Esztergom – Budapest (Hungría). Del 20 al 22 de julio.
Por Claire Martin.
Esztergom – Budapest (Hungría). Del 20 al 22 de julio.
Por Claire Martin.
Tras dos semanas de viaje, todos estábamos exhaustos. El calendario había sido una locura, más lo que habíamos previsto. Por algún motivo, cuando planificamos el viaje (fotografiar creando material personal, organizar eventos de crítica de fotografías, las proyecciones nocturnas, conducir cientos de kilómetros cada dos días, dormir en habitaciones de hotel, alimentar el blog, hacer fotos para los patrocinadores y una larga lista…) nos pareció que era un plan perfectamente factible. La realidad es que, sí, se podía lograr… pero a cambio de acabar agotadas. Las fotógrafas, aunque cansadas, parecían haberle pillado el tranquillo al viaje. Pero claramente había llegado ese momento en el que simplemente todas necesitábamos un buen sueño reparador en Esztergom.
Esztergom era preciosa. Es una ciudad de un tamaño ideal: pequeña, mona y accesible, pero con todo el carisma y oferta cultural de una gran ciudad. De hecho, ha sido uno de los lugares más bonitos que he visto en todo el viaje. El camión estaba aparcado justo delante de la impresionante basílica, que descansa en lo alto de una colina viendo pasar el río Danubio. Ya habían llegado los medios de comunicación y un grupo ecléctico de gente estaba disfrutando de la exposición en el camión cuando yo llegué. Hacía buen tiempo y todo iba sobre ruedas. Conocimos a nuestro maravilloso anfitrión Misha, que nos organizó casi todo y que parecía controlar toda la ciudad. Esztergom puede que parezca una ciudad tranquila que está a media hora de Budapest, más conocida por su preciosa basílica, pero si por casualidad te cruzas con Misha allí, verás que también es un lugar para la fiesta, el arte y el ambiente caleidoscópico. Aun así, en ese momento, nosotras seguíamos con la idea de dormir hasta que el cuerpo dijera basta.
En palabras de Inge Morath, “a las 2 de la mañana, el sueño finalmente me evade. Me levanto y me voy afuera”. No sé lo que hacía que Inge sufriera esas noches de insomnio. Supongo que su mente no conocía el descanso y estaba todo el rato pensando sobre todas las posibilidades fotográficas que traería la noche o el día siguiente. En muchas ocasiones yo me he quedado despierta de noche, cuando mi cabeza giraba y giraba pensando en mis planes para fotografiar o en las fotos que había hecho. Pero esta noche, el insomnio se debía a un motivo diferente. Se trataba de la ‘rave’ que estaban celebrando abajo en honor a la exposición Danube Revisited. Nuestro consagrado anfitrión Misha había invitado a toda la ciudad a una fiesta hasta el amanecer para celebrar nuestra llegada.
Madre mía… Una vez nos rendimos al incontrolable flujo de los acontecimientos y aceptamos que sería el viaje el que nos haría avanzar, a veces incluso en contra de nuestra voluntad, como las aguas de un poderoso río, pudimos disfrutar de lo increíble que era. Entre las 2 y las 5 de la mañana, nos dejamos cuerpo y alma en la pista de baile y nos rendimos solo cuando la fiesta decayó un poco. Fue una de las noches más divertidas de todo el viaje. Como dice el dicho, ya dormirás cuando estés muerto (o cuando llegues a Budapest).