La corrala LA CORRALA, EL BLOG DEL EQUIPO EDUCATIVO
10.06.2016

Nuestra propia habitación individual

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Vidin, Bulgaria – Ruse, Bulgaria. Del 28 de julio al 3 de agosto.

«Cada una de nosotras nos inspiramos no solo en las fotografías de Inge, sino también en el sentido aventurero y en la búsqueda de nuevas experiencias que ella describía tan maravillosamente en sus diarios.«, por Claire Martin

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Cuando llegamos a Bulgaria, todo era tan barato que nos podíamos permitir quedarnos en un hotel con nuestras propias habitaciones dobles. Vidin, nuestra primera parada en Bulgaria, es una ciudad portuaria a la orilla sur del Danubio, además de la capital del noroeste. También es la región más pobre de la UE.

Mientras yo me lavaba el pelo y me depilaba durante toda la mañana en mi propia habitación individual, Dimiter, nuestro enlace búlgaro y periodista residente que nos había acompañado en el tour, se llevó a Claudia para que fotografiara un lugar llamado Belene.

Belene es un pueblecito dentro de la reserva natural Persina, uno de los parajes naturales más grandes por donde pasa el Danubio. También es el lugar donde hubo un campo de concentración comunista y una planta nuclear construida a medias. En palabras de Dimiter, “Belene se parece mucho a Chernobyl pero sin la explosión nuclear; es un lugar donde el único desastre ha sido la lenta degradación económica”. Resulta que mientras yo me quitaba las espinillas en el hotel, Claudia y Dimiter habían vivido esa experiencia única que nos motiva como fotógrafos y periodistas. Conocieron a un hombre cuando pedían indicaciones que acabó invitándoles a su casa, es decir, a su celda. Tal como lo cuenta Dimiter, Raycho, su nuevo amigo, fue sentenciado a tres años de prisión en la prisión de Isla Persina por un altercado violento con un policía. Como demostró ser un preso modélico, le enviaron a vigilar un edificio de la prisión abandonado en los alrededores de Belene. No puede traspasar el perímetro más ancho de la prisión y cada tanto tiempo tiene que establecer contacto con sus superiores a través de una radio bidireccional. Pero, al margen de este detalle, no se le impone ninguna otra restricción. A Dimiter le gusta describirlo poéticamente: “Es solo un preso que vigila su propia prisión… La libertad está en todas partes y a la vez en ningún sitio”.

Con apenas unos momentos de tranquilidad en el tour, no teníamos mucho tiempo para escribir en nuestros diarios, así que las palabras de Dimiter supusieron todo un regalo a lo largo del viaje. Cada una de nosotras nos inspiramos no solo en las fotografías de Inge, sino también en el sentido aventurero y en la búsqueda de nuevas experiencias que ella describía tan maravillosamente en sus diarios. 

Nuestra siguiente aventura nos llevaría a Ruse (Bulgaria), pero antes haríamos una parada en casa de la abuela de Dimiter para comer. Mientras conducíamos por un puente que cruza un afluente del Danubio en el pueblo de Archar, vimos una congregación de rumanos que cruzaban por el agua con caballos y carretas. Así que decidimos parar y observar qué pasaba. Pensábamos que se trataba de algún tipo de mercado de caballos en el que se daban cita los rumanos para comerciar con caballos u otras mercancías. Unas horas después, nos dimos cuenta de que nadie compraba ni vendía nada, y que simplemente se habían reunido para alardear. En Australia existe un evento parecido en el que los adolescentes quedan para hacer carreras: se retan conduciendo coches a gran velocidad y parkings abandonados, quemando ruedas y dejando las marcas en el asfalto. Este era el equivalente búlgaro, ¡pero con caballos y carretas! Me tenía que quedar a verlo porque cuadraba a la perfección con mi tema de la masculinidad y los rumanos que había ido creciendo en mi proyecto. Olivia se ofreció muy amablemente para quedarse conmigo. Me supo fatal por la abuela de Dimiter pero, a veces, cuando haces proyectos con fecha de entrega, te ves en la obligación de rechazar la generosa hospitalidad que alguien te ofrece y decepcionas a algunas personas. A medida que caía la noche, admití a regañadientes que era hora de irse. Nos quedaba un buen viaje por delante y sabíamos que teníamos que conducir de noche. No calculamos que llegaríamos a Vidin sobre las 3 de la madrugada.

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Durante uno de sus muchos viajes en carretera, Inge escribió esto: “No se ve el paisaje, la lluvia gris lo oculta todo y la tierra caliente devuelve el vapor. Hay que tener cuidado de no dormirse, mucho cuidado”.

Había partes de Bulgaria donde la lluvia lo estaba arrasando todo. Empezamos a recibir mensajes de los demás (no vayáis por aquí, las carreteras están inundadas, el camión se ha encallado aquí, probad este otro camino, etc.). Después de conducir de noche, cansadas, y después de haber cambiado de camino varias veces por culpa de las inundaciones, nos topamos con la policía que estaba cortando la carretera. Nuestra última alternativa para llegar a Vidin se había inundado. El agua había llegado a las puertas de los vecinos. ¿Qué podíamos hacer? ¿Dónde nos íbamos a quedar? Tuve suerte de que Olivia estuviera conmigo. Nos miramos y supimos que ambas estábamos pensando en lo mismo. Vamos a seguir adelante. Tiene que haber alguna forma de seguir. No sé cómo lo hicimos, pero convencimos a unos policías para que hablaran con algunos de los vecinos que tuvieran una camioneta con tracción en las 4 ruedas y un enganche para remolcarnos por la carretera inundada hasta llegar al otro sitio. ¿Que cómo pasó? Sigo sin saberlo: ninguna de las dos hablaba búlgaro, allí no había un alma que hablara inglés, y sin embargo allí estábamos nosotras con un policía dándonos instrucciones sobre cómo remolcar poniendo punto muerto, quitando el freno de mano y con las ventanillas bien cerradas. El agua llegaba a la altura de las puertas, la lluvia caía en cascada sobre la luna delantera, ¡y no teníamos ni idea de si el coche arrancaría al llegar al otro lado! Nos habían ayudado a cruzar la carretera inundada dos de los hombres más amables que conocimos durante el tour, completos desconocidos, y nos habían ayudado a reincorporarnos a la carretera para avanzar en este agitado, maravilloso y caótico viaje por carretera a lo largo del Danubio.