16.05.2013

Demuestre usted que no es un Replicante

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[…]

Holden: Está usted en un desierto, caminando por la arena, cuando…

León: ¿Eso ya es el test?

Holden: Sí. Está usted en un desierto, caminando por la arena, cuando de repente…

León: ¿En cuál?

Holden: ¿Qué?

León: ¿Qué desierto?

Holden: El desierto que sea. No importa. Es hipotético.

León: ¿Y por qué iba a estar allí?

Holden: Quizás porque usted está harto, o quiere estar solo. Quién sabe. Mira hacia abajo y ve un galápago que se arrastra hasta usted.

León: ¿Un galápago? ¿Qué es eso?

Holden: ¿Sabe lo que es una tortuga?

León: Claro.

Holden: Pues lo mismo.

León: Nunca he visto una tortuga…. Pero le comprendo a usted.

Holden: Se agacha usted y pone el galápago patas arriba, León.

León: ¿Se inventa usted esas preguntas, señor Holden, o se las dan escritas?

Holden: El galápago yace sobre su espalda con el estómago cociéndose al sol y moviendo las patas para darse la vuelta, pero sin su ayuda no puede. Y usted no le ayuda.

León: ¿Qué quiere decir que no le ayudo?

Holden: Quiere decir que no le ayuda. ¿Por qué es así, León? Sólo son preguntas, León. El Test Voight-Kampf  está hecho para provocar una respuesta emocional. ¿Quiere que sigamos? Descríbame, con palabras sencillas, sólo las cosas buenas que le vienen a la mente… acerca de su madre.

León: ¿Mi madre?

Holden: Sí.

León: Le voy a hablar de mi madre….

[León saca una pistola y…]

 

Así comienza Blade Runner (SCOTT, 1982), film apocalíptico y decadente ambientado en un futuro no muy lejano donde cohabitan con los humanos unos androides –los replicantes— con apariencia física idéntica a la nuestra creados en su día como mano de obra esclava que se acaban revelando contra la raza humana. Estos replicantes son, como digo, exactamente iguales a los humanos con una salvedad: carecen de sentimientos, por lo que la mejor manera de dar con ellos y eliminarlos es someterlos al Test Voight-Kampf, lo que viene siendo un Captcha, vamos, que literalmente significa: «Test de Turing público y automático para diferenciar máquinas y humanos»

Porque ríete tú de los captchas imposibles que estamos acostumbrados a ver por ahí y que muchas veces nos sacan de quicio. Y esa falta de respeto, “demuéstreme usted que no es una máquina” dicen algunos, ¡habrase visto! Menos mal que por lo menos humor no les falta y muchas veces nos sorprenden con curiosas combinaciones y los hay algunos verdaderamente originales.

Pero volvamos a los replicantes, esos pobres seres sin sentimientos, con la muerte programada (con 4 años de vida salían de fábrica), incapaces de sentir, de amar, de ponerse en el lugar del otro… Tal vez no estaría mal que los captchas evolucionasen a test emocionales como el de la peli, a preguntas sencillas como ¿qué haría usted si le pidiesen ayuda? o ¿amó, realmente, alguna vez? o bien ¿es consciente del daño que pudo causar aquella vez?… Aunque, pensándolo bien, lo mismo nos llevábamos más de una sorpresa desagradable respondiendo a preguntas así al descubrir que, en ocasiones, nosotros también somos replicantes.

Por cierto, la foto que encabeza el post es de Josef Koudelka, que era realmente de quien quería hablar en este post, pero eso ya tendrá que ser otro día.

 

Zeques

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