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Actividades Rafael Lozano-Hemmer: “Investigar la vida artificial es investigarnos a nosotros mismos”
El próximo 14 de abril el artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer inaugura su nueva exposición en la planta 4. En esta entrevista, el artista nos ha explica qué le ha llevado a crear cada una de las obras, reflexionando sobre la importancia del vonculo entre el arte y la tecnología.
El próximo 14 de abril el artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer inaugura su nueva exposición en la planta 4. En esta entrevista, el artista nos ha explica qué le ha llevado a crear cada una de las obras, reflexionando sobre la importancia del vonculo entre el arte y la tecnología.
“Rafael Lozano-Hemmer: Abstracción Biométrica” es la exposición que ocupará la cuarta planta del Espacio Fundación Telefónica del próximo 14 de mayo al 12 de octubre.
La muestra, que ya estuvo expuesta en el Borusan Contemporary de Estambul, reúne diez piezas del artista mexicano y cocreador del Concurso Internacional de Arte y Vida Artificial VIDA, Rafael Lozano-Hemmer.
Diez piezas con las que interaccionar, experimentar y, sobre todo, sentir que tienen a la biométrica como nexo común y a los propios espectadores como auténticos protagonistas.
La pregunta es fácil: ¿Puede la biometría (del griego bios vida y metron medida) ser arte? Hemos hablado con Rafael Lozano-Hemmer y, tras escucharle, les aseguramos que sí, no hay duda:
Inauguras Abstracción Biométrica, una nueva exposición en esta, ya casi, tu segunda casa. No seas abstracto, por favor y dinos qué se esconde tras ese título.
Esta es una exposición que tiene diez instalaciones, cada una de ellas incompleta; son obras en las que el contenido es generado por la participación del público.
Las obras escuchan, observan, sienten al público, graban sus comportamientos y luego esas grabaciones son el contenido de la obra en sí mismas.
Estamos utilizando tecnologías biométricas como pueden ser el reconocimiento de rasgos faciales, detección de ritmo cardiaco, sistemas de captura del aliento y, luego, utilizándolas para crear experiencias colectivas. Es decir, ir del retrato entendido como la posibilidad de grabar a una persona y convertirla en una especie de paisaje.
La primera pieza de la exposición se llama Almacén de Corazonadas y lo que hace es precisamente grabar el latido del corazón de la persona, lo convierte en luz, con ésta ilumina una bombilla y, cuando tu añades tu propia grabación la habitación guarda los últimos 100 latidos que se han grabado y así, mientras el espectador camina por la instalación, está rodeado por los signos vitales de los últimos 100 participantes.
Casi todas las obras de la exposición comparten esta idea de que el espectador forma parte de la experiencia, crea la propia experiencia.
Unos ojos que arden, bombillas que se iluminan con los latidos del corazón… ¿Cuál de todas las instalaciones que van a poderse ver en la exposición es tu favorita?
Para esta exposición tenemos una instalación en primicia: Respiración Circular y Viciosa que, por primera vez, se va a poder ver aquí en España, y que consiste en una cámara completamente sellada herméticamente que le permite al público respirar la respiración ya “usada” de los participantes previos.
Esta experiencia refleja el hecho de que compartimos un único espacio todos, un espacio limitado y a mi me parece fundamental ya que, por ejemplo, a nivel medioambiental compartimos el acceso al agua, a la tierra, al aire y, en cuanto limitas por ejemplo ese aire se empiezan a amplificar las diferencias, la gente comienza a sentir una sensación de responsabilidad hacia lo común.
También el aspecto del aliento resulta muy interesante porque lo privado, lo que tienes dentro de tu cuerpo, de repente se hace público. El hecho de subrayar que el aliento se comparte es una idea simbólica cargada de significado.
Creo que podemos adivinar tu respuesta pero… ¿Puede realmente la tecnología ser arte?
La tecnología no es un objeto o una herramienta, es un lenguaje. Estamos ante una cultura tecnológica; no existe manera de imaginar el mundo actual sin tecnología. No es algo opcional. Yo siempre explico que trabajo con tecnología no por hacer algo nuevo u original, sino porque es algo inevitable. Para mí hablar de tecnología es como hablar del lenguaje. ¿Se puede hacer arte con el lenguaje? Sí, se llama poesía. Y por lo tanto, lo mismo ocurre con la tecnología.
Te auto sitúas más cerca de las artes escénicas que de las artes visuales. ¿Qué te lleva a esta afirmación?
Después de finalizar mi licenciatura en Química, comencé a trabajar en artes escénicas, en teatro y performance y eso ha marcado un poco mi desarrollo posterior. A mí lo que me gusta mucho de comparar lo que hago con las artes escénicas es que mi obra no está basada en el espacio ni en el tiempo; está basada en el evento.
El arte visual es casi perenne; intentamos que una pintura o una escultura duren para siempre, se pueda coleccionar, etc. Sin embargo en las obras de arte interactivo, lo teatral prima porque es la acción la que genera la obra, es el momento específico de participación el que le da sentido a la pieza: Es decir, sin el público no hay actores y sin actores no hay obra. Para mí las obras son momentos efímeros.
Luego además hay un tema logístico; yo no soy un artista que trabaja solo, en su estudio. Yo soy todo lo contrario a, por ejemplo, el pintor realista español Antonio López: él responde al dibujo del artista inspirado, que trabaja de forma solitaria, etc. Yo trabajo con un equipo fijo de diez personas, más un gran número de colaboradores y todos manejamos una forma de producir muy teatral: hay un director, que soy yo, pero luego hay actores, compositores, iluminadores, técnicos, etc. De hecho, en mis exposiciones siempre hay unos créditos en los que aparecen todos los que forman parte del equipo y eso es claramente propio de las artes escénicas.
La interacción del público con la plataforma/obra y, al mismo tiempo, con el resto de espectadores. ¿Podría ser esa la clave de tu obra? Y si es así, ¿no es ese el mejor camino de democratizar el arte y, de paso, la ciencia?
Hace poco en el periódico Le Monde me tildaban como un “megalodemócrata” y me gustó, la verdad en cuanto a lo que se refiere a crear espacios para la auto representación. Sin embargo, yo realmente prefiero alejarme del termino democracia porque uno de sus problemas es que, como sabemos, está basada en unos promedios y votaciones que te dan unas mayorías que, por definición, precisamente lo que eliminan son los comportamientos minoritarios excéntricos de las minorías que, además, artísticamente suelen sor los más interesantes. Entonces, sí, democrático sí en el sentido de que el publico es parte integral de la obra de arte pero también excéntrico.
El problema de la palabra democracia es que detrás de ella está la idea de dar poder a la gente, al público y esto existe en muchas de mis obras pero claro hay otras como Respiración Circular y Viciosa en las que tu participación, si participas demasiado, puede ser perjudicial. No estamos precisamente intentando darte poder sino que te cuestiones las cosas, que te provoque dudas… Lo que desde siempre ha sido la razón de ser del arte. El arte bueno es el que te hace pensar y no necesariamente el que te da poder.
Fuiste uno de los fundadores del Concurso VIDA. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión? Y 15 años después, ¿qué balance harías?
Sinceramente, el Concurso VIDA surge de una evidencia: la necesidad de apoyo que tenían (y tienen) los artistas independientes y más en este ámbito, el del arte tecnológico, en el que es imprescindible un apoyo institucional para tener acceso a procesos, a formación, a herramientas, etc. Así que pensamos que la forma más rápida, sencilla y transparente de dar una ayuda económica a esos artistas era un concurso.
Eso sí, el concurso en lugar de hacerlo generalizado sobre arte y tecnología que ya había varios internacionales sobre el tema decidimos enfocarlo en uno de sus campos: el arte con vida artificial y entendido no de forma literal sino metafórica: robots, virus, ecosistemas virtuales, etc.
La trayectoria de estos quince años a mi me parece más que positiva y, sobre todo, destacaría la diversidad de las obras: entre los ganadores de todos estos años encuentras piezas perversas, esperanzadoras, que tratan de la vida, de la muerte, la política, el medio ambiente…
Y ese es precisamente el objetivo que todos buscábamos: que las obras sorprendan cada año, que no respondan siempre a un canon determinado sino que creen cánones nuevos.
Mi segunda reflexión es que el arte tecnológico se ha normalizado a lo largo de estos años; ya no es simplemente algo novedoso es una responsabilidad que tenemos los artistas. Si esta es la realidad en la que vivimos, en la que comemos carne ya procesada, vegetales que la genética ha cambiado, un medio ambiente amenazado… el artista tiene que responder a esta realidad, no es algo que no vaya con nosotros.
Somos entes de vida artificial; investigar la vida artificial es investigarnos a nosotros mismos.
¿Cómo animarías a la gente a que venga a ver la exposición?
Esta es una exposición monográfica que tiene un temática única, la biometría, pero que recoge obras de hace mucho tiempo. Hay una instalación que es de 1992, lo que podríamos considerar la prehistoria del arte tecnológico. Así, visitar Abstracción Biométrica es también visitar la evolución del arte tecnológico.
Realmente, mi mejor deseo es que la gente venga pero no a ver lo que hacen las máquinas sino a participar, a interactuar con las obras y, sobre todo, con el resto de espectadores.
Si quieres conocer más sobre la obra del artista Rafael Lozano-Hemmer, no te pierdas su conferencia en la inauguración de la exposición, el próximo 13 de mayo a las 19:30 horas. Puedes reservar tu entrada gratuita al final de esta página o en Ticketea.