19.03.2018

Guía para practicar la felicidad de las pequeñas cosas

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Nos empeñamos en quimeras imposibles. Olvidamos que la reunión de todos los momentos presentes constituye, al fin y al cabo, nuestra vida en términos globales. Quizás por eso España ocupa el puesto 36 en el ránking de naciones más felices, según el Informe Mundial de la Felicidad 2018, y países como Dinamarca, Finlandia o Noruega se sitúan en las primeras posiciones. En ellos se ha establecido un culto a los detalles, al ambiente, a los recuerdos y a los lazos que supone toda una filosofía – el hygge– y que se centra en buscar la felicidad en las pequeñas cosas.

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Con la excusa del Día Internacional de la Felicidad y de la charla entre investigadores sobre esta temática organizada en nuestro auditorio, hemos creado una pequeña guía basándonos en las palabras de Meik Wiking, director ejecutivo del Instituto de Investigación sobre Felicidad, sobre el hygge, un término ligado al bienestar que, en realidad, tiene mucho que ver con el sentido común y con pararse a escuchar las verdaderas necesidades humanas. Comenzamos.

No olvides el aquí y ahora.
Es una de las premisas básicas del hygge. Probablemente la fundamental. Debes saborear el momento presente. Por suerte, esta filosofía va muy unida a la humildad, la modestia, la lentitud… y la calidad. El hygge se puede lograr, además, con muy poco dinero.

Busca siempre sentirte a gusto.
¿Cómo hacerlo? Una buena manera es encontrar un rinconcito en el que te sientas cómodo, ya sea en casa, en un café, en la oficina o en un lugar familiar. A lo mejor puede estar situado cerca de una ventana desde la que puedas ver a la gente pasar, al lado de una chimenea, o en un sofá rodeado de una lámpara con una iluminación cálida o unas velas. Los elementos decorativos como mantas y cojines también ayudan a crear una atmósfera muy especial que se completa con otros objetos de cuidadas texturas como cerámica o madera.

Piensa qué necesitas. Quizás sea algo sencillo.
Seguro que un té o un café caliente puede hacerte sentir mejor. No olvides en tu día a día que una taza calentita entre las manos siempre reconforta, sube el ánimo y da energía. Por supuesto, también un buen dulce. De hecho, “el hygge consiste en ser amable con uno mismo, dándote un capricho y otorgando a los demás y a ti mismo un descanso de las exigencias de la vida sana”, dice Meik Wiking.

Los dulces, las tartas, los pasteles… ¡Qué placer! Curiosamente los finlandeses, los más felices según el World Happinnes Report 2018, son los europeos que más dulces consumen con diferencia, ya que superan la media europea en más del doble. Sin embargo, que nadie piense que estamos al borde de inducir al fast food porque todo lo contrario. Practicar la felicidad de las pequeñas cosas va unida a esa sensación única provocada por un maravilloso plato hecho a fuego lento con todo el sabor de la tradición. Quizás por eso el homemade -hecho en casa- es también uno de los puntos fuertes de esta corriente.

Despreocúpate.
Actúa siempre de manera natural, tal y como eres. Si además puedes rodearte de naturaleza, eso siempre ayuda, ya que es capaz de transformarnos, de sacar lo mejor de nosotros. Dice Meik Wiking que “cuando estamos cerca de la naturaleza no nos engulle el uso de la electrónica o el hacer malabarismos entre un amplio espectro de opciones. No hay lujos ni extravagancias, solo buena compañía y buena conversación”. Tampoco es casual la tendencia de decorar nuestras casas con jardines verticales, cactus en bonitos tiestos de cerámica o kokedamas, plantas dentro de macetas vivas que recrean su hábitat original. Todo nos ayuda a sentirnos más conectados, más espirituales.

Busca la nostalgia y apela a los recuerdos. 
¿Se te ocurre un plan mejor y más barato que una tarde familiar jugando a juegos de mesa o haciendo mermelada y pan casero? Lo mejor es que además se puede convertir en una tradición y esos mismos elementos (juegos, bizcochos o mermeladas) te llevarán en un futuro de vuelta a esas reuniones o encuentros tan felices.

Cultivar las tradiciones y rodearte de elementos nostálgicos es también muy gratificante. Es bonito, por ejemplo, contar con elementos decorativos familiares (tazas de porcelana antiguas, lámparas, colchas) y también con muebles vintage con historia y marcas del paso del tiempo.

Rodéate de gente.
Para Meik Wiking, el mejor indicador de si somos felices o no son nuestras relaciones sociales. De hecho, el 60% de los europeos se relacionan con amigos, familiares o compañeros como mínimo una vez por semana mientras que la media en Dinamarca es del 78%. El investigador danés recuerda también que el “tiempo compartido con los demás crea un ambiente cálido, relajado, agradable, centrado, cercano, confortable, cómodo y acogedor. En muchos sentidos es como un buen abrazo, pero sin el contacto físico”.

En su libro refleja también la importancia de las relaciones estrechas en las que se comparten pensamientos, sentimientos y apoyo.

Y de mascotas 
¡Ay… los abrazos y los mimos! ¿Por qué será que nos encantan? Pues bien, existe una explicación científica al respecto: el contacto libera una neurohormona llamada oxitocina y esta nos hace sentirnos más felices, tener menos estrés, menos miedo y menos dolor. Ese es el motivo por el que nos encanta también acariciar a nuestras mascotas. Hacerlo tiene el mismo efecto que acariciar a una persona.

Por último, recuerda:
“El producto nacional bruto no tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de la educación, o la alegría de sus juegos. No incluye la belleza de la poesía ni la fortaleza de nuestros matrimonios; la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros funcionarios públicos… En resumen, lo mide todo excepto lo que hace que la vida valga realmente la pena”

Robert Kennedy

Por Ylenia Álvarez