La corrala LA CORRALA, EL BLOG DEL EQUIPO EDUCATIVO
19.05.2016

¡Inge Morath me fotografió!

Nos encontrábamos en Nibelungenplatz, una céntrica plaza de Passau. Inge Morath había estado allí en 1995 y ahora nosotras habíamos tomado su testigo para llevarlo al presente de ese pueblo fronterizo alemán por el que el Danubio, que no entiende de naciones, cruza a Austria.

Passau, Germany, 11 y 12 de julio
Por Lurdes R. Basolí.

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El camión se había convertido en el punto de encuentro y reunión para todas nosotras. Yo hacía poco que había vuelto de fotografiar a unos pescadores rusos en un fotogénico Danubio industrial. Era 11 de julio de 2014 y llevábamos tan sólo cuatro días de viaje y ninguna frontera cruzada. Ese día nos encontrábamos en Nibelungenplatz, una céntrica plaza de Passau. Inge Morath había estado allí en 1995 y ahora nosotras habíamos tomado su testigo para llevarlo al presente de ese pueblo fronterizo alemán por el que el Danubio, que no entiende de naciones, cruza a Austria.

No recuerdo exactamente qué estábamos haciendo. Arreglar algún vinilo de la exposición del interior del camión -siempre había algo que reparar-, charlar con alguno de nuestros nuevos amigos, tal vez. De repente oí una voz desde afuera que gritaba “Inge Morath photographed me, Inge Morath photographed me!”.

Inmediatamente después una mujer corpulenta saltaba con una agilidad imposible las altas escaleras que habíamos construido para dar acceso al interior del camión, esto es, la exposición fotográfica. Seguía gritando a los cuatro vientos y con fuerte acento alemán que ella había sido fotografiada por Inge Morath. Sorprendidas e impacientes nos ahorramos las formalidades y nos pusimos a buscar en el libro “Donau” (Donau es Danubio en alemán) la fotografía donde esta extravagante señora posaba para nuestra homenajeada fotógrafa. Efectivamente, ahí estaba, mucho más joven por supuesto, pero con la misma fuerza. Era Barbara Dorsch, una artista total, una líder con talento, una mujer hecha a sí misma. Nació el 1955 en Passau y allí seguía viviendo hoy.

Después de hacer la fotografía de grupo pertinente y de reír un rato, comenzó a cantar mientras una espontánea local la acompañaba con la armónica. No sé si se conocían, da igual, eso era magia. Al pie de nuestra cuidada exposición, cuando empezaba a caer la noche y con las fotografías de Inge Morath como testigo en blanco y negro, estábamos cerrando un ciclo. Después de tanto trabajo, nos llegaba una gran recompensa: las fotografías volvían a su origen, en la orilla del Danubio.

DRmakingoA la mañana siguiente fuimos a desayunar a su casa. Cuando llegamos había preparado amorosamente una mesa con abundante comida de todo tipo y mucho café; ella ya sabía que éramos muchas a bordo. Nos comunicábamos como podíamos. Alrededor de la mesa, además de nuestra anfitriona alemana, conversábamos una italiana, una mexicana, una española, dos norteamericanas y una niña de un año y medio que apenas balbuceaba (la única alemana de nuestro grupo tenía demasiado trabajo y no nos pudo acompañar). Así que al terminar el desayuno nos condujo a su estudio dónde había un piano, una biblioteca llena a rebosar y muchas fotografías, algunas enmarcadas, otras curtiéndose sin protección.

Nos mostró con orgullo copias de época en la que aparecía jovencísima, bellísima. No podías dejar de imaginarte cuan locos debía haber vuelto a los fotógrafos. También encontró la gemela de la imagen del libro en la que posaba para Morath. Era una copia de época de la misma escena, en ese viejo teatro, pero en este caso el plano se ampliaba para dar cabida a otras personas, incluida Inge. Hoy lo llamaríamos “making of”. Probablemente ere una instantánea hecha en el laboratorio por nuestra fotógrafa de Magnum y ésta se le había regalado.

De nuevo nos sedujo con su música, esta vez acompañándose de su piano. Tiene una voz muy poderosa. Mientras ella cantaba al Danubio yo me sentía inmensamente agradecida por aquella fotografía.