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08.09.2016

Bo Bardi y Torres-García: geometrías universales

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Conectamos a dos grandes artistas del siglo XX, unidos por una manera muy similar de ver el mundo

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Durante toda su carrera, la arquitecta italo-brasileña Lina Bo Bardi (1914-1992) llevó a cabo una constante búsqueda de la unión entre su disciplina y lo social, explorando la participación ciudadana por medio de su obra. Su objetivo fue lograr una transformación pedagógica, no sólo a través de la arquitectura, sino de la exploración de otros ámbitos.

Bo Bardi emigró a Brasil en los años 50 junto a su marido Pietro Maria Bardi, tras haber estudiado arquitectura en su Roma natal. En su nuevo hogar se enamoró del arte popular brasileño, que se convirtió en un referente para sus proyectos. Uno de los más conocidos es el del edificio del SESC (Servicio Social do Comercio) Pompéia (1977) de São Paulo, donde transformó una antigua fábrica en un monumental centro social situado en un barrio obrero. Hoy en día su enorme silueta de hormigón sigue dando cobijo a pistas de deporte, un auditorio, talleres, una biblioteca…

La búsqueda de Bo Bardi fue similar a la del Universalismo Constructivo de Joaquín Torres-García (1874-1949). El artista uruguayo era de hecho un referente para la arquitecta, quien ideó para el SESC Pompéia una manera muy curiosa de anunciar el menú del día: a través de una construcción de madera en cuyos huecos se situaban los distintos elementos que componían la comida. Esta especie de tótem, denominado Homenaje a Joaquín Torres-García, llevaba ocurrentemente a las tres dimensiones las cuadrículas plagadas de símbolos del artista. La búsqueda de símbolos y signos comunes a lo largo de toda la historia de la humanidad unió a ambos artistas, cuyos trabajos se entrelazan a través de figuras esquemáticas y geometrías abstractas.

  • Detalle del Centro Cultural SESC Pompéia, diseñado por Bo Bardi y construido en 1977 en São Paulo

  • Interior del SESC Pompéia

  • Retrato de Lina Bo Bardi

Pero este interés compartido no fue el único. La fascinación por los juguetes o el uso de determinados materiales fueron también comunes a la obra de ambos. Torres-García comentaba, en su autobiografía escrita en tercera persona en 1934:

«El trato con los niños en las escuelas y lo que iba observando en sus propios hijos, hizo pensar alguna vez a Torres-García en los juguetes, pareciéndole que allí había algo que estudiar y crear, que estuviese más de acuerdo con lo que debía ser. Sabía él que nada podía reemplazar a las cosas naturales (agua, tierra, madera) con lo que se divierte y adquiere habilidad y conocimiento el niño, pero puesto que construyen juguetes, al menos que sean en relación con la psicología infantil…» – Joaquín Torres-García, Historia de mi vida, Barcelona, Paidós, 1990, p.143.

El diseño de Bo Bardi para el edificio del SESC Pompéia une esta idea “torresgarciana” al diseño industrial, a través de un río que discurre por el interior de la antigua fábrica, introduciendo un elemento lúdico y natural del que el uruguayo habría sido seguramente partidario. Podemos decir que descubrir a Lina Bo Bardi es descubrir la arquitectura como juego.

Si os ha interesado su figura, desde La Corrala os animamos a leer Lina Bo Bardi. Objetos y acciones colectivas de Mara Sánchez Llorens, una exploración de los distintos caminos creativos recorridos por la artista, en la que, por supuesto, no podía faltar Torres-García.