentro de tantos autores masculinos?

Cuando se publicó ‘La Casa de los Espíritus’ se dijo que yo era la única mujer del boom de la Literatura Latinoamericana. Después se dijo que no, que soy post-boom, vaya una a saber qué es eso. Las mujeres han estado escribiendo en español desde Sor Juana Inés de las Cruz en el siglo XVII, pero han sido sistemáticamente silenciadas o ignoradas por el patriarcado. Por suerte eso ha cambiado. Hoy los editores saben que las mujeres compran y leen más ficción que los hombres y al menos comercialmente las autoras han ganado su espacio. Sin embargo, todavía tenemos que hacer el doble de esfuerzo que cualquier varón para obtener la mitad de reconocimiento en el plano intelectual y literario. La crítica nos trata con gran severidad, nuestros libros rara vez se enseñan en las universidades y nuestros colegas nos excluyen. Hay que darle tiempo al tiempo, como decía mi abuela. El terreno ganado, ganado está.

Por Adriana Herreros