20.07.2016

‘Aladdin Toys’. Los juguetes de Torres-García

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Abordamos una de las facetas más únicas e interesantes dentro del apabullante universo creativo del pintor Joaquín Torres-García: su producción de juguetes desmontables.

El pintor uruguayo es uno de los artistas más significativos que forman parte de la Colección Telefónica.

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Torres-García  fue un artista obsesionado por la infancia como concepto filosófico. Su pensamiento (y su obra) giraba en torno a la idea de poder volver a una infancia de la humanidad y a una infancia de las formas, a esa anhelada arcadia. La producción de juguetes rindió homenaje a esa obsesión y supuso además para el artista uruguayo un laboratorio de ensayo moderno: en su cualidad transformable descubrió que toda forma lo es, que la vida de las formas reside en su transformación incesante.

Joaquín Torres-García comienza a crear sus primeros juguetes de madera pintada, como una forma de ganarse la vida con algo que fuera artístico y, a la vez tuviera una salida comercial.

Formalmente, emprende su producción en Barcelona en 1918, donde constituye la Sociedad del Juguete Desmontable junto a Francisco Ramblà, fabricante e industrial catalán. Y es allí, en Barcelona donde realiza varias exposiciones de juguetes y presenta la patente de su “invención para un sistema de balancines para movimientos oscilantes y de traslación”, el origen de los entrañables caballitos-balancín.

Se trata de robustos objetos de madera, un material noble, natural y resistente. Juguetes esquemáticos, someros, que eran además desarmables y adaptables para así estimular la creatividad de niños y niñas.

Imita a los niños: juega

En julio de 1922, Torres-García se traslada a Italia con la idea de continuar la realización de juguetes y exportarlos bajo la marca ‘Aladdin Toys’. Asociado también  al artista holandés Bueno de Mesquita, residente en Florencia, trabaja en la exportación de juguetes para la casa holandesa Metz Co. y a otras filiales del continente.

El año clave en este proceso de internacionalización es 1924, cuando firma un contrato en Nueva York para crear su propia fábrica de juguetes. Ahí comienza la producción a gran escala de ‘Aladdin Toys’, esos juguetes de madera donde explora la noción de una estructura transformable, una idea que informaría gran parte de su arte por venir, tanto sus pinturas como sus esculturas.

El artista confiesa entonces: «yo vuelvo a animarme a trabajar, después de tanto tiempo de no pintar nada. Los juguetes me arrastran a eso. Porque es lo mismo que lo otro. Al fin creo que habré hallado algo que, a pesar de dar dinero, –si es que lo da– me hará feliz hacerlo. ¡Todo es juguete y pintura!…».

Los juguetes pasan a ser una razón de alegría, en aquellos tiempos de tragedia y guerra, de pobreza y escasez; piezas clave para entender su obra que respondían a la misma razón plástica de la pintura, a la misma investigación formal.

Los juguetes –figuras de infancia en un artista fascinado por la infancia de las formas– fueron también, para él, la infancia de su escultura y como tal generarán un repertorio similarmente antropomorfo, esquemático que constituirá su lenguaje, su personalísimo estilo constructivo.

Tras dos años de trabajo en Italia, decide mudarse al sur de Francia donde al poco tiempo se entera de que un incendio había destruido los almacenes de la compañía Aladdin Toys Co., en Estados Unidos, con toda la producción de juguetes.

En 1926 viaja a París, donde la prioridad vuelve a ser la pintura. Éstos fueron años fundamentales en su evolución como artista; allí se vincula con los principales exponentes de las vanguardias; promueve agrupaciones de artistas, realiza publicaciones y formula su Universalismo Constructivo. Sin embargo, los juguetes -realizados artesanalmente- siguen presentes como una forma de sostén económico; incluso, en muchos casos, precedieron a la creación de obras de mayor formato, apreciados como piezas de arte por su originalidad y lenguaje estético.

En 1932, Torres-García abandona París por la crisis económica y se instala en Madrid, creando en 1933 el Grupo Constructivo. Un año y medio después, con 60 años de edad, decide regresar a su Montevideo natal junto a su familia, impulsado por la idea de fundar una Escuela de Arte Constructivo. Los juguetes ya están lejos del centro de su atención. Sin embargo, este capítulo de su vida termina en Montevideo, con una exposición en el Museo de San José del Carmen.

El Espacio Fundación Telefónica presentó la retrospectiva Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia, una muestra producida por el MOMA de Nueva York, en colaboración con el Museo Picasso Málaga.

Disfruta de la experiencia Joaquín Torres García en #EspacioIntangibles

‘Intangibles. Una exposición digital de la Colección Telefónica’ es un proyecto experimental innovador que invita a responder a estas preguntas a través de la reinterpretación de obras de artistas de la Colección Telefónica.

Para la obra de Torres García se creó una aplicación donde se hace elegir al espectador, a través de una pantalla táctil, de entre las distintas palabras y símbolos del universo del autor.

En una primera parte de la experiencia, el visitante elige entre una serie de términos que se muestran en la pantalla y que van apareciendo y desapareciendo aleatoriamente. A partir de estas decisiones, se crea una base de datos con la que al finalizar la exposición se podrá analizar con herramientas de Big Data si existe algún patrón de conducta común a los diferentes países o a la globalidad.

Elementos tecnológicos en la instalación: Pantallas táctiles, desarrollo de software para selección de palabras y símbolos aleatorios y gestor de base de datos conectados entre las distintas sedes.

Colección Telefónica se inicia en los años 80 para promover el reconocimiento de una serie de artistas españoles poco representados en los museos estatales. Se adquirieron entonces obras excepcionales de Juan Gris, Tàpies, Chillida, Picasso y Luis Fernández y a lo largo de las dos décadas siguientes, la Colección se va ampliando y abriendo a otros caminos artísticos. Actualmente, la Colección Telefónica se compone de un conjunto de más de 1.000 obras entre pintura, escultura, fotografía y obra en papel y es una de las colecciones corporativas más importantes de España.

Por Adriana Herreros