La corrala LA CORRALA, EL BLOG DEL EQUIPO EDUCATIVO
17.05.2016

Preparando el camión

(Antes comenzar a leer: en este blog, las fotógrafas de la exposición Tras los pasos de Inge Morath. Miradas sobre el Danubio cuentan el viaje que realizaron por el río más largo de Europa siguiendo los pasos de Inge Morath, la primera mujer fotógrafa de la agencia Magnum. Su proyecto ‘Danube Revisited’ fue un recorrido por el Danubio con un camión-galería que ofrecía proyecciones y muestras ambulantes mientras las fotógrafas capturaban las historias del río con sus cámaras, reviviendo los pasos de la fotógrafa austríaca.

Ahora, en este blog de viajes, varias de las autoras narrarán su experiencia en primera persona en exclusiva para la web del Espacio Fundación Telefónica. Cada martes y cada jueves publicaremos una nueva entrega de la historia)

Wedemark (Alemania). Del 2 al 4 de julio.
Por Olivia Arthur.

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Llevábamos hablando de él durante casi dos años, así que fue muy emocionante ver por primera vez nuestro camión. También iba a rencontrarme con Lurdes, a la que no veía desde aquella vez en Salzburgo, hacía muchísimo tiempo, cuando coincidimos algunas de las galardonadas con el Inge Morath Award para una exposición. Recuerdo que tras todos esos días en Salzburgo y ya con la vaga idea de hacer un viaje por carretera instalada en nuestras mentes, yo había escrito algunas dedicatorias en el libro que acaba de publicar donde ya mencionaba que íbamos a hacer una «aventura Inge Morath». No sé si en realidad estaba convencida del todo pero el hecho es que, dos años después, ahí estábamos, con un camión vacío y la financiación necesaria para tomar rumbo al Mar Negro.

Nos encontrábamos en Spedition Ebeling (la empresa logística que patrocinaba el camión) rodeadas de mecánicos, conductores y vehículos mucho más grandes. Nos sentíamos un poco como niñas. Sentadas en la cabina, empezamos a probar el elevador automático para los escalones de la parte trasera. ¿Se parecía eso a una galería? ¿La gente iría a ver nuestra exposición? No teníamos ni idea. En principio, teníamos vínculos con galerías, instituciones y otras entidades a lo largo del viaje (que se encargaba de coordinar María), pero no teníamos ni idea de si éstos nos acercarían al público.

El primer paso era convertir el camión en una galería. El diseñador tuvo la idea de dividir el camión en dos espacios, creando una zona donde se expondrían el viaje, el proyecto y los nombres de todos aquellos que aportaron su generosa ayuda al proyecto a través de Kickstarter. En la otra zona habría un mapa y un enorme panel en blanco que se podía desdoblar para convertirlo en pantalla donde proyectar nuestras presentaciones al atardecer. Era un diseño inteligente. El interior incluía también un sistema de suspensión magnético para colgar unas lamparitas pequeñas que pudieran iluminar la exposición. Yo me puse a trabajar en unos escalones lo suficientemente anchos y estables para que la gente pudiera entrar en la galería sin miedo. También montamos una estantería en la parte trasera del camión para mostrar los libros. Nos bastó un viaje a Ikea para hacernos con las mesas y sillas para el proyector, minitaburetes para los espectadores y cajas para guardar todo el material durante el viaje.

  • Preparando el camión

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    Preparando el camión

Algo que a menudo la gente se pregunta cuando explicamos el proyecto es si nosotras viajábamos a bordo del camión. Viendo el interior del camión, sería una locura imaginar algo así, pero es una pregunta lógica. A menudo sí lo usábamos para meter nuestras maletas cuando el resto de coches estaban llenos. Puede parecer una solución practiquísima, pero creó algún que otro contratiempo: las fotógrafas acababan en un lugar y sus maletas en otro, un pasaporte atravesó la Unión Europea sin su dueña que tuvo que dar la vuelta hasta la frontera.

En tan solo dos días estábamos listas, lo habíamos preparado todo. Solo faltaba conocer a la conductora. Yo estaba nerviosa; solo habíamos hablado por Skype. Encontrar a una fotógrafa joven que además tuviera licencia para conducir un de camión parecía imposible (gracias a Alex Majoli por presentárnosla), pero que además tuviera un carácter afable, amigable y que encajara en el proyecto era como pedir la Luna (¡y afortunadamente la encontramos!). A la mañana siguiente, Chiara, el camión Pony (¿cuándo lo bautizamos?) y Lurdes en la cabina empezaron la ruta de setecientos kilómetros desde el norte de Alemania, hasta el nacimiento del Danubio, donde empezaría el verdadero viaje.